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La Escritura cumple el deseo de Dios de darse a conocer a la humanidad. El Señor revela Su carácter y naturaleza a través de Su Palabra y de una manera plena por medio de Jesucristo (Heb 1:1-5). A medida que conocemos más sobre nuestro Dios, más lo amamos y más evidente se hace que solo Él es digno de alabanza y adoración.

Es por eso que libros como Digno: Estudio del Salmo 103 (B&H Español, 2022), de Wendy Bello, nos permiten un acercamiento más profundo al estudio de la Palabra de Dios y, por lo tanto, una mejor manera de relacionarnos con Él.

Te comparto algunas de las frases sobresalientes que encontré en mi lectura de este recurso:


Muchas veces, la familiaridad de nuestra relación con Dios nos lleva a olvidar quién es Él y que, cuando adoramos, estamos adorando al Señor (pp. 45-46).

Nuestro corazón olvidadizo una y otra vez entierra en el pasado las bondades de Dios y tiende a enfocarnos en las carencias y deseos no cumplidos del presente. (p.50)

El perdón de Dios abarca todas nuestras iniquidades; no es para unas sí y otras no. Dios no categoriza el pecado para luego otorgar o no Su perdón (p. 52).

El plan de Dios siempre fue la salvación de Su pueblo, para cumplir Sus propósitos, y eso sería a través de Cristo Jesús (p. 58-59).

David, a quien se le adjudica la autoría del Salmo 103, alaba a Dios por ser su Redentor, el que rescató su vida (p. 61).

La satisfacción que buscamos nunca estará en lo creado, sino en la relación con el Creador (p. 68).

La justicia de Dios es uno de Sus atributos comunicables, aquellos que en cierto modo compartimos con Él y que lo presentan como un ser personal (p. 78).

Aunque somos malos y pecadores, Dios nos ha mostrado Su bondad al no castigarnos según lo merecemos (p. 98).

La gracia de Dios no permite que el mal alcance todas las dimensiones que podría alcanzar y que haga imposible la vida de este lado de la eternidad (p. 99).

Dios nos conoce así, podemos confiar en Su obra en nuestra vida. Él sabe lo que es mejor, lo que necesitamos para crecer conforme a la imagen de Jesús (p. 122).

El Dios eterno nos ama, nos muestra Su misericordia eternamente. Su amor es para siempre, no cambia. ¿Por qué? Porque Dios no solo es eterno, sino que es también inmutable (p. 128).

Puesto que Dios no cambia, el plan redentor sigue en marcha y podemos tener la certeza de la vida eterna y del regreso de Cristo (p. 129).

No obedecemos a Dios para ganar Su favor, sino que le obedecemos porque ya tenemos Su favor a través de Cristo (p. 137).

Dios es soberano también al escogernos para salvación, para regenerarnos, para santificarnos (p. 149).

El universo creado no solo tiene en Dios su origen, sino que depende de Él para su existencia. Dios se relaciona de manera activa con Su creación (p. 156).

Cristo venció a Satanás en la cruz y, por lo tanto, lo que en Él hemos recibido está garantizado para siempre (p. 163).

Aunque es Dios Creador exaltado por encima de todo, está presente en toda Su creación, y ella depende de Él (p. 167).

Vivir para la gloria de Dios es vivir de manera que todo lo que hagamos sea un reflejo de quién es Él, mostrando que es grande y que vale mucho más que todo lo demás (p. 168).

Podemos proclamar todavía con más fuerzas que Dios es bueno porque nos proporcionó el rescate total (p. 168).

Dios es digno de adoración porque nos dio en Cristo un redentor para siempre. Cristo es digno de nuestra adoración porque Él es justo, y también lo son Sus obras (p. 189).

Si deseas conocer más sobre cómo Dios puede llenar tu corazón por medio de Su Palabra, puedes leer este artículo llamado: 3 consejos para mujeres que desean estudiar la Biblia.

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