Tokio será la sede de celebración de los Juegos de la XXXII Olimpíada este año 2021. Se calcula que la mitad de la población mundial verá parte de este evento, en el que Japón ha invertido 26 mil millones de dólares. No son necesarios estos números para demostrar que los deportes ejercen una gran influencia en nuestra sociedad. De hecho, los deportes son evidentes en todas partes: nuestros vecindarios, escuelas y medios de comunicación.
Abraham Kuyper declaró en 1898: “El amor por el arte, en creciente aumento en nuestros tiempos, no debería cegarnos los ojos, sino que merece ser motivo de un análisis sobrio y crítico”.[1] Quizá hoy diría lo mismo, pero sustituyendo el deporte por el arte. En efecto, sería bueno que como cristianos entendamos lo que la Biblia dice sobre los deportes, ya que forman una parte importante del tejido cultural.
Para muchos cristianos que practican deportes, la clave para comprender lo que dice la Biblia sobre este asunto se encuentra en las cartas de Pablo. Es más, Pablo usó metáforas con imágenes deportivas para explicar con mayor precisión los puntos teológicos que trataba de exponer. Las imágenes de un corredor en una carrera son las más frecuentes.[2] También menciona el boxeo (1 Co 9:26), la lucha libre (Ef 6:12) y otros elementos relacionados con los juegos organizados en su época, como “premio”, “corona” y “meta” (1 Co 9:24-25; Fil 3:14).
Muchos ministerios deportivos cristianos señalan estos versículos bíblicos como una prueba de que Dios apoya los deportes. Con frecuencia vemos que muchos deportistas y organizaciones imprimen en sus camisetas versículos como “Corran de tal modo que ganen” o los adoptan como eslogan. Algunos hasta optan por tatuarse algún versículo. No es mi intención discutir en este artículo si está bien que los deportistas utilicen versículos de esta manera. Mi punto es que muchos se apoyan en estos pasajes para defender su participación en los deportes y algunos hasta los utilizan para priorizar los deportes hasta ponerlos en un lugar que no deben ocupar.
Por otro lado, estudiosos como Victor Pfitzner, quien en su tesis doctoral abordó el uso de imágenes deportivas por parte de Pablo, opinan que estos versículos probablemente muestran que el apóstol desaprobaba los deportes. Para respaldar su afirmación, algunos argumentan que la mayoría de los judíos en Palestina durante el primer siglo se oponían a los deportes. Lo que Pablo en realidad hace con los deportes, afirman, es demostrar su gran contraste con la vida cristiana y su aspecto negativo en contraposición con la vida cristiana, que se considera positiva.
Los deportes nos permiten expresar nuestra creatividad y son una herramienta para que descubramos, desarrollemos y disfrutemos la creación de Dios
Si interpretamos con sabiduría los pasajes con referencia a los deportes, manejando “con precisión la palabra de verdad” (2 Ti 2:15), podríamos llegar a una conclusión diferente a las que acabo de mencionar. Es cierto que Pablo vivió un tiempo en Corinto, donde los Juegos Ístmicos se celebraban cada dos años, y probablemente estaba familiarizado con los eventos deportivos. Sin embargo, el hecho de que alguien emplee imágenes familiares como metáforas no significa que apruebe esa actividad. Además, lo que Pablo intenta tratar son justamente aspectos de la vida cristiana. Tomando a Jesús como otro ejemplo, Él usó imágenes metafóricas, como una red en Mateo 13:47, pero su objetivo no era que sus oyentes juzgaran si las redes eran inherentemente buenas o malas. En conclusión, no debemos formar opiniones positivas o negativas en cuanto a los deportes basados en el uso de estos como metáforas. Coincido con el estudioso Robert Ellis, quien afirma: “Los teólogos querrán crear una teología del deporte que sea en cierto sentido bíblica, pero es poco probable que los ‘textos deportivos’ de Pablo sean una base apropiada o lo suficientemente sólida para lograrlo”.[3]
Creo que podemos comenzar a construir una visión bíblica de los deportes tomando en consideración Génesis 1-2 y 1 Corintios 10. En el primer capítulo de la Biblia encontramos una introducción a los tres componentes principales de la realidad: Dios, los seres humanos y la creación. En la historia de la creación vemos que Dios no solo es poderoso, sino también muy creativo. En cuanto a nosotros, la Biblia declara que Dios hizo al ser humano a Su imagen; que debemos ejercer dominio sobre la creación, desarrollarla y que la creación fue dada como un regalo para disfrutar de ella de formas creativas (1:26; 1:29-2:14).
En su forma más simple, los deportes son juegos que se disfrutan practicándose. Estamos ejerciendo nuestra creatividad cuando jugamos. Recuerdo esto a menudo cuando veo a mis hijos jugar. Uno de sus juguetes favoritos son los imanes de plástico con los que construyen estructuras. Me sorprende la cantidad de cosas diferentes que pueden crear. En el mundo de los deportes, también vemos que las personas son creativas cuando inventan nuevos juegos y nuevas formas de alcanzar el éxito a través de la competencia que propician.
Otro pasaje para considerar está en 1 Corintios: “Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios” (1 Co 10:31). Este versículo está inmerso en un contexto de instrucciones dadas a los corintios sobre cómo actuar cuando se trata de comer alimentos que provienen de un animal sacrificado a los ídolos. La enseñanza básica de Pablo es que la comida en sí misma es algo neutral, y depende de cada uno usarla de manera que agrade a Dios. Los deportes también pueden entrar en esta categoría de neutralidad, sin ser moralmente positivos ni negativos. Pueden ser utilizados ya sea para el bien del individuo o la sociedad o para el mal, pero no son ni buenos ni malos en sí mismos.
En resumen, de Génesis 1-2 y 1 Corintios 10 podemos concluir que los deportes son de alguna manera el resultado de que fuimos hechos a la imagen de Dios, lo que nos permite expresar nuestra creatividad. Además, son una herramienta para que descubramos, desarrollemos y disfrutemos Su creación.