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La palabra “devocional” es una de esas que los cristianos usamos todo el tiempo pero muchos no tienen claro qué significa. 

El ministerio Got Questions define devocional diario como “una frase utilizada para denotar la disciplina de la lectura de la Biblia y la oración con la que los cristianos comienzan o terminan su día”. Básicamente, un tiempo devocional es un momento en el que detenemos todas nuestras actividades e inclinamos nuestro corazón para buscar al Señor. Un tiempo devocional también puede incluir otras prácticas además de leer y orar (como memorización bíblica, escribir un diario, música, etcétera), pero todas esas prácticas básicamente fortalecen el hecho de escuchar a Dios y elevar nuestra voz hacia Él.

Cuando empecé a caminar con Cristo, nadie me enseñó cómo hacer un devocional. A pesar de eso, todo los cristianos a mi alrededor hablaban de sus “tiempos con Dios” y del deleite de pasar momentos de quietud y devoción cada día. No sabía bien qué era ni cómo funcionaba, pero era bastante claro que yo también tenía que hacer un devocional todos los días. Quizá te encuentras en el mismo lugar que estuve yo, sonriendo incómodamente cuando surge el tema y preguntándote si realmente lo estás haciendo bien. Si es así, quiero ayudarte.

Primero que nada, permíteme dejar claro que no hay fórmulas ni reglas universales a la hora de tener un devocional diario. Las cosas no siempre lucirán igual. Mi tiempo de lectura bíblica y oración es diferente ahora que tengo un bebé y no estoy en mis años de soltera. Eso está bien. 

También quiero recalcar que los tiempos devocionales no siempre son “deleitosos”. En muchas ocasiones lo son, pero hay veces que uno no siente nada cuando lee la Biblia… ¡y en otros momentos ni siquiera entendemos lo que Dios está diciendo! A veces te quedarás sin palabras a la hora de orar. Ninguna de estas cosas significa que Dios no está cerca o no está hablando. El problema son nuestros propios corazones. Por eso, una de nuestras oraciones más frecuentes debe ser: “Abre mis ojos, para que vea las maravillas de Tu ley” (Sal. 119:18).

El devocional es un momento del día en el que detenemos todo lo demás e inclinamos nuestro corazón a la Escritura.

Aun cuando no “sintamos nada” a la hora de tener un devocional, debemos acercarnos con fe, sabiendo que Jesús ha abierto completamente el camino al Padre y que el Espíritu Santo mora en nosotros para guiarnos (Ef. 2:18). Sea cual sea nuestro estado emocional, permanezcamos siempre en la verdad.

Dicho lo anterior, estamos listos para explorar cinco principios que debemos tener en mente cuando hablamos de tener un tiempo devocional:

1) La centralidad de la Palabra

No me fascina que los devocionales suelen llamarse “tiempos con Dios”. Pareciera como si solo estuviéramos con el Señor durante un momento para luego andar por la vida como si Él no fuera con nosotros.

Pero la frase “tiempo con Dios” sí nos ofrece una pista de algo importante que buscamos en cada devocional: ser intencionales para escuchar la voz del Señor a través de la Biblia. El devocional es un momento del día en el que detenemos todo lo demás e inclinamos nuestro corazón a la Escritura para reconocer que necesitamos conocer a nuestro Hacedor y su Palabra.

Probablemente sabes que leer la Biblia es crucial, pero ¿por dónde empezar? Sentirse abrumado es normal. La Biblia es un gran libro formado por muchos libros, escritos hace mucho tiempo en una cultura extremadamente distinta a la nuestra. Con todo, la Palabra es accesible para todo creyente, así que no desmayes.

Cuando hablamos de la lectura bíblica es importante recordar que lo que buscamos es calidad, no cantidad. Preocúpate más por ser fiel a la hora de leer que por el número de capítulos que terminaste. La Biblia es un libro que trata de Dios; nuestra primera pregunta debe siempre ser: “¿Qué me dice este pasaje acerca del Señor?”. En Coalición por el Evangelio tenemos muchísimos recursos para que aprendas a leer la Biblia con Jesús en el centro. 

También debes tener una estructura para tu lectura. No llegues a la Biblia y elijas al azar un fragmento para leer hoy. Puedes usar un plan de lectura anual (o de dos años), o seleccionar un libro y estudiarlo durante un mes, por ejemplo. La clave es entender la Biblia en su contexto, no seleccionar frases “motivadoras” de aquí y allá para empezar el día.

En resumen: fidelidad y estructura. Todos nos sentimos abrumados y torpes al principio, pero eso cambia conforme conoces la Biblia más y más.

Cada vez que tu corazón se sienta desanimado y sin ganas de orar, recuérdale del gran privilegio que es ser escuchado por el Dios del Universo.

Muchos cristianos dicen anhelar escuchar la voz de Dios, pero pocos abren sus Biblias para encontrarse con la Palabra de Dios. Preferimos que nos digan cómo es Dios o qué es lo que debemos hacer para agradarle, en lugar de buscarlo nosotros mismos en la Escritura. Leer la Biblia es un regalo que desafortunadamente no todos tienen, no lo desperdicies.

2) El privilegio de la oración

En un devocional buscamos escuchar la Palabra de Dios, pero también elevar nuestra voz hacia Él. Cuando hablamos de la oración, la pregunta más común no suele ser cómo orar (después de todo, si estás leyendo este artículo probablemente sabes comunicarte de alguna manera), sino qué cosas orar o cómo ser constante en la práctica.

Para ambas cosas te aconsejo lo siguiente: ora la Biblia. Toma el pasaje que acabas de leer y conviértelo en una oración. Por ejemplo, hoy estuve leyendo Proverbios 1:20-25:

“La sabiduría clama en la calle,
En las plazas alza su voz;
Clama en las esquinas de las calles concurridas;
A la entrada de las puertas de la ciudad pronuncia sus discursos:
«¿Hasta cuándo, oh simples, amarán la simpleza,
Y los burladores se deleitarán en hacer burla,
Y los necios aborrecerán el conocimiento?
Vuélvanse a mi reprensión,
Y derramaré mi espíritu sobre ustedes;
Les haré conocer mis palabras.
Porque he llamado y han rehusado oír,
He extendido mi mano y nadie ha hecho caso.
Han desatendido todo consejo mío
Y no han deseado mi reprensión”.

Nuestra oración puede fluir así de este pasaje:

“Señor, gracias porque la sabiduría no está escondida. Gracias porque no está disponible solo para unos cuantos. Quiero escuchar la voz de la sabiduría, Señor. No quiero amar la simpleza ni aborrecer el conocimiento. Tú eres la fuente de la sabiduría, oh Rey. No permitas que ignore su llamado. Ayúdame a atender su consejo”.

Cada pasaje de la Biblia puede convertirse en una oración. Puedes orar por otros usando la Escritura. Orar la Biblia te dará palabras cuando no tienes ninguna y te ayudará a ser constante en la práctica porque no tienes que esperar a “sentirte inspirado”. Toma tu Biblia, léela con fidelidad, y eleva una oración fruto de lo que has aprendido.

El verdadero creyente anhela hacer el bien, anhela la comunión con Dios, a pesar de que la carne es débil y se resiste.

Cada vez que tu corazón se sienta desanimado y sin ganas de orar, recuérdale del gran privilegio que es ser escuchado por el Dios del Universo.

3) La necesidad de la constancia

Pero ¿tengo que hacer un devocional todos los días? Esa es una de las preguntas más comunes sobre este tema. Y empezamos mal, con la frase tengo que. El cristiano no busca la comunión con su Dios porque tenga que hacerlo, como si fuera una carga o mero deber. El cristiano sabe que la comunión con Dios es una necesidad y un enorme privilegio.

Si tu pregunta es si tienes que tener un devocional para que Dios no se enoje contigo o te deje de bendecir, la respuesta es no. No tienes que. El evangelio nos enseña que nada —ni siquiera una negligencia en nuestros devocionales— nos puede separar del amor de Dios (Ro. 8:35-39). La vida eterna, el conocer a Dios, es un regalo que recibimos sin merecerlo y nadie puede arrebatárnoslo.

Ahora, si el párrafo anterior te hizo alegrarte porque ya tienes la excusa perfecta para no leer y orar todos los días, ten mucho cuidado. Esa no es la actitud de un corazón que ha sido regenerado. El verdadero creyente anhela hacer el bien, anhela la comunión con Dios, a pesar de que la carne es débil y se resiste. En el cristiano hay una lucha. Si lo que estás buscando son excusas, ¡examina tu corazón!

Nuestra necesidad del Señor es mayor a nuestra necesidad del alimento, el agua, y el aire. ¿Refleja nuestra vida devocional esta verdad?

En la Escritura no encontramos una cantidad mínima de veces a la semana o al día que debemos acercarnos a Dios en intimidad. Lo que sí vemos son ejemplos de constancia. Daniel oraba al Señor tres veces al día (Dn. 6:10); Job ofrecía continuamente holocaustos al Señor (Job 1:5).

El salmista escribió:

“En cuanto a mí, a Dios invocaré,
Y el Señor me salvará.
Tarde, mañana y mediodía me lamentaré y gemiré,
Y Él oirá mi voz”, Salmo 55:16-17.

La Biblia nos muestra a Jesús orando “muy de mañana” (Mr. 1:35), “toda la noche” (Lc. 6:12), y por la tarde hasta el anochecer (Mr. 6: 46-47). El momento del día no es tan importante como la idea de clamar continuamente al Señor.

Nunca preguntamos: “Pero ¿tengo que comer todos los días? ¿Tengo que tomar agua? ¿Tengo que respirar?”. Son cosas que hacemos porque las necesitamos para sobrevivir. Nuestra necesidad del Señor es mayor a nuestra necesidad del alimento, el agua, y el aire. ¿Refleja nuestra vida devocional esta verdad?

4) La intimidad de la quietud

Otro patrón que observamos en la Biblia, cuando se trata de la comunión personal con Dios, es la quietud. Si bien no existe un momento del día o lugar específico en el que la Biblia nos llame a tener estos “tiempos devocionales”, la Escritura sí hace un énfasis en la quietud y la soledad (al menos ocasional) a la hora de acercarnos al Señor (Mt. 6:6). En los Evangelios vemos varias veces a Jesús apartarse de las multitudes y de sus discípulos para orar al Padre (Mr. 1:35, 6:46-47; Lc. 5:15-16, 6:12, 9:18, 22:41-42).

Esta práctica lucirá diferente para cada uno de nosotros, e incluso cambiará según las temporadas de nuestra vida. Recuerdo encerrarme en el baño a orar en mi juventud, pues compartía una pequeña habitación con mis dos hermanas. Cuando me casé, hubo un tiempo en el que me despertaba a las 4 de la mañana para leer y orar antes de que mi esposo se levantara. Ahora que tengo un niño pequeño, he tenido que cambiar mi tiempo devocional muchas veces para adaptarme a sus necesidades (¡mi esposo es una gran ayuda y se asegura de que yo tenga momentos en los que pueda leer y orar sin preocuparme por el pequeño!).

Quizá tus devocionales no parezcan dignos de fotografía, pero eso no es lo que nuestro Padre está buscando. Él anhela adoradores en Espíritu y en verdad.

Algunas personas tienen más flexibilidad con su tiempo y más ayuda que otras. Haz lo mejor que puedas para apartarte con regularidad, pero no te afanes si el tiempo que tienes disponible es menos que el que quisieras. El Señor conoce tu corazón y ninguna temporada dura para siempre. Por otro lado, si tienes una gran cantidad de tiempo en tus manos, ¡aprovéchalo! Sea mucho o sea poco, sé fiel con lo que tienes.

5) La libertad de la transparencia

Finalmente, debemos recordar que Dios conoce nuestros corazones aún mejor que nosotros mismos. No es necesario pintarnos una sonrisa en el rostro para venir delante del Señor. Así como los salmos registran una amplia gama de emociones —desde gozo (salmo 33) hasta profundo lamento (salmo 77)— nosotros también podemos expresarnos genuinamente delante del Señor.

No esperes a “sentirte mejor” o a “vencer ese pecado” para acercarte al Señor con devoción. Quizá tus devocionales no parezcan dignos de fotografía, pero eso no es lo que nuestro Padre está buscando. Él anhela adoradores en Espíritu y en verdad. El sacrificio de Jesús nos permite ser contados entre esos adoradores. Si tienes a Cristo, tienes todo lo que necesitas para la comunión con Dios. En Él podemos cantar con el salmista: “Prueben y vean que el Señor es bueno. ¡Cuán bienaventurado es el hombre que en Él se refugia!” (Sal. 34:8).


Imagen: Lightstock.
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