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5 lecciones vitales para el empresario cristiano

He tenido incontables conversaciones con otros empresarios cristianos, y una pregunta común entre ellos es: ¿Cómo glorificar al Señor desde nuestra posición privilegiada?

Esa pregunta es muy buena, ya que por lo general muchos empresarios no entienden que la responsabilidad que tienen ante Dios es que los demás puedan ver el carácter de Cristo reflejado en sus empresas. Vivimos en una generación donde, tristemente, muchos cristianos no relacionan su vida de fe con su vocación profesional. No ven conexión entre su llamado espiritual y su llamado laboral. Es común verlos adorando apasionadamente en los cultos dominicales, mientras dejan de lado a Cristo de lunes a sábado en el lugar de trabajo.

Seamos intencionales en glorificar a Dios

Por nuestra naturaleza pecaminosa olvidamos con facilidad que Dios nos creó con un propósito (2 Ti. 1:9). Él diseñó obras desde antes de la fundación del mundo para que anduviéramos en ellas (Ef. 2:10), y nos dio dones y talentos para realizarlas (Ef. 4:7; 1 Co. 4:7). Él es quien produce en nosotros tanto el querer como el hacer su buena voluntad (Fil. 2:13).

Por lo tanto, y a la luz del glorioso evangelio de Cristo (Ro. 12:1-1), debemos buscar ser intencionales en honrar a Dios como empresarios cristianos (Col. 3:17, 1 Co. 10:31). Pensando en esto, aquí tienes algunas lecciones vitales para nosotros:

1. Comprométete a llenarte con la Palabra de Dios

Tu crecimiento espiritual depende de esto (2 Ti. 3:16-17). No puedes compartir y reflejar lo que no mora realmente en ti. Como líder en tu empresa, esto es vital para alentar o amonestar en amor a tus empleados cuando tengan dificultades, caídas, o estén en desánimo, a fin de que puedan ser edificados y consolados al poner su esperanza en Jesús (1 Ts. 5:14).

Esto es necesario para fomentar una cultura en tu empresa que refleje el carácter íntegro, servicial, y excelente de Cristo.

El mundo empresarial no es fácil, y eso nos recuerda nuestra necesidad constante de la gracia de Dios.

2. Mantén tus prioridades en orden

Es común conocer a empresarios que no tienen sus prioridades organizadas conforme a la Biblia. Por eso descuidan su caminar con el Señor, sus hogares, o la vida en la iglesia. Busca primeramente el reino de Dios y su justicia, y confía en que las demás cosas que Él tiene preparadas para ti serán añadidas (Mt. 6:23).

3. Usemos nuestros recursos para la expansión del reino de Dios

Recordemos que nada material es nuestro en última instancia. Solo somos administradores de los recursos que Dios nos ha dado, y más bienaventurado es dar que recibir (Hch. 20:35). La gran comisión requiere que contribuyamos económicamente a ella. Esto implica también usar los privilegios que Dios nos ha dado para servir y ayudar a los necesitados (Gá. 6:9). 

4. Sé responsable mientras confías en la soberanía de Dios

Seamos esforzados en el cumplimiento de nuestras labores, y mostremos gozo aun cuando no obtengamos los resultados esperados. Nuestro compromiso es dar el 100 %, hacer lo mejor que podemos, y confiar en que el resultado (bueno o malo) está en las manos de Dios.

Confiar en Su voluntad nos dará descanso y paz, porque sabemos que Él permite todo en nuestras vidas con un propósito que siempre es bueno aunque no lo entendamos (Pr. 21.31; Ro. 8:28). Dios no prometió que en nuestras vidas todo será color rosa. Descansemos en Él porque prometió estar con nosotros (Col. 3:23-24, cp. Jos. 1:9).

5. Persevera con los ojos puestos en Cristo

Los empresarios cristianos tenemos una enorme oportunidad para servir al Señor siendo buenos mayordomos.

Procuremos siempre seguir en la carrera de la fe, poniendo los ojos en Jesús (Heb. 12:1-2). El mundo empresarial no es fácil, y eso nos recuerda nuestra necesidad constante de la gracia de Dios. Hemos sido llamados a presentar nuestro cuerpo delante de Él como sacrificio vivo y santo, y a hacer lo que Él nos exhorta a hacer. No debemos adaptarnos a este mundo, sino más bien entender la necesidad de renovar nuestra mente con la Palabra (Ro. 12:1-2).

Una enorme oportunidad

La parábola de los talentos nos recuerda que llegará el día en que daremos cuentas a Dios por todo lo que ha puesto en nuestras manos (Mt. 25:14-30). Así que los empresarios cristianos tenemos una gran responsabilidad, pero a la vez una enorme oportunidad para servir al Señor siendo buenos mayordomos.

Te animo a meditar en las cinco lecciones presentes, mientras pedimos a Dios que seamos usados en nuestras empresas como instrumentos útiles en sus manos para que otras personas puedan venir a los pies de Cristo y su reino sea expandido.

¿Estás aprovechando la oportunidad que Dios te da de glorificar su nombre a través de tus negocios?


Imagen: Lightstock.
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