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Hay momentos en los que somos inconscientes de algún pecado, hasta que alguien nos confronta de forma directa o vemos sus consecuencias en nuestra vida. La indiferencia de un corazón ante ambos llamados de atención podría marcar el inicio de una sequía espiritual que de seguro irá creciendo de manera exponencial hasta convertirse en un completo desierto.

Por medio del libro Un corazón en el desierto: Encuentra ríos de agua viva en medio de la sequía espiritual (Grupo Nelson, 2021), la coordinadora de iniciativas femeninas de Coalición por el Evangelio, Patricia Namnún, nos da a conocer cómo la vida de una creyente podría encontrarse en un momento de sequía espiritual y presenta verdades que hablan sobre la importancia de volver a Cristo.

El origen de la sequía espiritual

La autora analiza cómo la Biblia explica que solo en Dios podemos encontrar la reconciliación, la paz y la seguridad que tanto necesita la humanidad, pues «si volvemos a Él arrepentidos, nuestro Padre celestial nos recibe, nos perdona y nos limpia, porque la sangre de Cristo ya ha comprado nuestro perdón, libertad y reconciliación eternos» (p. 81).

Un corazón en el desierto

Un corazón en el desierto

Grupo Nelson. 224 páginas.

Por medio del libro Un corazón en el desierto: Encuentra ríos de agua viva en medio de la sequía espiritual (Grupo Nelson, 2021), la coordinadora de iniciativas femeninas de Coalición por el Evangelio, Patricia Namnún, nos da a conocer cómo la vida de una creyente podría encontrarse en un momento de sequía espiritual y presenta verdades que hablan sobre la importancia de volver a Cristo.

Grupo Nelson. 224 páginas.

Si somos mujeres que amamos a Dios y nos apasiona servirle, puede que te preguntes: ¿Cuáles son las causas que llevan a alguien a experimentar la sequía espiritual? Quizá es algo que tú misma estás experimentando ahora mismo. Te tengo buenas noticias, pero antes permíteme compartir contigo que las razones para la sequedad pueden ser variadas. Sin embargo, Patricia afirma que la causa principal es nuestro orgullo que socava nuestra unidad, e incluso nos lleva a ocultar pecados con el fin de no parecer débiles en la fe, agravando más la sequía de un corazón árido.

Las siguientes son algunas razones que explican cómo el orgullo afecta la vida espiritual.

El orgullo nos aparta a lugares áridos

Paty Nanmún señala cómo el orgullo nos aleja de la comunión unos con otros, recalcando que «Dios ha diseñado a su Iglesia para que sea una comunidad en la que sus miembros dependan los unos de los otros como un solo cuerpo, del cual Él es la cabeza» (p. 97). Considerando esta realidad, el simple hecho de pensar en que somos un solo cuerpo debe hacernos saber cómo se relaciona el orgullo con la vida espiritual.

Si una parte del cuerpo se ve afectada, por más pequeña que sea, todo el resto lo estará. Por ello, «si no tenemos cuidado de nuestros propios corazones, en lugar de cultivar la unidad pudiéramos encontrarnos en alianza con los ladrones que la destruyen (p. 102). Las acciones pecaminosas que muchas veces realizamos, incluso por inercia, son el resultado de no darles un lugar a creyentes sabios en nuestras vidas a los que les compartimos sobre nuestras luchas o preocupaciones para que nos ayuden a salir de ellas.

La autora propone, respecto a lo anterior, que cuando «me estoy poniendo a mí misma en el centro, estoy haciendo evidente que considero mi manera de pensar como superior a la manera de Dios. Sin embargo, Él nos dice que debemos llevar los unos las cargas de los otros, pero decidimos que es mejor llevar solo nuestras propias cargas y obviar las de los demás» (p. 106).

El apoyo mutuo entre creyentes, tanto para encontrar fuentes de agua viva en pleno desierto espiritual, como para hidratarse en plena carrera de la fe, será necesario para hacer florecer los desiertos espirituales con los que cada uno lucha dentro de sí mismo.

El orgullo nos aparta de la fuente de agua viva

Así también, existen otras ideas que fomentan el desierto en nuestras vidas, como el hecho de enfocarnos en nosotras mismas y no en Cristo, la fuente de agua viva (Jn 4:14).

Librar batallas contra nuestros pecados lejos de Cristo e ignorando la guía de su Santo Espíritu, puede traer consecuencias negativas sobre nuestra práctica de las disciplinas espirituales, las cuales nos fortalecen y benefician. Estas disciplinas son la lectura de la Palabra, la oración, la comunión con el pueblo de Dios y la adoración, entre otras.

Si nos encontramos en una situación que afecta nuestras vidas de manera negativa, o algún pecado que lo está haciendo en lo oculto, esto terminará secando poco a poco aquello que el Buen Pastor hidrata por medio de su voz día a día y se verá reflejado en nuestro comportamiento errático y autodestructivo.

Busquemos Su alimento de manera intencional

Puede ser que en estos momentos sientes que estás empezando a experimentar una sequía espiritual o incluso identificas que tu corazón ya está en pleno desierto. Sea cual sea la realidad en tu vida, considera que el «desierto espiritual no implica que Dios haya dejado de ser real, que haya perdido poder, o que su presencia se haya desvanecido. Tu desierto no elimina la presencia de Dios en tu vida» (p. 163). Así como Dios proveyó de agua constante a su pueblo en medio del desierto, lo hará con nosotros si es que nos volvemos a Él con un corazón humillado.

En Un corazón en el desierto, Patricia Namnún señala que «en momentos de sequedad puede que estemos tan débiles y desanimadas que no tengamos deseos de alimentar nuestras almas. Sin embargo, que no queramos hacerlo no quiere decir que no lo necesitemos con urgencia» (p. 170). Como creyentes es importante que seamos conscientes de que Dios provee de alimento y agua viva con un propósito divino, y que al reconocer que estamos entrando en un momento de sequía, vayamos con urgencia ante Aquel que puede saciar nuestra sed espiritual.

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