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El hombre en la isla. Tal vez te lo has encontrado en una discusión con un amigo en contra del cristianismo. Quizá incluso tú mismo has expresado esa objeción.

¿Cómo podría un Dios bueno y amoroso condenar al infierno a alguien que nunca ha escuchado de Él?

Cuando se trata de este tema emocionalmente irritante, hay dos posiciones dominantes entre los cristianos: inclusivismo y exclusivismo. Mientras que ambas posiciones mantienen que Jesús es el único camino a Dios, solo uno insiste en la necesidad de fe consciente en Él.

El atractivo del inclusivismo

El inclusivismo es la creencia que la salvación es solo a través de Jesucristo, pero que puede haber personas que sean salvas sin saberlo. Son redimidas por la persona y obra de un Cristo a quien no abrazan conscientemente. En palabras sencillas, Jesús puede salvar a algunos quienes nunca han escuchado de Él.

Los inclusivistas a menudo citan Romanos 2:1-16, un pasaje tomado para insinuar que la salvación es posible aparte de la revelación especial de Dios. El contenido de la revelación general —el orden creado en lo exterior (Ro. 1:19–20) y la ley moral en lo interior (Ro. 2:14-15)— provee suficiente conocimiento para ser salvo. Como explica Millard Erickson: “El crecimiento de más posiciones inclusivas de la salvación, incluso entre evangélicos, está basado en creer que la revelación general es eficaz para tener una relación salvífica con Dios” (Christian Theology [Teología Cristiana], 123).

Adicionalmente, muchos inclusivistas apelan al precedente de los santos del Antiguo Testamento, quienes fueron salvados sin conocer el nombre de Jesús. Erickson escribe:

¿Qué si alguno se lanzara… hacia la misericordia de Dios, sin saber sobre qué base fue provista esa misericordia? En cierto sentido, ¿no estaría esa persona en la misma situación que los creyentes del Antiguo Testamento? La doctrina de Cristo y su obra expiatoria no había sido revelada completamente a aquellas personas. Aun así, sabían que había provisión para el perdón de sus pecados, y que no podían ser aceptados en los méritos de su propia obra. Tenían la forma del evangelio sin su contenido completo. Y fueron salvos. (138)

Pero ¿acaso este paralelo no hace trivial la obra salvadora de Cristo? En lo absoluto, insiste Erickson, dado que Jesús aún es la fuente de todo beneficio salvador:

La base de la aceptación sería la obra de Jesucristo, aunque la persona involucrada no es consciente de que de esa manera la provisión ha sido realizada para su salvación… la salvación siempre ha sido apropiada por fe… nada ha cambiado en ese aspecto. (138)

Lo que le importa a Dios, dicen los inclusivistas, es la fe humana respondiendo a la “luz” que ha provisto en un tiempo o lugar determinado. Entonces es injustificado declarar que se sabe el destino del no evangelizado. Un pastor lo puso de esta manera: “Creo que la postura cristiana de la mayoría es permanecer agnóstico en este asunto. El hecho es que Dios, junto a las más solemnes advertencias acerca de nuestra responsabilidad de responder al evangelio, no ha revelado cómo tratará a aquellos quienes nunca lo han oído”. ¹

Muchos inclusivistas apelan al carácter de Dios en defensa de su posición. Ya que “Dios es amor”, argumentan, nunca condenaría a alguien quien no tuvo siquiera la oportunidad de ser salvo (1 Jn. 4:8,16). “Estoy de acuerdo en que el inclusivismo no es un tema central de discusión en la Biblia, y su evidencia es menor a la que se quisiera”, admite Clark Pinnock; “Pero la visión del amor de Dios ahí es tan fuerte que la evidencia existente es suficiente para mí”.

Evidencia del exclusivismo

En contraste con el inclusivismo, el exclusivismo es la posición de que la redención es posible solo a través de la fe en el evangelio.2 Esta ha sido la posición cristiana predominante en la historia de la iglesia, y hoy se mantiene así entre los evangélicos que creen en la Biblia. Muchos textos son citados a menudo en su defensa. Aquí hay cinco.

1.  Romanos 1

Primero, aunque a veces los inclusivistas emplean Romanos 1:18-23 para resaltar la importancia de la revelación general, una lectura más cercana del texto en realidad apoya la posición exclusivista. El argumento de Pablo es que la revelación de Dios en la naturaleza es suficiente solo para condenar, no para salvar. Aunque el hombre en la isla “conoce a Dios” (v. 21), “suprime la verdad” (v. 18) perceptible en la naturaleza y por lo tanto está “sin excusa” (v. 20). Los humanos no son culpables porque no hayan oído el evangelio; son culpables porque no han honrado a su Creador. En otras palabras, no por la ausencia de algo (fe), sino por la presencia de algo (rebelión).

¿Así que Dios condenará al inocente hombre de la tribu quien nunca ha oído el nombre de Cristo? No, porque no hay hombres de tribu inocentes.

La Escritura simplemente no muestra a los humanos caídos como teniendo algún vago pero noble deseo de obtener misericordia y perdón. Aún más, pareciera que no podemos escapar esa tendencia a basar nuestra fe en rituales, liturgia, y sacrificio. Entonces, ¿qué hace el hombre de la isla? En la imaginación del inclusivista, clama por una vaga misericordia y perdón, sin declarar méritos propios. En el mundo real, sin embargo, probablemente participa en algún tipo de religión idólatra de ese lugar, la cual contradice y hace menos el evangelio de la gracia. (El trabajo de Daniel Strange es de ayuda aquí, particularmente su visión de cómo las religiones no cristianas son “cumplidas subversivamente” en el evangelio de Cristo).

2.  Romanos 10

Segundo, la necesidad de la fe en el evangelio para ser salvo se muestra en Romanos 10:

“Porque: ‘Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo’. ¿Cómo, pues, invocarán a Aquél en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquél de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?… Así que la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Cristo”, Romanos 10:13-15, 17.

La lógica en la mente de Pablo es directa:

  • El único camino para ser salvo es invocar el nombre de Cristo.
  • El único camino para invocar el nombre de Cristo es creer en el evangelio.
  • El único camino para creer el evangelio es oír el evangelio.
  • La única manera de oír el evangelio es que escuchen el evangelio.

Es difícil reconciliar con este pasaje otras formas de salvación sin fe en “la palabra de Cristo”.

3. Juan 14

Tercero, debemos hacerle justicia a la declaración de Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí” (Jn. 14:6; cf. 10:7, 9). Aunque a veces los inclusivistas objetan que esta declaración no dice nada explícito acerca de la fe, la idea seguramente está implícita. Todo el objetivo del Evangelio de Juan, después de todo, es el convencer a los lectores a creer y ser salvos (Jn. 20:30-31), como el contexto precedente deja claro (Jn. 3:36; 5:23-24; 6:35; 7:38; 8:19, 24, 42; 11:25; 12:46). El apóstol se refiere a creer no menos de 97 veces a través del libro. Entonces, a la luz del contexto entero, “a través de mí” significa: “a través de la fe en mí”.

4.  Hechos 4

Cuarto, el apóstol Pedro declara: “En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos” (Hch. 4:12). Nótese que no dice simplemente que no hay otro salvador bajo el cielo, algo con lo que los inclusivistas estarían de acuerdo, sino específicamente que no hay otro nombre. Aparentemente, conocer el nombre de este salvador (su identidad precisa) es necesario.

5.  Hechos 10

Finalmente, hay una historia particularmente reveladora en Hechos 10. Dios oye las oraciones de un gentil devoto llamado Cornelio, y le instruye buscar a “un hombre llamado Simón” (v. 5). Llegando al siguiente día a la casa de Pedro, los hombres de Cornelio anuncian: “A Cornelio el centurión, un hombre justo y temeroso de Dios, y que es muy estimado por toda la nación de los Judíos, le fue ordenado por un santo ángel que hiciera venir a usted a su casa para oír sus palabras” (v. 22).

Entonces Pedro viaja con los hombres a la casa de Cornelio, en donde el centurión se dirige a su invitado apostólico: “Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí presentes delante de Dios, para oír todo lo que el Señor te ha mandado” (v. 33). Lo interesante es que Cornelio no estaba esperando cualquier mensaje, sino específicamente, como el ángel le había contado, unas “palabras por las cuales serás salvo, tú y toda tu casa” (Hch. 11:14). En otras palabras, fue un mensaje sin el cual Cornelio hubiera permanecido, a pesar de toda la sinceridad religiosa, eternamente perdido.

¿Por qué hago referencia a esta historia? Por dos razones. La primera, porque si existiera un “buscador” genuino no alcanzado, ¿por qué no esperaríamos que Dios le revele el mensaje del evangelio, sea a través de un misionero o un sueño, tal como lo hizo con Cornelio? Segundo, y más importante, si hay un candidato para la salvación a través de la revelación general, ¡seguramente es Cornelio! Era lo más devoto y temeroso de Dios que podía ser en base a la “luz” que había recibido. Pero a medida que se desarrolla el capítulo, se vuelve claro que incluso la extraordinaria sinceridad religiosa no es suficiente. Era necesario que Pedro dejara su hogar y viajara casi 40 kilómetros para entregarle un mensaje sin el que, sugiere la Escritura, incluso la persona más espiritualmente sensible en el mundo no puede ser salva.

Por qué importa esto

Así que, ¿qué pasa con aquellos que nunca escuchan el evangelio? La pregunta no es una vaga abstracción teológica; es relevante en la práctica, y eternamente seria. Tu posición sobre las misiones, por ejemplo, en términos de su naturaleza y urgencia, será moldeada directamente por tu posición del destino del hombre en la isla. (También vale preguntarse: si la condenación divina resulta de rechazar a Cristo, ¿no nos conduciría el amor a esconder a Cristo de los no evangelizados?).

Aun así, uno puede preguntarse, ¿no es injusto el exclusivismo? Aunque puede sentirse a veces de esa manera, en el análisis final debemos confiar en la sabiduría de un Dios insondablemente bueno y misericordioso. Quizá esta respuesta suena como una salida fácil, pero no lo es. Es la postura de la humildad. Después de todo, no nos corresponde sujetar al Creador a nuestra finita y caída noción de justicia. Nuestra tarea es creer en su palabra y confiar en su corazón. Sus caminos son más altos y diferentes que los nuestros (Is. 55:8-9). No necesita consejero, porque es bueno y hace el bien (Sal. 119:68; Ro. 11:34). El juez de toda la tierra hará lo correcto (Gn. 18:25). Y sobre todo, debemos ver el calvario, la cumbre de la sabiduría y la intersección de la justicia y el amor. Allí, en una cruz romana, el juez de toda la tierra colgó, y lo hizo en el lugar de hombres rebeldes quienes no querían nada con Él.

“Visita muchos buenos libros, pero vive en la Biblia”, aconsejó Spurgeon una vez. La cosa más importante que podemos hacer cuando nos enfrentemos con un tema cargado emocionalmente como este es abrir la Palabra de Dios, orar por humildad y entendimiento, y luego adoptar lo que dice.


[1] Vale la pena distinguir entre los inclusivistas más explícitos (quienes insisten que Dios salvará a algunos que nunca oyeron) y los tipos más agnósticos (que declaran no estar seguros). Incluso Herman Bavinck no es dogmático en su exclusivismo a la luz de la soberanía unilateral de Dios.

[2] Muchos (si no la mayoría) de los exclusivistas creen que los infantes y aquellos con discapacidades mentales a quienes les es imposible procesar información didáctica están en una categoría separada. Por ser incapaces naturalmente de ejercer fe consciente, no pueden ser incluidos en la imagen de Romanos 1, que es la de una humanidad rebelde “sin excusa” por el hecho de que “conocen” a Dios, y aún así activamente “suprimen la verdad”. Un infante no puede ser juzgado de acuerdo a sus obras (Ro. 2:6; 1 Pe. 1:17). Muchos exclusivistas creen que Dios tratará con gracia a aquellos que portan la imagen de Cristo pero no tienen capacidades sensibles, en base a la obra de Cristo, aunque no haya fe personal.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Harold Bayona.
Imagen: Lightstock. 
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