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Me ha impactado interactuar con personas que llevan cicatrices profundas hechas por su padre o esposo, quien es pastor de una iglesia.

En algunos casos, las cicatrices vienen acompañadas de confusión por intentar entender la discrepancia de cómo la iglesia ve a su esposo o padre, comparada con su experiencia personal en el hogar. En el mejor de los casos, las personas están de acuerdo con lo que oyen: “Él es un hombre especial, amoroso, sacrificial, sabio”… el problema es que hace mucho tiempo dejó de mostrar esas cualidades en el hogar.

En otros casos, las familias, en su pesar, no lo ven con tanta gracia. Su dolor no se puede ocultar, y la discrepancia se explica diciendo que él “amaba más a la iglesia”, o “amaba más a la obra que a mí”. Eso resulta en resentimiento contra la iglesia y, en algunos casos, hacia Dios.

¡No lo olvides! Puedes perder tu ministerio por tu familia y tu familia por el ministerio.

La relación entre la familia del pastor y su ministerio es crucial. La Biblia, al describir las características de un pastor, deja claro que es un hombre que está fielmente liderando y pastoreando su hogar. Tito 1:6 y 1 Timoteo 3:2-5 muestran las características específicas que un hombre debe tener si desea ser pastor. Estas giran alrededor de entender que servir en su hogar fielmente (no perfectamente) es una condición para servir en la iglesia. Esto va de la mano con Efesios 5:22, donde vemos que el matrimonio tiene como objetivo ser un símbolo de la relación entre Cristo y su iglesia. Con eso en mente, el matrimonio del pastor se convierte en una imagen viva del evangelio en su ministerio.

Espero que los siguientes consejos puedan ser de ayuda. Recordemos que la Biblia es suficiente para todo en la vida y la piedad, y que el demonio es un león rugiente buscando a quién devorar. A él le encantaría devorar a las familias de aquellos que han sido encomendados con el ministerio de la Palabra.

A Satanás le encantaría devorar a las familias de aquellos que han sido encomendados con el ministerio de la Palabra.

1. Ten buena comunicación con tu familia

Tu familia, no este artículo, debe guiar los pasos de cómo mantener a tu hogar como prioridad. Algo simple pero que requiere valentía y humildad es que en oración le preguntes a tu esposa si hay algo que puedes hacer o dejar de hacer para comunicarle a tu familia que son una prioridad. No solo recibirás ideas prácticas, sino que le demostrarás a tu familia que tu deseo es servirles como Cristo sirve a la Iglesia. Busca que estos diálogos sean algo natural y común en la vida del hogar.

Me llevé una gran sorpresa al descubrir que las cosas que yo pensaba eran de gran prioridad, no eran tan importantes para mi esposa, mientras que otras que me parecían muy básicas, en realidad eran muy importantes.

2. Ten liderazgo intencional

Voy a suponer que eres un pastor que entiende la importancia de un ministerio bíblico. ¿Te subirías al púlpito con el propósito de glorificar a Dios y edificar a su pueblo sin haber sido intencional en prepararte para ese momento? Es increíble que, muchas veces, las personas que tomamos tanto tiempo para prepararnos para el ministerio público de la Palabra no tomamos esa misma intencionalidad al pastorear a quienes Dios nos dio como nuestra primera prioridad.

Con eso en mente, sé intencional en liderar el tiempo de adoración familiar. No estoy diciendo que tengas que predicarle a tu esposa y bebé de dos años, versículo a versículo, Efesios 1:3-14, sino que debes ser intencional en pastorear a tu familia en el día a día. De manera práctica esto implica hacer preguntas espirituales y, con respecto al tiempo de adoración familiar, tomar la responsabilidad de programar ese tiempo en la rutina normal del hogar. Una sugerencia de estructura es que este tiempo incluya cantar, leer la Biblia, y orar.

3. Cuida tu día de descanso.

El ministerio nunca tiene pausas. Siempre hay alguna llamada, una lección que preparar, alguien con quien hablar. Con ese ritmo es fácil sacrificar nuestra familia en el altar del ministerio. Es por eso que es importante que seamos intencionales en cuidar, al menos, un día de descanso. Este día de descanso es especial, ya que es un día de enfoque exclusivo para la familia.

Una sugerencia simple es que cambies la forma en que te refieres a este día delante de la iglesia y en tu horario. Yo vi una gran diferencia cuando empecé referirme al lunes (mi día de descanso) como el “día de familia”. Discipula a la congregación para que te ayude a cuidar ese día, ya que es una manera práctica de amar y velar por la familia.

Muchas veces es aquí donde debemos tener muy claro el primer punto. Hay emergencias que no pueden esperar, pero, de lo contrario, debemos estar listos para decir algo como: “Hermano, no puedo reunirme el lunes, ya que el lunes es el día donde me enfoco en mi familia. Si no amo a mi familia, no tengo lo que se requiere para pastorear a la iglesia”.

4. Pídele a Dios fortaleza

El llamado al ministerio es difícil. Esto no nos debería sorprender, ya que la Biblia, al referirse a la vida de un creyente en 2 Timoteo 2:3-13, pinta imágenes de soldados, agricultores, y atletas. Todas son personas que hacen sacrificios y viven disciplinadamente para poder alcanzar un objetivo. Una manera práctica de mantener a la familia como prioridad es que, en la gracia de Cristo, nos sacrificamos y vivimos disciplinadamente en fidelidad a Dios.

Por ejemplo, ¿has considerado cambiar una reunión o discipulado a una hora en la mañana o en la noche para que no quite el tiempo con tu familia? En nuestra iglesia tenemos nuestra reunión del cuerpo pastoral a las 6 a. m. Además, cuando es posible, llamo a hermanos a reunirse conmigo temprano en la mañana. Honestamente no es mi horario favorito, pero tener la reunión a esa hora libera una tarde para la familia. Este principio puede aplicarse también al estudio bíblico y, en especial, para aquellos que están estudiando en un seminario. Estudiar temprano por la mañana significa que puedo darle más tiempo a mi esposa y a mis hijos en la tarde (por supuesto, no estoy diciendo que no seamos sabios con la mayordomía de nuestra salud).

Además, utiliza los beneficios de ser pastor. Hay muchos trabajos en los cuales no existe flexibilidad en los horarios. En el pastorado, pese a que nunca tenemos en realidad “vacaciones”, existe una flexibilidad en nuestro horario que puede ser de gran bendición al buscar mantener a nuestra familia como prioridad.

Sacrificar el sueño, especialmente cuando hay niños pequeños o en otras situaciones en la vida, significa que vas a estar cansado. En esos momentos, mi hermano, escóndete en la gracia de Cristo, recordando las palabras de Pablo, quien dijo: “Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Co. 12:9). Toma el ejemplo de sacrificio de Cristo cuando busques maneras de amar a tu familia. Pídele al Señor ser disciplinado y seguir su ejemplo de sacrificio.

5. Recuerda que la vida tiene temporadas

Podemos ver a otros pastores con más experiencia y terminar desanimados, pensando que no somos fieles. ¿Cómo hacen tanto? Predican cada domingo un excelente sermón, enseñan durante la semana, escriben blogs y libros, van a conferencias, están levantando líderes, y algunos hasta tienen pasatiempos en los que pueden interactuar con no creyentes de manera única y personal.

Sí, es verdad que hay personas a las que Dios les ha dado la gracia para hacer todo eso sin dejar de lado a su familia. ¡Gloria a Dios por ellos! Pero tenemos que recordar que, en muchos casos, estos varones de Dios están en otra etapa de su vida familiar.

La idea de mantener a tu familia como prioridad no se ve igual para cada persona, y no es igual en cada etapa de la vida de tu familia. Si tienes hijos pequeños, van a necesitar más atención que si tienes hijos que ya han salido del hogar. Lo mismo se da cuando ocurre alguna situación especial en la vida de la familia (enfermedades o crisis, por ejemplo).

Hermano, confía en Dios y recuerda que la vida tiene temporadas. Dios te tiene en esta temporada por un motivo. Busca ser fiel y no descuides tu hogar. Recuerda que Dios puede llamar a otra persona para que tome tu lugar en el ministerio, pero tu familia no puede llamar a otra persona. Es bueno recordar que no somos indispensables en el ministerio, pero sí lo somos en nuestra familia. Otro pastor puede llegar a la iglesia y al ministerio, pero tu esposa y tus hijos solo te tienen a ti. No olvides que, cuando todos se vayan, tu familia seguirá ahí.

No somos indispensables en el ministerio, pero sí lo somos en nuestra familia.

6. Haz del evangelio una prioridad

Mantener tu familia como prioridad no es la prioridad. ¿Qué? Déjame lo explico. Tu familia es un regalo de Dios, cuya mayordomía incluye mostrar el evento de mayor prioridad en la historia de la humanidad, la realidad de que “[Cristo] por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquél que murió y resucitó por ellos” (2 Co. 5:15). Eso es lo más importante (1 Co. 15:3).

La manera de lograrlo esto es ministrando a nuestras familias para que sirvamos juntos al rey Jesucristo. Tienes que ayudarle a tu familia para que no vea el ministerio como algo que compite por tu atención, sino como una bendición y un privilegio que pueden compartir juntos. Esto lo podemos hacer:

  • Orando por nuestra esposa y por la salvación de nuestros hijos.
  • Cuidando a la familia y buscando que el ministerio sea hecho como familia.

En algún momento, uno de nuestros hijos va a detenernos en la puerta antes de que salgamos a ministrar y va a decir: “Papi, ¿por qué te vas de nuevo? Quédate”. Nuestra respuesta puede ser: “Hijo, tú sabes que tengo que irme”; o podemos aprovechar la oportunidad para discipular a nuestra familia para que vean el ministerio como una bendición y privilegio. Pudiéramos mejor decir: “Hijo, papi tiene el privilegio de predicar este domingo y se tiene que preparar. ¿Puedes orar por papi mientras sale a preparar el sermón? Gracias por servir a Cristo al permitirme que pueda servir a las personas de la iglesia”.

Recuerda que hacer que tu familia sea la prioridad al ministrar es un ministerio en sí. La gente está observando tu vida y, mientras amas a tu familia, estás predicando un sermón con tu vida.

La gente está observando tu vida y, mientras amas a tu familia, estás predicando un sermón con tu vida.

La verdad es que incluso si sigues todos estos consejos no es garantía de que no habrán problemas en tu casa. El pecado es terrible y busca infiltrarse de cualquier manera que pueda. Lamentablemente, nuestro malvado corazón se encarga de hacer lo posible por destruir las familias. Sin embargo, pastor, lo que Dios espera de nosotros es que seamos fieles a su Palabra. Estos consejos te ayudarán a hacerlo. Mi oración es que sean de ayuda y ánimo, mientras buscamos ser fieles.


Imagen: Lightstock.
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