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Nota del editor: 
#CoaliciónResponde es una serie donde pastores y líderes de la iglesia responden a inquietudes que llegan a Coalición por el Evangelio por diversos medios, y que son parte de las inquietudes que caracterizan la iglesia en nuestra región. Puedes usar #CoaliciónResponde en las redes sociales o escribirnos a [email protected] con tus preguntas.

Para esta entrada de #CoaliciónResponde respondemos a la pregunta, “¿Cómo vencer el temor de casarse joven?”.


“A los solteros… si carecen de dominio propio, cásense. Que mejor es casarse que quemarse”  (1 Co. 7:8-9).

Vivimos en una generación en que lamentablemente muchas iglesias se han “conformado a este siglo” (Ro. 12:2). Esto es evidente en particular en su perspectiva del matrimonio. El mundo hoy opera bajo 3 premisas principales:

  1. El matrimonio es el fin del “disfrute”.
  2. No te cases joven. Mejor disfruta, viaja, estudia, conoce, y ya que “hayas vivido”, entonces cásate.
  3. No te cases hasta que tengas “todo listo/resuelto”.

Esta manera de pensar resulta en una generación que vive en la soltería con propósitos incorrectos, y luego de muchas heridas y aun adicciones, entra el matrimonio con un motivo incorrecto. Si no tratamos el tema del matrimonio de una manera bíblica, sufriremos las consecuencias.

Entonces, me gustaría dirigirme a tres destinatarios: hombres solteros, padres de la pareja, y pastores.

1. Hombres solteros

Pablo recomienda a los solteros en Corinto que se queden como él. Sin embargo, entiende que no todos tienen el don de continencia (o dominio propio) y les dice que en estos casos es mejor casarse. Pablo entiende que si uno no tiene el don de continencia, lo que sufre es estarse “quemando”, o en otras palabras: “estar afligido/consumido por la pasión sexual”. Si caminaste soltero en Cristo, sabes de lo que Pablo está hablando aquí.

Es triste ver hoy una generación de hombres que ya con carrera o trabajo, siguen postergando el llamado al matrimonio con noviazgos casi eternos, o pasando de relación en relación, evitando el compromiso y la responsabilidad. Estos vienen a la iglesia y a consejería con un denominador común: han lastimado o sido lastimados emocionalmente, habitan en o luchan con la fornicación, la gran mayoría reconocen una adicción a pornografía, creando así también una expectativa irreal y mundana de las mujeres y el sexo. Si una mujer no cumple con sus expectativas alteradas, no es la “candidata correcta”. Nada podría ser más lejos de la realidad.

En la Ciudad de México, la edad promedio del hombre para casarse es 32.5 años, y de las mujeres 29.9. Otras estadísticas muestran que el primer contacto de un hombre con pornografía es promedio a los 11 años de edad. Puedes imaginar lo que resulta en un hombre que tiene una inclinación sexual al crecer, en un mundo en que el sexo es parte de la agenda diaria. Por supuesto: la batalla con pornografía no es exclusiva de los solteros, pero gracias a Dios en un matrimonio en Cristo existe un llamado y una promesa a disfrutar el sexo para gloria de nuestro Dios.

El sexo no fue inventado por el mundo, sino por nuestro infinitamente buen Dios. Desde un principio, cuando Dios creó todo incluyendo a Adán y Eva, vio Dios que era bueno lo que había creado… ¡incluyendo el sexo! (Gn. 1:31). Aún después de Génesis 3 la Biblia habla abiertamente del placer sexual dentro del matrimonio (Pr. 5:18, 19; Cant. 4:5, 7:1, 6-9).

De soltero escuché un buen consejo: “Get a life, then get a wife” o “Consigue una vida, luego consigue una esposa”. El problema radica en que nuestra generación cree que para “tener una vida” necesitas tener una licenciatura, maestría, doctorado/PHD, diez mil dólares en el banco, casa propia, y dos autos. En lugar de formar hombres que desde jóvenes tengan esa visión gloriosa del llamado que es el matrimonio, hoy tenemos hombres consumidores y con miedo a comprometerse. Este miedo se basa en las circunstancias, dándole más peso a eso que a lo que Dios nos llama.

Como resultado, hay cada vez más chicas que pacientemente o desesperadamente esperan a ese varón que tome la iniciativa y tenga claro su llamado, lo esté ejerciendo, y esté en el carril mostrando fruto de hombría bíblica, abrazando con valor el llamado de amar a una mujer , de modo que el mundo pueda ver una foto de cómo Cristo ama a Su iglesia.

2. Padres de la pareja

Es triste que aún en las iglesias haya padres que incitan a sus hijos a postergar el matrimonio para poder “vivir” una vida completa (viajar, conocer, estudiar más, etc.). Sé que la Biblia nos muestra matrimonios desde muy jóvenes y otros ya muy mayores, pero la realidad es que ninguno de los casos saludables modela una vida donde se disfruta las buenas cosas de la vida y luego todo lo bueno se acaba cuando te casas. Por el contrario, cuán glorioso es que ahora puedas hacer eso, en equipo, con tu cónyuge, siendo una sola carne.

El reto es tremendo. Habrán batallas porque ningún matrimonio es perfecto. Sin embargo, aquel que une a una pareja lo es y promete perfeccionarlos, y usará el matrimonio para ello. Hoy puedo decir que mi vida sería mucho más aburrida, lamentable, enferma, y sufrida, si no estuviera unido a mi esposa Pau. El deleite verdadero y real  empezó de un modo espectacular cuando le creí a Dios que ella era la mujer que Dios tenía para mí. Cuando la Biblia dice que “el que halla esposa, halla el bien… “ y que  “mejores son dos que uno”, puedo decir con certeza: ¡súper amen!

Padres, no inciten sus hijos a buscar experiencias en este mundo, sino a encontrar a una pareja fiel con quienes puedan caminar por toda la vida, creciendo en semejanza a nuestro Señor para la gloria de Dios.

3. Pastores

Pastores, prediquen, hablen y modelen la asombrosa aventura que es el matrimonio.

Es necesario desde el púlpito hablar de lo bueno que es el matrimonio. Debemos enseñar a los solteros que la Palabra renueva su entendimiento de lo que es la soltería y les forma en Cristo con los atributos necesarios para el llamado que tienen por delante. Ciertamente pueden aprovechar su soltería para vivir, disfrutar, servir y conocer a Dios de un modo que solo lo podrán hacer en esa etapa; pero si están quemándose, “mejor es casarse”. Ya que nuestro deseo al pastorear es predicar “todo el consejo de Dios” y cómo el evangelio afecta toda la vida, no ignoremos la realidad de los solteros en nuestra congregación, y apuntémosle a un matrimonio que apunte a la cruz.

No teman

¿Cómo vencer el miedo de casarse joven? Si el motivo por el cual no te has casado es temor, estás en un lugar muy peligroso e incongruente a la fe en Dios.

Es glorioso ver en matrimonios jóvenes cómo batallan quizás financieramente, o por las agendas en la universidad o el trabajo, y verles caminar eso juntos. Eso crea historias y enseñanzas que les compartirán a sus hijos o a otros, de cómo siempre es bueno confiar y ver a Dios haciendo lo que solo Él puede hacer. No guiados por las circunstancias primeramente, sino por el Dios que nos redime y promete cuidar.

En lugar de buscar las circunstancias perfectas para encontrar la pareja perfecta, confía en el Dios perfecto que te perfeccionará a través de tu relación con tu pareja.

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