×

Mi mentor me llamó por teléfono. Su voz se quebró al contarme sobre otro pastor descalificado por pecado sexual. No lo veíamos venir. Ninguno de los dos imaginaba que este hombre habría sido ciego ante la devastación contra la que advertía a otros.

¿Cómo cae un pastor? Descuidando su caminar diario, desatendiendo la vigilancia contra el pecado, abusando de la gracia de Dios, al no ver su matrimonio como un testimonio del evangelio, dejando de pastorear a su rebaño y olvidando la esperanza del evangelio.

Suele suceder de forma gradual. Las disciplinas que antes se practicaban con constancia comienzan a descuidarse debido al ritmo del ministerio. Poco a poco, se salta los momentos de devoción, deja de luchar contra el pecado y descuida la renovación espiritual. Se vuelve orgulloso por su conocimiento y por las oportunidades que tiene, termina creyendo las alabanzas exageradas sobre su grandeza. Este abandono de las disciplinas y actitudes correctas abre la puerta a miradas indiscretas, ceder al voyeurismo y relajar límites prudentes, como la regla de Billy Graham. Como bien advirtió Charles Spurgeon: «Será en vano que almacene libros en mi biblioteca, organice sociedades o planifique proyectos si descuido mi propio cuidado».

En lugar de volverme insensible ante las crecientes caídas, cada una me impulsa a cuidar mi caminar y a combatir la presunción.

No desperdicies el duelo

La llamada de mi mentor me llenó de dolor hace 32 años. Sin embargo, en esta etapa, cada descalificación parece intensificar mi pesar, revelando la debilidad de mi carne y el peligro de mi llamado: debilidad porque, cuando un hermano cae, me veo obligado a mirarme nuevamente al espejo; peligro porque me recuerda de manera vívida que el adversario anda buscando a quien devorar (1 P 5:8-10).

En lugar de volverme insensible ante las crecientes caídas de líderes cristianos, cada una me impulsa a cuidar mi caminar y a combatir la presunción

En estos momentos, me hago preguntas: ¿En lugar de señalar con el dedo la debilidad de mi hermano, recuerdo con sobriedad que yo también puedo ser tentado de manera similar (Gá 6:1)? ¿Reconozco mis debilidades y corro a Cristo (Ef 5:3-13)? ¿Escucho la advertencia del Espíritu, que me impulsa a «tener cuidado de mí mismo» (Hch 20:28)? ¿Percibo los peligros espirituales tanto externos como internos; Satanás y la carne (Ef 6:12; Gá 5:16-21)? ¿Estoy alerta ante los engaños del orgullo que me dicen: «Oh, no te preocupes, tú nunca harías eso» (Pr 16:18; Jer 17:9)? ¿Doy atención devota a amar a mi esposa como Cristo ama a la iglesia (Ef 5:25-29)? ¿Mantengo una rendición de cuentas con mi esposa, mis compañeros ancianos y mis amigos pastores (Stg 5:16)? ¿Pienso en el daño irreparable que podría causar a la iglesia al no ser un ejemplo para el rebaño (1 P 5:3)? ¿Obedezco el llamado de Richard Baxter: «Tengan cuidado de ustedes mismos, no sea que su ejemplo contradiga su doctrina, y que pongan tropiezos delante de los ciegos que puedan ser ocasión de su ruina»? ¿Vivo con la conciencia de que rendiré cuentas al gran Pastor (He 13:17)?

Cuando el dolor llega con la noticia de un hermano caído, no lo desperdicies. Examina tus patrones y hábitos. Observa tu caminar. Reflexiona sobre tu matrimonio. Evalúa tus relaciones y tu tiempo a solas. Sé implacable al tratar con todo aquello que el Espíritu, en Su gracia, te revele como un posible punto de quiebre hacia el fracaso moral. Humíllate ante la gracia de Dios que te ha protegido y sostenido.

Vive intencionalmente como cristiano

La mayoría de los problemas espirituales que enfrentamos se originan en el descuido de lo evidente. Por ello, vive intencionalmente en Cristo. Él nunca nos abandona ni nos desampara (He 13:5). Tres exhortaciones de Pablo ofrecen un patrón saludable para mantenernos firmes.

1. Camina de manera digna de tu llamado en Cristo

Deja que tu vida diaria refleje la gracia de Dios. Permite que lo que Jesús hizo a través de Su muerte y resurrección —liberarte de la culpa y el poder del pecado; sellarte y morar en ti por medio del Espíritu; y darte una nueva naturaleza recreada en Cristo, en justicia y santidad de la verdad (Ef 1:7-8, 13-14; 2:4-10; 4:24)— transforme tu vida. El pastor del siglo XIX, Thomas Murphy, nos recuerda: «El verdadero poder del pastor está en su genuina piedad». Que tu piedad sea verdadera.

2. Vive conscientemente en la voluntad de Dios cada día

Después de exhortar a los cristianos a tener cuidado de cómo andan, «no como insensatos sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos», Pablo escribe de forma directa: «No sean necios, sino entiendan cuál es la voluntad del Señor» (Ef 5:15-17).

Cuando el dolor llega con la noticia de un hermano caído, no lo desperdicies. Examina tus patrones y hábitos. Observa tu caminar. Reflexiona sobre tu matrimonio

Reconocemos que cualquier hombre que rompe sus votos matrimoniales es un insensato. Así que, no seas insensato. En lugar de eso, enfócate en vivir en la voluntad de Dios: mantén un caminar saludable en Cristo (guardando el corazón del libertinaje y siendo lleno del Espíritu); vive una vida de adoración gozosa y agradecida (practicada especialmente de manera colectiva); sé enseñable, reverenciando a Cristo (sometiéndose unos a otros); y disfruta de un matrimonio lleno de amor y pasión (reflejando la relación entre Cristo y la iglesia) (vv. 15-33).

Martyn Lloyd-Jones explicó que la «tarea más importante del predicador es prepararse a sí mismo, no su sermón». ¡Hermanos, primero lo primero!

3. Recuerda la esperanza del llamado de Cristo

La esperanza nos dirige hacia todo lo que Jesús ha asegurado y prometido a través del evangelio (Ef 1:18). Sabemos que Jesús nos salva para vivir en Él ahora, pero también nos redime para estar con Él por toda la eternidad.

De manera práctica, debemos aprender a sentir el llamado del cielo mientras vivimos con la esperanza segura de ver a Jesús cara a cara (1 Jn 3:2-3). Ahora disfrutamos un anticipo de la experiencia de Jesús, pero anhelamos un océano infinito de gloria cuando lo contemplemos. Mirar hacia la gloria futura nos purifica, protegiéndonos de caer en la insensatez del pecado. ¿Por qué traicionaríamos la esperanza del evangelio por algo tan degradante como comer de un basurero?

Jesús es mejor

No lo compliques demasiado. Sí, la carne tiene patrones miserables, el adversario busca devorar y el mundo exhibe una gloria falsa. Pero Jesús es más que eso. No seamos tan insensatos como para pensar que el mundo, la carne y el diablo ofrecen belleza, satisfacción y gozo. No pueden. Solo Jesús lo hace.

No seamos tan insensatos como para pensar que el mundo, la carne y el diablo ofrecen belleza, satisfacción y gozo. No pueden. Solo Jesús lo hace

No seas el motivo de esa llamada angustiante. Vive cada día en Jesús. Camina de manera digna. Vive en la voluntad de Dios. Enfócate en la esperanza. Transforma tu dolor por un pastor caído en una intensa devoción a Jesús, quien te guarda y te hace estar firme en Su presencia con gran gozo (Jud v. 24).


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando