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Debería estar viviendo bajo la seguridad de la esperanza de la resurrección garantizada, porque Tú eres la primicia.1 Porque me has extendido Tus manos atravesadas, cicatrizadas con poder y glorificadas.2 Porque llevo dentro un corazón nuevo con la capacidad de inclinarme hacia Ti, pero que aún así… lucha para recordarlo en días como hoy.3

Porque en días como hoy es cuando me entero de que hay un chico que debería estar llegando sucio del entrenamiento de fútbol, debería estar empezando a sentir mariposas en el estómago por la niña más bonita del grado, debería estar aprendiendo a rasurarse o manejar. Sus papás deberían estar lidiando con los cambios de la adolescencia. Pero en vez de eso, están acariciando su cabello escaso y besando su frente aún tibia, atesorando sus últimas horas de lucidez. Permanecen al lado de su cama, esperando el final.

¡Cómo duele todo lo que «debería» ser, pero no es! Este corazón renovado ha empezado a amarte, pero aún lucha y lo sabes bien. En días como hoy, mi cabeza conoce todas las razones, tiene suficiente teología buena, pero mi corazón va cuesta arriba en un camino empinado bajo la lluvia y se resbala. Mis «debería» dejan expuesta mi humanidad, mi delirio de grandeza y mi sed de eternidad. 

Sí, mis «debería» delatan que me falta regresar a los pies de la cruz mucho más a menudo para poder calibrar mi voluntad y cultivar mi confianza en Ti, Jesús. Pero también me hablan del diseño original y correcto al que todos deseamos regresar con desesperación. Es un deseo que también está en Tu corazón.4 Duele tanto porque no debería ser así y no me asusta escribirlo, pues Tú tomaste la delantera en protestar contra la inmundicia que dejamos entrar y que necesitó de Tu mismísima presencia y obra magnífica, la solución última y suficiente.

Tu Padre acarició Tu frente llena de gotas de sangre aquella noche en Getsemaní, mientras entre Sus propias lágrimas te respondió «no» cuando le preguntaste si era posible evitar Tu muerte; aquella muerte que nos dio vida.5

Mis «debería» reflejan imperfectamente lo que es verdad: la muerte tenía que morir y Tú eras el único capaz de darle muerte. Gracias porque este dolor no solo será calmado y usado de este lado de la eternidad, también será revertido y borrado.6

Debería recordar que llorar por la muerte de un niño es justo y lo puedo hacer mientras vivo esperando el regreso de nuestro Rey glorioso que volverá para reinar en perfecta justicia y felicidad por la eternidad.7


1 1 Co 15:20.
2 Jn 20:27.
3 Ro 7:19.
4 Ecl 3:11.
5 Mr 14:36.
6 Sal 126:5.
7 Sal 24.
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