Puede que tú ya seas un cristiano centrado en el evangelio que lee libros centrados en el evangelio y que es miembro de una iglesia centrada en el evangelio, que es parte de un movimiento centrado en el evangelio. Si es así, ¡a Dios sea la gloria!
O puede que la retórica de la centralidad del evangelio sea el aire que respiras, pero que en la práctica tu vida no esté tan centrada en el evangelio como dices que está.
No me malentiendas; esta no es una acusación. Es, más bien, una confesión, y una proyección de lo que veo en mi propia vida. Por más que aprendo y crezco como cristiano, tengo la tendencia a olvidarme y a no vivir en función de lo más fundamental.

La vida centrada en el evangelio
Robert H. Thune y Will Walker
Tú y yo —seamos cristianos nuevos o viejos— necesitamos calibrar nuestras vidas regularmente. Los que queremos estar centrados en el evangelio debemos asegurarnos de ver nuestras vidas a través del marco del evangelio.
La vida centrada en el evangelio de Robert H. Thune y Will Walker nos puede asistir. El libro es una guía de estudio para grupos cuyo propósito es ayudarnos a crecer juntos como discípulos de Cristo.
El estudio está organizado en tres temas: “¿Qué es evangelio?”, “¿Qué es lo que el evangelio hace en nosotros?”, y “¿Cómo el evangelio trabaja a través de nosotros?”. Cada tema incluye tres lecciones, y cada lección está formada por un breve artículo y ejercicios prácticos (es decir, preguntas para responder honestamente). La sección final contiene notas útiles para el líder de grupo.
La organización del libro busca refrescar el marco conceptual del evangelio en nuestras mentes, de modo veamos los efectos y las implicancias prácticas de éste para nuestras vidas. También, la estructura permite realizar el estudio completo en un poco más de dos meses, si es que se hace un estudio por semana.
Idea central
La idea central del libro es que nuestro crecimiento en el evangelio, desde el momento de nuestra conversión hasta el presente, tiene que ver con cuán conscientes estamos de la santidad de Dios y de nuestra pecaminosidad.
No es que la santidad de Dios aumente y disminuya con el paso del tiempo, pues Dios es perfecta e inmutablemente santo; y no es que nuestro pecaminosidad disminuya constante y progresivamente hasta desaparecer, pues el pecado sigue presente y manifiesto en nuestras vidas. El punto es que, cuanto menos estemos al tanto de la santidad de Dios y de nuestra pecaminosidad, más nos enalteceremos y menos nos regocijaremos en el evangelio. Por el contrario, cuanto más estemos al tanto de la santidad de Dios y de nuestra pecaminosidad, seremos más humildes y el evangelio será más dulce y poderoso en nuestras vidas.
¿No es eso lo que ves en tu propia vida?
Cuando estamos menos conscientes de la santidad de Dios y de nuestra pecaminosidad, tendemos a juzgar a los demás duramente, a creer que hemos cumplido y que merecemos el favor de Dios, a minimizar nuestro pecados, a enfocarnos en nosotros mismos, y nos cuesta perdonar. Cuando perdemos de vista la gracia de Dios demostrada en la cruz, tendemos a aparentar una piedad que no vivimos, a vivir bajo la ley, a amargarnos, y a sentirnos huérfanos. Por eso, debemos centrar nuestras vidas en el evangelio, o, como dicen los autores:
“Por la fe, debemos abrazar la promesa del Evangelio de que somos adoptados como hijos de Dios. La justicia de Jesús nos ha sido dada sin obras (Romanos 4:4-8). No tenemos que hacer nada para conseguir el amor y la aceptación de Dios; Jesús lo ha conseguido por nosotros. Cuando nos apropiamos del evangelio de esta manera, el nivel de exigencia infinito de la santidad de Dios ya no es algo intimidante o atemorizante. Nos lleva a adorarle, porque Jesús ha cumplido con las inalcanzables expectativas de Dios para nosotros. Nuestra identidad está en Él. La buena noticia del evangelio no es que Dios nos vea con buenos ojos por lo que somos, sino a pesar de lo que somos” (p. 35).
Y, ya que estamos en Cristo, Dios está completamente complacido con nosotros. ¡Bendito sea!
La comunidad, al centro
Uno de los aspectos notables de este libro es que está diseñado para ser utilizado en grupos. Para vivir vidas centradas en el evangelio, necesitamos la comunidad, particularmente la iglesia local. Otros libros con títulos similares hablan de la importancia de tener el evangelio en centro de propia vida, pero se centran en el individuo o en lo subjetivo y existencial, descuidando lo objetivo y situacional. La verdad del evangelio no es solo para ti y para mí, sino también para nosotros. Podremos crecer en entendimiento intelectual del evangelio por medio de un estudio privado, pero a menos que llevemos ese conocimiento a la experiencia y dejemos que otros evalúen nuestras acciones, no tendremos un entendimiento práctico del evangelio. Por algo el libro se llama “La vida —no el cerebro— centrada en el evangelio”.
Conclusión
A la luz de lo anterior, creo que La vida centrada en el evangelio es un excelente recurso, especialmente si quieres usarlo para discipular o ser discipulado. No importa si eres nuevo en la fe o si llevas años con Cristo, siempre necesitas crecer como discípulo, y siempre necesitas volver a lo fundamental.
He leído muchos libros cristianos excelentes. Pero he notado que los que han tenido mayor impacto en mí han sido los que hacen dos cosas: primero, aclaran, están centrados, y enfatizan lo básico de la fe cristiana (es decir, el evangelio); y segundo, me ayudan a poner esas verdades básicas en práctica con los que están a mi alrededor. Este maravilloso librito es uno que aquellos. Si puedes, cómpralo, léelo, y úsalo.