×

En Hch. 1:8 el Señor dice a Sus discípulos que ellos serían Sus testigos. Ante un mundo que no conoce a Dios, y que es antagónico a Su carácter santo, justo y bueno, aquí tenemos la tarea primordial de la iglesia de Cristo para con ese mundo: ser testigos de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.

Todo cristiano está llamado a ser un testigo de Dios. Ahora bien, ¿qué es un testigo? ¿En qué sentido es la Iglesia de Cristo un testigo de Dios en el mundo? Un testigo es alguien que posee conocimiento de primera mano acerca de un hecho, o alguien que puede testificar bajo la base de un reporte escuchado.

Por ejemplo, en un caso criminal, alguien que estuvo en la escena del crimen cuando fue cometido, es llamado a testificar al respecto. Ese individuo posee conocimiento de primera mano de lo ocurrido, y por eso puede actuar como un testigo. O de alguna manera ha llegado a sus oídos alguna información relevante del caso.

El punto es que un testigo es alguien que conoce un hecho y puede testificar de ello. Pero un testigo puede ser también algo que sirva de recordatorio de alguna cosa importante. De hecho, es interesante notar que la palabra “testigo” en hebreo proviene de una raíz que significa “decir vez tras vez”.

De ahí que se aplique a cualquier cosa que sirva como un recordatorio de algo, como el altar que erigieron las tribus de Gad, Rubén y Manasés al otro lado del Jordán (Jos. 22:26-28, 34). Ese altar no podía hablar, pero servía como un testimonio, como un testigo silente del compromiso de este pueblo de no apartarse de su Dios.

Tomando todo esto y aplicándolo al creyente alguien ha dicho que un testigo es “una persona que vive de una forma tal que aquellos que están a su alrededor sean forzados a pensar acerca de Dios”.

Vivimos en medio de un mundo que aborrece a Dios y que le ha desechado. Dice el salmista que los impíos no tienen a Dios en sus pensamientos. Pero Dios tiene un pueblo en el mundo para que a través de ese pueblo los hombres se vean forzados a escuchar acerca de Él, a recordar que Él está ahí. Dios tiene un pueblo en el mundo para que los hombres puedan conocerle a Él a través de ese pueblo.

“Vosotros sois linaje escogido – dice Pedro, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1P. 2:9).

 

Esa es nuestra razón de ser en el mundo. Fuimos redimidos por Dios, constituidos como nación santa, apartada para Dios, para que anunciemos en el mundo Sus virtudes.

Esa fue la comisión que Dios dejó sobre Su pueblo en el antiguo pacto (comp. 43:1-12). “Yo los creé, dice Dios, los redimí, los preservé como nación, para mi gloria, para que sirvan de testimonio en el mundo de que solo yo soy Dios”. “Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios”.

Israel debía llevar este testimonio al mundo entero (comp. Is. 49:1-3, 6). Es esta comisión la que Cristo recoge ahora en Hch. 1:8 y pone en manos de Su Iglesia.

 

Si en verdad has conocido a Dios a través de Jesucristo, si en verdad el Dios de las Escrituras, el único Dios vivo y verdadero, ha venido a ser tu Dios, ahora debes dar testimonio de esta realidad en el mundo, no solo con tus palabras, sino también con tu adoración, tu deleite en Él, tu confianza, tu obediencia (ese es el contexto de Is. 43 – vers. 10-12).

Tu Dios es aquel a quien adoras, es aquel en quien confías, es aquel a quien obedeces. Tu Dios es aquel en quien te deleitas por encima de todas las cosas. Si vas a ser un testigo eficaz debes vivir de tal manera que todos a tu alrededor puedan percibir claramente quién es tu Dios.

Dice el apóstol Pablo en 2Cor. 2:14 que “por medio de nosotros (Dios) manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento”. Los creyentes llevan consigo un aroma inconfundible, el aroma del conocimiento de Dios. Para algunos resultamos olor de muerte para muerte, y para otros, olor de vida para vida. El punto es que no podemos pasar desapercibidos.

Dice el Señor Jesucristo en Mt. 5:14: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.

La luz de los cristianos no apunta hacia ellos mismos, apunta hacia Dios. “Vosotros sois mis testigos”. Esa es nuestra razón de ser en el mundo. No estamos aquí primariamente para ser felices, no estamos aquí para pasar un rato divertido en lo que nos llega la hora de la muerte. Estamos en el mundo para ser testigos de Dios.

Estamos en el mundo para mostrar con nuestros hechos que nuestro Dios merece ser conocido, servido, amado y obedecido con todo el corazón, con toda el alma y con todas nuestras fuerzas. Ese es el testimonio que se nos ha comisionado dar.

El cristiano debe preguntarse en toda situación, ¿cómo puedo yo, en esta circunstancia, dar testimonio de Dios? ¿Cómo puedo ser yo un testigo de Dios en medio de esta enfermedad, en medio de este problema económico, en medio de este conflicto personal, o de esta transacción comercial? ¿Cómo puedo ser un testigo de Dios en la manera como educo a mis hijos, como trato a mi esposa, como me divierto?

Ningún área debe quedar fuera de esta perspectiva. Para eso estamos aquí y eso debemos hacer. Debemos ser testigos fieles de Dios. Si tú profesas ser cristiano, debes entender que la forma como vives, la manera como enfrentas la vida, tu disposición de ánimo, todo eso habla de Dios, testifica de Dios. Y yo te pregunto, ¿cuál es el testimonio que estás dando acerca de Él?

No hemos sido llamados a ser perfectos, pero sí a ser consecuentes. Lo que se pide de nosotros, en palabras de Pablo en Fil. 1:27, es que nos comportemos “como es digno del evangelio de Cristo”.

O como nos dice en 1Ts. 2:12, “como es digno de Dios”. Porque nosotros somos Sus testigos. Estamos aquí para dar a conocer a Dios al mundo.

© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

CARGAR MÁS
Cargando