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Pocas historias en el Antiguo Testamento tienden a hacernos sentir superiores a los israelitas como el relato del becerro de oro en Éxodo 32:1-6. ¡Qué ingenuos debían ser ellos para pensar que podían hacer un dios de metal! ¡Qué tonto pensar que llevar ofrendas a una estatua traería paz, gozo, y felicidad! La historia completa es casi demasiado absurda para ser verdad.

Eso es hasta que examinamos nuestros propios ídolos.

Imagina si los israelitas pudieran ver los ídolos ante los cuales nos postramos: programas de noticias en televisores de pantalla grande, calificaciones en el boletín de notas, aceptación en las redes sociales. Ellos probablemente encontrarían a nuestros ídolos aún más ridículos que su becerro de oro.

La razón por la cual la idolatría aparece en primer lugar en los diez mandamientos es porque la idolatría es siempre la razón por la cual hacemos algo malo. Tal y como señala Tim Keller: “Nunca violamos los otros mandamientos sin romper el primero de ellos”. El secreto entonces, es siempre identificar y desmantelar los ídolos básicos del corazón.

Sin embargo, desmantelar nuestros ídolos muchas veces es difícil porque no queremos exponerlos. No queremos admitir, aún a nosotros mismos, que hemos hecho un ídolo de la política, de nuestro trabajo, de nuestras relaciones, o de nuestra comodidad. Es más fácil racionalizar que ellos no son ídolos en lo absoluto, solo cosas buenas en las cuales, a veces, nos enfocamos mucho.

La razón por la cual la idolatría aparece en primer lugar en los diez mandamientos es porque la idolatría es siempre la razón por la cual hacemos algo malo

Claro está, no todo lo que amamos es un ídolo; hay mucho en la creación que se nos ha dado para nuestro disfrute. Podemos apreciar las dádivas de Dios sin hacer de ellas un reemplazo de Él. Pero si estas cosas son lo primero en lo que pensamos, entonces puede ser que hayas identificado un área problemática.

Aquí hay algunas áreas a examinar para determinar si las “cosas buenas” en tu vida han reemplazado a un Dios bueno.

  • Examina tu imaginación. ¿Con cuáles cosas sueñas despierto? Cuando tu mente divaga, ¿se va hacia los bienes materiales, como botes de pesca y vacaciones exóticas, o a cosas intangibles, como la fama de la popularidad o la aprobación de tus compañeros?
  • Examina tu atención. Considera las veces que desearías estar haciendo alguna otra cosa en vez de practicar alguna disciplina espiritual. ¿Qué actividad desearías estar haciendo en lugar de esa disciplina espiritual? ¿Existen una o varias actividades para perder el tiempo las cuales haces regularmente cuando evitas involucrarte en tareas más productivas?
  • Examina tus finanzas. Muchos de nosotros tenemos ingreso discrecional o disponible; el dinero que queda después de que nuestras cuentas han sido pagadas. ¿Cómo gastas ese ingreso disponible? ¿Por cuál bien material o servicio eres más propenso a asumir una deuda para financiarlo?
  • Examina tu vida de oración. ¿Cómo reaccionas cuando Dios no responde a tus oraciones en la manera en que querías? ¿Confías en que Él sabe lo que es mejor para ti, o te enojas y te resientes? ¿Existe alguna oración no contestada que te haya hecho dudar de la bondad de Dios o te ha hecho querer alejarte de Él?
  • Examina tus relaciones. ¿Quién es la persona que más amas? ¿Quién es la persona que más quieres agradar? ¿Tienes alguna amistad o relación romántica que te aleja de Dios?
  • Examina tus emociones. ¿Qué es lo que más temes? ¿Cuál es tu mayor esperanza? ¿Qué es lo que más te apasiona? ¿Qué es lo que más anhelas? ¿Qué te hace estar extremadamente enojado o triste?
  • Examina tus preocupaciones. ¿Qué es lo que más te preocupa? ¿Qué es lo que te provoca mayor ansiedad? ¿Qué es lo que más temes perder?
  • Examina tu pasado y tu futuro. Si tuvieras una máquina del tiempo y pudieras viajar ya sea al pasado o al futuro, ¿qué cambiarías? ¿Qué te provoca nostalgia? ¿Cuáles son tus mayores remordimientos? ¿Qué es lo que más deseas que suceda en el futuro? ¿Qué te provocaría desesperanza si no sucede?

Usa estas preguntas para descubrir los apetitos y deseos más profundos de tu corazón. Una vez hayas identificado un ídolo potencial, considera si lo has puesto por encima de o en lugar de Dios. Ora que Él te ayude a estar más consciente de tus ídolos, y que Él te guíe en el camino largo y duro de la fidelidad.

Así como los israelitas, nosotros probablemente tendremos que aceptar las consecuencias amargas de nuestra idolatría. Pero vale la pena pagar cualquier precio si nos ayuda a regresar a la verdadera adoración de Jesús.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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