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En su nuevo, reflexivo, y útil libro, The Common Rule: Habits of Purpose for an Age of Distraction (La regla común: Hábitos de propósito para la edad de la distracción, IVP, 2019), Justin Whitmel Earley habla sobre cinco cosas que ha comenzado a hacer para retener cierta cordura cuando se trata de las redes sociales:


Primero, trato de entrar a un sitio web solo cuando necesito publicar o responder.

No acceso porque estoy aburrido o tengo tiempo libre. Esos tiempos libres los reservo para mirar a la pared, lo cual es infinitamente más útil.

Es decir, intento ver las redes sociales como un trabajo. Voy una vez por la mañana, una vez temprano por la tarde, y una vez por la tarde para publicar contenido que creo que ayudará a alguien, o para relacionarme con alguien que está respondiendo de manera saludable.

En segundo lugar, evito navegar sin plan.

Generalmente navego sin plan cuando quiero que algo me llame la atención. Y hay muchas cosas extrañas y oscuras que felizmente llamarán mi atención en las redes sociales.

Navegar con plan puede ser muy diferente. Si cuidas cuidadosamente el contenido de tu feed y el tiempo que usarás navegando, la dinámica cambia radicalmente.

Pero en general creo que debemos tener cuidado con el uso indiscriminado del pulgar. Un pulgar inquieto a menudo está relacionado con un corazón inquieto.

Tercero, apago las notificaciones.

No hay una buena razón por la que yo (o cualquier otro ser humano) necesite saber en tiempo real a quién, a qué hora, y cuánto le gusta a la gente mis publicaciones.

No hay una buena razón por la que yo (o cualquier otro ser humano) necesite saber en tiempo real a quién, a qué hora, y cuánto le gusta a la gente mis publicaciones. Hay propósitos útiles para estas estadísticas, pero no como para saberlo a cada momento.

Cuarto, no uso las redes sociales en la cama.

Las camas son más útiles para descansar y para la intimidad (y, a veces, para leer un libro).

Las redes sociales son muchas cosas, pero no son un lugar de descanso, y no deberían ser un lugar para la sexualidad, a pesar de que la tentación es colosal a usarlas así.

Mezclar las redes sociales y la cama me tienta a confundir estas líneas, y hay una manera fácil de salir de esta pelea injusta: lanza el teléfono lejos de la cama.

En quinto lugar, cuando descubro cosas malas que se dicen de mí o de alguien a quien amo, empleo la estrategia que cualquier padre veterano ha usado: ignorar la rabieta.

Las palabras no son tan útiles como el silencio. Las redes sociales son un medio útil para algunas cosas, pero la ira no es una de ellas.

Cuanto más utilizo las redes sociales, más me doy cuenta de que el gran peligro no es tan solo el uso excesivo de las redes, sino vivir a través de ellas.

El problema no es la forma en que se pierde el tiempo, sino la forma en que se usa el tiempo.

Si no ponemos límites, comenzaremos a ver toda nuestra vida a través de ellas.

Veremos nuestro día entero a la luz de un posible post.

Miraremos a nuestro alrededor preguntándonos a qué vale la pena tomarle una fotografía.

Escucharemos cada conversación para obtener una cita tuiteable, en lugar de tratar de entender al ser humano que está hablando.

Evitaremos estar en desacuerdo en público, sin embargo, expresaremos nuestras emociones más ardientes en un comentario de Facebook o en tuits escritos en mayúsculas.

Esta no es una buena manera de vivir.

Si nos despertamos todas las mañanas con las redes sociales, seremos formados por su manera de ver la vida, y por toda la envidia y el egocentrismo allí.

De hecho, es una forma miserable de vivir. No hay amor al prójimo, y no hay solución excepto al dejarse moldear por la historia de amor que nos muestran las Escrituras.

Si nos despertamos todas las mañanas con las redes sociales, seremos formados por su manera de ver la vida, y por toda la envidia y el egocentrismo allí.

Pero afortunadamente hay una manera diferente de actuar.

La Biblia nos cuenta nuestra historia. No fuimos hechos para ver y ser vistos, o juzgar y ser juzgados, sino como hijos hechos para amar y ser amados. Hasta que sintamos esto en lo profundo de nuestro ser podremos usar las redes sociales para amar al prójimo en lugar de tratar de obtener su amor.


Puedes leer el libro y visitar el sitio web (ambos en inglés).


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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