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¿A Dios le importa cómo me visto?

Acercándonos al corazón de la modestia

La moda de los setenta está regresando con fuerza. Así es, aquella época destacada por los estilos inspirados en hippies y bohemios tales como ponchos, tacones de plataforma, vestidos folclóricos estampados, accesorios con flecos y ganchillos y cortes de pelo degrafilado. Para el clima caluroso, los pilares de esta paleta de moda eran las blusas halter cortas y los pantalones cortos.

Para aquellos de ustedes que no estaban pendientes de esta tendencia la última vez que estuvo de moda, los pantalones cortos eran extremadamente cortos (micro shorts) hechos de telas ostentosas como el terciopelo o el satén. Estaban de moda cuando era adolescente. La que quería ser reconocida tenía que actualizar su atuendo con este artículo de vestuario tan de moda. Decidida a ser tan genial como mis compañeras, tomé un autobús hasta el centro comercial local para comprarme un par.

Los pantalones cortos floreados de satén de color rosa fluorescente que colgaban de la vitrina eran perfectos. Me enamoré. Tenían un precio más alto de lo que me esperaba, pero eran absolutamente fabulosos y estaba segura de que traerían consigo algunos cumplidos. Así que, con mucho cuidado conté el efectivo que tanto me costó ganar para hacer la compra.

Mi euforia duró muy poco. Mis padres consideraron que la compra que había hecho para estar a la moda era inmodesta. En su opinión, esos pantalones cortos eran simplemente demasiado cortos para ser usados. Para mi exasperación, me enviaron de regreso al centro comercial por un reembolso.

La policía de la modestia

Fue entonces cuando recibí la primera regla de modestia que debía considerar para mi guardarropa: mis pantalones cortos por encima de la rodilla no podían tener menos de cinco palmos de largo. Recuerdo estar de pie en los camerinos con los dedos juntos lo más sueltos posible, colocando una mano sobre otra, tratando de encontrar un par de pantalones cortos que estuvieran al nivel (o quizás debería decir a «un nivel más bajo») de este estándar casi imposible de encontrar.

Modestia. La palabra me hacía enfurecer.

¿Por qué el énfasis específico al sexo femenino de que las niñas y las mujeres se vistan con modestia? No me parecía justo. Mis cinco hermanos no tuvieron que soportar un escrutinio interminable de sus guardarropas. No era mi culpa que algunos chicos no pudieran mantener sus ojos en sus papas fritas. ¿Por qué debería recaer sobre mis hombros la responsabilidad de su mundo mental?

La modestia tiene mucho más que ver con la condición de nuestro corazón que con las características específicas de nuestro guardarropa

En la iglesia, las discusiones sobre la modestia se centran, de manera principal, en la ropa femenina. Muchos maestros enfatizan que los hombres se estimulan por lo que ven. A las mujeres se les dice que si se visten de una manera muy sexual, pueden incitar a sus hermanos cristianos a pecar y pueden terminar en pecado sexual ellas mismas.

Por lo tanto, el tema de la modestia a menudo se reduce a la pregunta de cuál es la mejor forma de ayudar a los hombres a evitar la tentación: ¿Qué tan bajo es muy bajo? ¿Qué tan corto es muy corto? ¿Qué tan apretado es muy apretado? ¿Qué tan transparente es demasiado transparente? ¿Cuánta piel es demasiada piel?

Las mujeres pueden ser las peores críticas unas de las otras. En las reuniones de la iglesia, la policía autoproclamada de la modestia revisa de manera secreta cómo las demás están vestidas para determinar si alguna de las hermanas es culpable de algún delito contra los hermanos (Mujeres, saben de lo que estoy hablando).

He tenido algunos enfrentamientos con la policía de la modestia. Como esposa de un pastor joven, una vez fui corregida por una hermana bien intencionada por el «pecado» de usar una falda lápiz y, para colmo de males, una que no se extendía muy por debajo de mi rodilla. La evaluación incesante de mi guardarropa por parte de esta mujer me llevó a una fase de vestidos largos, feos y holgados que (para gran consternación de mi esposo) duró casi dos años.

Los ruedos y corazones 

Las mujeres que se criaron en la iglesia conocen muy bien que la Biblia nos instruye que debemos vestirnos con modestia.

«Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad» (1 Timoteo 2:9-10).

Hemos escuchado la amonestación varias veces. Cuando le dije a una amiga que me habían pedido que escribiera un artículo sobre la modestia, suspiró, puso sus ojos en blanco y bromeó: «¿En serio? ¿No hay nada más de qué hablar?».

Lo entiendo. El tema puede resultar aburrido porque, con demasiada frecuencia, la modestia se presenta como obediencia a un conjunto de reglas legalistas. Además, las reglas son algo arbitrarias. Se diferencian de un lugar a otro, de una iglesia a otra, de una cultura a otra, de una situación a otra y de una persona a otra. Sin embargo, si una mujer cristiana quebranta alguna de estas reglas, se toma en cuenta y aun se cuestiona su compromiso con su santidad. La policía de la modestia le ha dado una mala reputación a la modestia.

Me parece que el énfasis en cómo deben o no deben vestirse las mujeres pasa por alto un punto crucial. La modestia tiene mucho más que ver con la condición de nuestro corazón que con las características específicas de nuestro guardarropa. Además, la modestia no solo se aplica a las mujeres o la ropa de mujer. También es un rasgo que la Biblia promueve para los hombres.

Un estándar común

Algunas de las mujeres ricas de la iglesia de Éfeso se vestían de manera inapropiada. Su ropa era opulenta, sus joyas excesivas y sus peinados extravagantes.

En su primera carta a Timoteo, Pablo anima a estas mujeres bien arregladas a vestirse de una manera que vaya acorde con su carácter cristiano (1 Ti 2:9-10). Utiliza tres palabras griegas para ayudarles a comprender lo que implica la vestimenta piadosa. Su elección de ropa debía ser kosmios, aidos y sophrosune: decorosa, modesta y pudorosa o prudente.

Estos tres términos están relacionados de manera estrecha; sus significados son ricos y se superponen. Brindan a las mujeres un entendimiento valioso sobre qué sí y qué no usar. Pero tienen una aplicación mucho más amplia que esa.

Solo unos pocos versículos después de instruir a las mujeres a vestirse de una manera decorosa y prudente, Pablo instruye a los obispos a ser decorosos y prudentes (1 Ti 3:2). El comportamiento decoroso y la prudencia (dominio propio) son rasgos que deben mostrar todos los que aman a Cristo (Ro 13:13; Gá 5:23).

Pero ¿qué pasa con la modestia? ¿La modestia es exclusiva de las mujeres y la ropa de mujer?

Una forma de la palabra aidos (modesto) de 1 Timoteo 2:9 también se encuentra en algunos manuscritos de Hebreos 12:28: «Ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y [aidous]». Pero otros manuscritos usan la palabra deous en lugar de aidous y, por ende, la mayoría de los estudiosos toman esta opción como la lectura original. Por lo tanto, los traductores utilizan palabras como «asombro», «temor piadoso» o «reverencia» en lugar de «modestia».

Sin embargo, este uso de aidos sugiere que la idea de modestia y de reverencia están entrelazadas. Debemos adorar a Dios con modestia. Es decir, con el debido respeto y consideración y no con arrogancia, insolencia o con un sentido descarado de importancia personal. Es más, este uso sugiere que los primeros cristianos veían la modestia como una actitud piadosa que influía más allá de la forma en que vestía una mujer. De hecho, todo lo que un creyente hace debe surgir de una conducta hermosa y modesta.

La fe de una mujer debe influir en sus elecciones de vestuario de la misma manera que influye en el resto de su comportamiento

Cuando Pablo les dijo a las mujeres en Éfeso que su ropa debía ser modesta, no estaba aplicando un estándar aislado a las mujeres o a la ropa de las mujeres. Estaba señalando que la fe de una mujer debe influir en sus elecciones de vestuario de la misma manera que influye en el resto de su comportamiento.

Su ropa debe ser decorosa y modesta, demostrando dominio propio, porque esa es la norma común para toda conducta cristiana. Este estándar también se aplica a los hombres.

Tres preguntas cruciales

Observa que Pablo no se unió al equipo de patrullaje de la modestia. No estableció un conjunto de reglas externas. No les dijo a las mujeres en Éfeso que los escotes de sus togas debían cubrir sus clavículas o que el largo de sus faldas solo podían tener un número específico de palmos por encima de los tobillos. No especificó cuántas trenzas, cuánto oro o cuántas perlas una mujer modesta podía usar.

No. Él llevó la discusión a un nivel más profundo y mucho más reflexivo. La Biblia establece un estándar para la vestimenta piadosa que supera con creces la observancia de un conjunto de reglas. Promueve el tipo de piedad que fluye de adentro hacia afuera: una piedad verdadera; no solo la apariencia de piedad.

Para esto, debemos pasar de discutir la longitud de nuestras faldas para poder abordar la condición de nuestros corazones. Los tres calificativos que Pablo usa (1 Ti 2:9-10) nos ayudan a examinar si nuestro corazón está en el lugar correcto cuando consideramos qué sí y qué no ponernos.

1. ¿Es apropiado o inapropiado?

La palabra griega kosmios significa que algo es apropiado o respetable. La preocupación principal de Pablo es que nuestra vestimenta sea apropiada, congruente, conforme y consistente con nuestro carácter como hijas de Dios. Respetable significa, en los términos de Dios, que se hace más fácil (en lugar de más difícil) que los demás nos respeten.

Esta palabra nos desafía a tener una perspectiva cósmica que influya en nuestras decisiones diarias. Según Pablo, las mujeres piadosas adoptan un enfoque muy diferente de la ropa que las mujeres que no conocen a Jesucristo. Se visten de una manera que es acorde con su carácter cristiano.

Nuestro Señor quiere que sus hijas sean asombrosamente hermosas. Enfatiza de manera repetitiva que la belleza de una mujer, y su embellecimiento, es algo que comienza en el interior. El corazón es donde nos vestimos de Cristo y su ropa. Por lo tanto, una mujer piadosa se preocupa mucho más por su apariencia espiritual que por su apariencia física. La justicia de Cristo es la ropa que ella se pone para que otros la vean (Ro 13:14).

El adorno espiritual es la realidad. El adorno físico es el símbolo de esa realidad. Nuestra vestimenta externa es de importancia secundaria, pero no es sin importancia, ya que da testimonio de nuestra vestimenta espiritual.

Lo que vestimos por fuera debe ser apropiado «como corresponde a las mujeres que profesan la piedad» (1 Ti 2:10). Lo externo debe expresar y coincidir con lo interno.

2. ¿Es decente o indecente?

Como mencioné anteriormente, aidos, la palabra bíblica para «modestia», significa respeto y consideración debida. Es lo opuesto a la arrogancia, insolencia o a un sentido descarado de importancia personal. Aidos implica una restricción interna o aversión hacia todo lo que es indecoroso o indecente a los ojos de Dios.

Vestirse con modestia significa primero que no desafiamos a Dios. Elegimos ropa que sea decente a sus ojos, no ropa provocativa, seductora y que honra la desnudez. Cuando nos vestimos con decencia, reconocemos que Dios ordenó ropa para cubrir y así no llamar la atención sobre nuestra piel desnuda. Nos cubrimos por respeto a Él, al evangelio, a otras personas y por respeto a Aquel que nos dio la vida.

Una mujer cuyo corazón ha sido embellecido por la santidad se deleitará en vestirse de la manera que agrada a su Señor

Se supone que nuestra ropa dice la verdad sobre el evangelio. Muestra al mundo que Jesús cubre nuestra vergüenza y nos hace decentes. Nuestra ropa cubre nuestra desnudez como la ropa de Cristo cubre nuestro pecado (Ap 3:18).

La decencia significa que estamos de acuerdo con nuestro Señor sobre el verdadero propósito de la vestimenta y con humildad dejamos a un lado nuestros propios intereses para vestirnos de una manera que exalte a Jesús.

3. ¿Es moderado o excesivo?

Las mujeres piadosas son prudentes en su comportamiento y en la forma en que se visten. Controlan sus impulsos y evitan los extremos extravagantes en la moda, los peinados y el maquillaje. Evitan gastar grandes cantidades de dinero o llenar sus armarios con grandes cantidades de ropa. Como ocurre con todo lo demás que hacen, sus decisiones de vestimenta se rigen bajo un sentido santo de moderación, sencillez y dominio propio.

Comprender el propósito de la ropa y hacerte estas tres preguntas («¿Es apropiado?», «¿Es decente?» y «¿Es moderado?») te ayudará a descubrir qué ponerte. No olvides incluir al «Consolador» en el proceso. El Espíritu Santo se preocupa por tu ropa. Él tiene un gran interés en asegurarse de que adornes tu cuerpo de una manera que honre a Cristo.

«¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos? Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo» (1 Corintios 6:19-20).

La ropa no se trata de nosotras. Su propósito es mostrar verdades profundas sobre Dios y el evangelio de Jesucristo. El adorno espiritual es la realidad. El adorno físico es el símbolo de esa realidad. Una mujer cuyo corazón ha sido embellecido por la santidad se deleitará en vestirse de la manera que agrada a su Señor.

Más allá del legalismo y el descuido

El mundo presenta sus últimas y más grandes tendencias de moda cada año. Los pantalones cortos retro y las blusas halter cortas pueden volver a estar de moda. Algunas cristianas se unirán a la policía de la modestia para determinar si las demás hermanas están cubriendo su piel lo suficiente. Otras se rebelarán contra cualquier intento de frenar la libertad femenina y contra el traslado de la responsabilidad de la pureza sexual masculina sobre los hombros de las mujeres.

Pero la Biblia contradice tanto la actitud legalista como la descuidada. Nos desafía a rechazar un enfoque crítico basado en reglas que mide la modestia por el largo del ruedo en lugar del corazón. También nos desafía, tanto a hombres como a mujeres, a abrazar con gozo el concepto de modestia y a considerarlo una virtud hermosa (en lugar de restrictiva).


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Equipo Coalición.
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