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“¿Cómo puede el joven guardar puro su camino? Guardando Tu palabra. Con todo mi corazón Te he buscado; No dejes que me desvíe de Tus mandamientos. En mi corazón he atesorado Tu palabra, Para no pecar contra Ti”, Salmos 119:9-11.

Era el año 1990. Yo estaba recién egresado de la secundaria y extremadamente desorientado; no sabía qué hacer con mi vida. ¿Trabajar? ¿Estudiar? Había tenido un encuentro con el Señor a los 16 años de edad, tres años antes de esta “crisis”.

Busqué orientación en mi iglesia, pero las respuestas no fueron muy alentadoras. Pensé estudiar teología y prácticamente me dijeron que eso “no era de Dios”. Finalmente opté por trabajar un año y luego ingresar a la universidad a estudiar Licenciatura y Pedagogía en Historia.

Una vez ahí, pude experimentar en carne la transformación de mis estudios universitarios a través del evangelio. Al no ser un estudiante brillante en la secundaria, fui consciente cada día de mi necesidad del Señor. Mis incapacidades generaron una dependencia profunda en Dios y me llevaron a empapar mis estudios con el evangelio de Jesucristo.

¿Cómo se incluyen los principios del evangelio en una carrera universitaria secular? ¿Cómo podemos vivir con fidelidad en un ambiente en el que predomina la competitividad, el individualismo, el estrés, y a veces el desenfreno?

Si me permites, a continuación te daré algunos consejos para ingresar al mundo universitario y no morir en el intento:

  1. Huye y no enfrentes: Creo que es pertinente comenzar citando un conocido pasaje “Huye, pues, de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que invocan al Señor con un corazón puro” (2 Timoteo 2:22). El Apóstol instruye claramente a Timoteo huir, no a enfrentar. Nuestra naturaleza pecadora, siempre dispuesta a pecar, nos hace incapaces de enfrentar porque somos seducidos. El camino más corto, pero más difícil, es simplemente huir y superar el obstáculo por medio de la gracia santificadora del Espíritu Santo. En la universidad, sí que tendrás que huir.
  2. Ordena tus prioridades conforme al evangelio: Debes definir si vivirás para estudiar o estudiarás para vivir. Todas las carreras profesionales son distintas, algunas requieren más inversión de tiempo que otras; siempre debes recordar que Dios es tu prioridad. Si te decides a ser un estudiante que aplique el evangelio en toda tu vida, quizás no serás el mejor estudiante, pero sí serás un obrero aprobado (2 Timoteo 2:15).
  3. Todo lo que te aleja de Dios no es de Dios: Examina tu vida ahora: cuánto inviertes en oración, cuánto lees las Escrituras, cuánto le dedicas a tu familia, cuánto inviertes en la obra de Dios. En este contexto, reflexiona si tus estudios seculares te alejarán de Dios o no. Recuerdo que al ingresar a la universidad, la mayor parte de mi tiempo la invertía en servir en la iglesia. Al ingresar me di cuenta de que mi vida cambiaría radicalmente si quería seguir el mismo ritmo en la obra de Dios. Me propuse optimizar mis tiempos; dormir menos, ver casi nada de televisión, reducir mis tiempos de ocio y diversión, etcétera. Sé sabio y busca la dirección de Dios.
  4. Confía en que Dios te equipará: Nuestro Padre no solo nos equipa para el ministerio, sino también en las responsabilidades cotidianas, “Y a aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que obra en nosotros” (Efesios 3:20). ¡El poder de su resurrección!
  5. Comparte el evangelio: Esto no es una opción, debes compartir la vida y obra de Cristo a tus compañeros. No solo hables de tu testimonio o vida personal; lo que tiene poder es la Palabra y la obra redentora de Jesús. Por supuesto, esto debe ir acompañado de una vida de buen testimonio. Quizás vas a quedar solo o con unos pocos, pero estarás en el camino.
  6. Estudia las Escrituras: Estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con mansedumbre y reverencia (1 Pedro 3:15b). Vale decir, debes hablar lo que conoces; debes conocer la doctrina bíblica para estar siempre preparado para dar respuesta con fundamentos. En la universidad existe una gran proliferación de ideas contrarias a las Escrituras, impregnadas de humanismo, agnosticismo, y ateísmo. En este escenario, debes estar preparado para defender tu fe con una actitud humilde, cuidando el testimonio cristiano. Muchas enseñanzas te harán dudar, pero si tienes buenos fundamentos, no te hundirás.
  7. Hazte amigo de la razón y la fe: Unido a lo anterior, y como enfatiza J. Stott, “Muchos tienen celo sin conocimiento, entusiasmo sin instrucción”.¹ Dentro de las iglesias evangélicas, lamentablemente existe una demonización por lo intelectual. ¿Acaso Dios desprecia nuestra mente y nuestra capacidad de razonar? ¡Claro que no! Él nos creó así. Ciertamente, nuestra razón debe estar sometida a las Escrituras y eso es clave.

Que tu prioridad sea Dios; debes honrarlo en todo y buscar su reino y su justicia (Mateo 6:33). Una vida piadosa es provechosa y trae excelentes frutos (1 Timoteo 4:8). Como señala P. Millos, “Es verdad que Jesús habló permanentemente de orientar la vida hacia cosas celestiales que son eternas, mientras que las temporales son transitorias y pasajeras. Pero, no es menos cierto que ocuparse de las cosas celestiales trae también aparejado las bendiciones temporales”.²


[1]  Stott, J. (2005). Creer es también pensar: La importancia de la mente en la vida del cristiano. (A. Powell, Ed., A. F. Sosa, Trad.) (4th Ed., p. 9). Buenos Aires: Certeza Argentina.
[2] Pérez Millos, S. (2009). Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento: Mateo (p. 453). Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE.
Imagen: Lightstock.
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