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Si quieres deprimirte leyendo sobre la falta de unión entre cristianos lo único que tienes que hacer es navegar un rato en Twitter. Pero la falta de unidad no solo se percibe en redes sociales, sino también en la manera en que servimos a nuestras comunidades mientras tratamos de ser sal y luz en el mundo, tal como nuestro Señor nos ordenó.

Tuve la oportunidad de hacer algunas preguntas sobre este tema a Aixa de López. Aixa es presidenta de la Alianza Cristiana para los Huérfanos, escritora, esposa, y mamá de cuatro: «dos por biología, dos por adopción, todos por gracia y ninguno como plan B».


Ana Ávila (AA): La Biblia habla mucho sobre la unidad, de la importancia de vivir juntos en comunidad. ¿Por qué? ¿Qué le dirías a alguien que nunca ha pensado sobre lo crucial que es este tema?

Aixa de López (AL): Nuestro Dios es un Dios que vive en comunidad desde la eternidad, siendo Padre, Hijo y Espíritu Santo. Él nos hizo a su imagen, por lo tanto, está en nuestro diseño fundamental buscar ser parte de una comunidad y anhelar pertenecer. Hay descanso y gozo profundo cuando otros dicen «eres nuestro». 

Mucho de lo que necesitamos para forjar el carácter de Jesús en nuestra vida será provisto al caminar en comunidad. Si examinas el famoso fruto del Espíritu en Gálatas 5, verás que este se desarrolla y perfecciona en el marco de una comunidad.

La primera pequeña comunidad es la familia. Idealmente, es allí donde no solo se nos instruye, entrena y modela, sino también donde se nos acepta, ama, celebra y aprecia sin condición. Trágicamente es allí mismo, en el ámbito más íntimo, que sucede el peor quebranto y a donde Dios nos llama como agentes sanadores.

Por supuesto, esto es un trabajo colosal (aun si solo se trata de tu persona o tu propio núcleo pequeño) y jamás se logra en plan de llaneros solitarios. Es allí donde entra el elemento de caminar juntos, en humildad y transparencia, en medio de nuestros quebrantos.

Mucho de lo que necesitamos para forjar el carácter de Jesús en nuestra vida será provisto al caminar en comunidad

AA: ¿Qué tiene que ver la unión cristiana con el cuidado al huérfano? ¿Cómo afecta al vulnerable la falta de unidad en la iglesia?

AL: Es una especie de ciclo destructivo. Generalmente, cuando una congregación está sufriendo divisiones, es porque ha olvidado el evangelio o porque nunca lo ha comprendido o profundizado en él.

Si leemos la carta de Pablo a los efesios (especialmente los capítulos 2 y 4) notamos que el apóstol les recuerda cuál era su situación anterior a conocer al Señor: «No olviden que ustedes, los gentiles, antes estaban excluidos…». Pablo no dice esto para condenarlos o hacer algún tipo de chantaje emocional, sino para situarlos en la realidad de su propia adopción e impulsarlos hacia adelante en buenas obras enraizadas en su nueva identidad.

Ignorar u olvidar lo que fue hecho a nuestro favor en Cristo desemboca en todo tipo de infertilidad espiritual. Si la iglesia vive enfocada en sí misma, no en la obra terminada en la cruz, esto resultará en toda clase de líos y desórdenes: obsesión por posiciones, competencias entre miembros, falta de transparencia y aplausos desmedidos al talento, carisma y demás cuestiones externas por encima del carácter.

En un ambiente así, tan enfocado para adentro, la energía se emplea en mantener andando «la organización»; lo último en lo que se piensa es en entrar a la tragedia, la pérdida o el desastre de una población vulnerable, al menos, de manera correcta, profunda y de buen resultado a largo plazo. No se puede indicar el camino que no se ha recorrido antes.

Ignorar u olvidar lo que fue hecho a nuestro favor en Cristo desemboca en todo tipo de infertilidad espiritual

AA: ¿Cuáles son algunas maneras en que se manifiesta la falta de unidad en el Cuerpo de Cristo, particularmente en el contexto del cuidado al huérfano?

AL: Un ejemplo que viene rápidamente a mi mente (al menos en tiempos prepandémicos) es el de un hogar de protección de menores que recibe hasta cinco grupos de voluntarios de diferentes iglesias en el fin de semana.

Todos los grupos son más o menos iguales: entran sin conocer el contexto o las verdaderas necesidades y realizan alguna actividad para entretener y otra para «evangelizar», principalmente a los pequeños. No dudo que la mayoría de estas actividades se organizan con las más nobles intenciones pero, al final, resultan ser malas prácticas en general.

Hablando con jóvenes que han salido del sistema de protección he aprendido que estas dinámicas no solo eran cansadoras, sino que también creaban un intercambio insano en el cual el niño es colocado en una especie de escaparate sin consideración en su individualidad o necesidades reales, que son pertenecer y apegarse a una o varias personas seguras a lo largo del tiempo.

En casi cualquier contexto y denominación existe gente deseando hacer algo. Tristemente, estas personas por lo general emprenden sus iniciativas sin mucho respaldo del liderazgo de la congregación porque el trabajo en pro de la niñez vulnerable se ve como algo «extra» y no como algo central para la vitalidad de cualquier comunidad de creyentes.

¡Imagina! ¿Qué pasaría si en lugar de que esos cinco grupos de voluntarios llegaran al mismo lugar remando hacia su propio lado, se reunieran primero para aprender sobre las verdaderas necesidades de estas poblaciones? ¿Qué pasaría si, en lugar de desfilar uno por uno, se unieran para pagar la gasolina, la electricidad, los honorarios de profesionales o la educación de los chicos? Esto sería glorioso y desplegaría el carácter de Dios para el personal y los niños de ese lugar y el mundo que observa.

Esto es solo un ejemplo de uno de los escenarios más comunes y más frecuentes en los que la iglesia está actuando. Estar unidos en humildad, conociendo la realidad que nos rodea y dependiendo del Señor, tiene un impacto en las personas que están involucradas en acogimiento temporal, el mentoreo, la adopción e incluso en los profesionales que están al frente de la batalla cada día.

AA: ¿Qué podemos hacer hoy como creyentes para esforzarnos en preservar la unidad, como enseña Efesios 4:3?

Caminar en las buenas obras para las que fuimos salvados definitivamente es imposible sin la intervención del Espíritu Santo. Ningún esfuerzo humano rendirá verdadera unidad a menos que Él nos gobierne, y eso solo pasa por gracia.

Así que nuestro trabajo es recordarnos unos a otros —con palabras, cantos y acciones— que somos redimidos y que nuestro final feliz se acerca. Que siendo Jesús nuestro premio más excelente, no tenemos nada que perder al aprender a ser vulnerables y caminar unos con otros en amor y verdad, para el bien de nuestras almas y beneficio de nuestro prójimo.

Acerquémonos a aprender y atrevámonos a ser incomodados para la gloria de Dios.

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