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Si eres padre y creyente, Dios te llama a instruir permanentemente a tus hijos con las Escrituras (Dt 6:1-9; Ef 6:4). De acuerdo con el Nuevo Testamento, esta enseñanza involucra el uso de cánticos centrados en el evangelio (Col 3:16).

Quizá has comprendido la importancia de incluir la música en tus devocionales familiares, pero no sabes por dónde empezar. Es mi oración que Dios use estas palabras para animarte en tu devoción personal e instrucción familiar.

1. Cultiva tu devoción personal.

Si careces de una devoción personal continua, te será imposible formar a tus hijos como adoradores. Terminarás rindiéndote en el intento o ejercerás prácticas mecánicas que culminan en rituales vacíos.

Debemos rogar al Señor que avive nuestra devoción personal mientras procuramos amoldarnos a un estilo de vida bíblico. Las Escrituras describen al creyente piadoso como un amante de Dios que ora sin cesar y medita en la Biblia todo el día (Mr 12:28-30; Dt 6:1-9; Sal 1; Sal 119; 1 P 2:2; 2 Ti 3:14-4:4). También como alguien que procura diligentemente las virtudes cristianas y se somete a la dirección del Espíritu (2 P 1:5-11; Ef 5:17-21).

La capacidad para discipular a nuestros hijos en la vida diaria nace de la devoción personal continua

Debemos resistir el ritmo afanado y distraído que impone nuestra cultura, y seguir el modelo de la Palabra y de Cristo. La capacidad para discipular a nuestros hijos en la vida diaria nace de la devoción personal continua.

2. Comienza.

No necesitas ser un “adorador consumado” para empezar a instruir a tus hijos con música (ese momento llegará en la gloria). El momento para arrepentirnos de nuestra frialdad y comenzar a asumir un estilo de vida doxológico —un estilo de vida de adoración al Señor— es ahora mismo. La gracia de Dios en Cristo nos recibe en nuestras debilidades y nos capacita para crecer en la piedad cada día (1 Jn 1:9).

También debemos tener en mente que la devoción familiar requiere de la obra de Dios en el corazón de cada uno y esto puede tomar tiempo. Incluso puede ser que alguno rechace el evangelio. Pero no debes detenerte por esto. Tu responsabilidad es obedecer al Señor y reunir a tus familiares dispuestos e impulsarlos a una vida de adoración permanente. Ellos seguirán tu ejemplo a medida que Dios obre en sus corazones.

3. Sé íntegro.

Tu instrucción musical debe ser coherente con tu estilo de vida. No tiene sentido que cantes: “Señor, fuera de ti nada deseo”, y que mantengas una vida de vanidad ante tus hijos. Ellos notarán eventualmente que tu fe es solo de labios y cultivarán dudas sobre el evangelio. Debemos pedir perdón y perdonar cuando pequemos. También debemos confesar nuestras faltas ante Dios y dejarlas atrás. Esto honrará al Señor y le mostrará a nuestros hijos una vida cristiana coherente.

4. Aprovecha las circunstancias.

Procura generar frecuentes momentos de devoción durante el día. Al levantarse, al compartir alimentos, al estudiar, al tomar la siesta, antes de ver dibujos animados… aprovecha cada oportunidad para orar y reflexionar con tus hijos, transmitiéndoles la noción de una devoción permanente.

Jesús es exaltado ante nuestros hijos cuando le alabamos con lágrimas y sonrisas. No debemos ocultar nuestras emociones por vergüenza

Aprovecha incluso los momentos difíciles. Uno de nuestros errores como creyentes es restringir la expresión del sufrimiento en la alabanza. Pero mira este salmo que David escribió para cantar colectivamente: “Terror y temblor me invaden, y horror me ha cubierto… ¡Quién me diera alas como de paloma! Volaría y hallaría reposo” (Sal 55:5-7).

Las Escrituras nos llaman a adorar involucrando todas nuestras emociones y experiencias, incluyendo el dolor (Stg 1:2; Ro 5:3-5; Jn 21:18-19). Debemos acudir al Señor en medio del sufrimiento, pero no como desamparados, sino como quienes conocen que “para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien” (Ro 8:28). De esta forma enseñaremos a nuestros hijos que Dios está en control y que es digno de alabanza incluso cuando estamos quebrantados (Job 1, Sal 55:16-22).

5. Sé valiente.

Debemos pedir valentía para vencer nuestra vergüenza de expresar emociones. Muchos acostumbramos a practicar la devoción en privado y nos sentimos vulnerables al exponer nuestros sentimientos. Pero debemos recordar que la excelencia y amor de Jesucristo ameritan nuestro más genuino testimonio. Jesús es exaltado ante nuestros hijos cuando le alabamos con lágrimas y sonrisas. No debemos ocultar nuestras emociones por vergüenza.

6. Sé constante y paciente.

El proceso de instrucción de nuestros hijos requiere constancia y paciencia. Habrá momentos en que no querrás emplear música por el cansancio, o en que la rebeldía de tus hijos te haga perder el ánimo. Pero no debes rendirte. Toma fuerzas de la gloria y acompañamiento inmutable de Dios, y persevera en las dificultades. Él puede usar nuestros días de instrucción musical para obrar arrepentimiento y fe en nuestros hijos.

De igual manera debes respetar las expresiones de tus hijos una vez que aprendan cánticos del evangelio. Nuestro niño de tres años canta por horas, con frecuencia ¡gritando canciones del evangelio! Esto es enternecedor al principio, pero eventualmente requerirá paciencia y sabiduría cuando, por ejemplo, debamos pedirles que bajen un poco la voz.

7. Sé firme.

Habrá ocasiones en que tus hijos no querrán alabar al Señor con música. Pero al igual que ante su renuencia para comer vegetales o para estudiar, debemos llevarlos a hacerlo. Estos momentos requerirán firmeza y sabiduría para aplicar la autoridad paterna e involucrarlos. Pide sabiduría al Señor para dilucidar la mejor forma de proceder ante cada circunstancia y actitud de tus hijos.

8. Prioriza a tus hijos.

Procura seleccionar los cánticos que tus hijos prefieran, manteniendo ciertos principios. Mientras que la música aplique el evangelio y honre la santidad de Dios con un estilo moralmente positivo o neutro dentro de tu cultura, puedes usarla.

También es importante ser concisos. Durante nuestro primer año de matrimonio tuvimos devocionales familiares de dos horas… ¡con razón tuvimos problemas para mantenerlos! Actualmente oramos, cantamos y leemos las Escrituras de manera que aprovechemos el tiempo de atención de nuestro hijo de tres años. En este momento son quince o veinte minutos como máximo. Enfócate en el discipulado de tus hijos. Escoge las formas devocionales más provechosas de acuerdo a sus etapas y capacidades.

9. Apóyate en la iglesia.

Alabo al Señor por mis hermanos músicos que suben contenido a Internet. Acceder a sus recursos nos permite exponer a nuestros hijos a contenidos centrados en Cristo, edificantes y agradables de oír. Esto refresca nuestras rutinas y nos ayuda en nuestras limitaciones musicales.

¡Que nuestra crianza rinda gloria y alabanza a nuestro digno Dios y Salvador Jesucristo!

Si no entonas bien o necesitas apoyo musical, alaba al Señor junto a la multitud de recursos bíblicos que hay en Internet. Pero recuerda que tanto Dios como tus hijos mirarán principalmente la devoción de tu corazón. No te cohibas por tus limitaciones.

Un reto que vale la pena

Aunque todo esto es un reto, también lo es la vida misma del creyente. Dios nos llama a ser como familia lo que debemos ser como individuos: adoradores permanentes que dependen de su gracia.

Busquemos fortaleza en Su poder y luchemos por cultivar esta devoción permanente mientras impulsamos a nuestros hijos a entregar sus vidas como sacrificios vivos a Jesucristo (Ro 12:1).

La gracia de Dios nos aceptará en nuestra debilidad y nos fortalecerá para crecer en Su voluntad mientras procuramos agradarle. Dependamos de Él y seamos diligentes para discipular a nuestros hijos con música. ¡Que nuestra crianza rinda gloria y alabanza a nuestro digno Dios y Salvador Jesucristo!

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