En esta generación obsesionada con el cuerpo, la apariencia y las redes sociales, hay demasiadas voces que nos animan a hacer esta o aquella dieta, una serie de ejercicios que cambiarán nuestra apariencia o algún método de meditación para «conectar» con nuestro ser interior.
En este escenario, es crucial que filtremos las intenciones, los métodos y el propósito de aquellos que nos animan a ejercitarnos, pero más importante es que evaluemos las motivaciones de nuestro corazón a la luz de las Escrituras tanto si decidimos ejercitarnos como si no.
Esto es en lo que busca ayudarnos el libro Entrena tu corazón: La mayordomía corporal bíblica (B&H Español, 2024), escrito por Daniel Cabús, conocido en las redes sociales como el «cristiano fitness», quien es entrenador físico en Barcelona (España) y aspirante al Master en Divinidades del Southern Baptist Theological Seminary.

Entrena tu corazón
Daniel Cabús
Es crucial que evaluemos las motivaciones de nuestro corazón a la luz de las Escrituras tanto si decidimos ejercitarnos como si no. Esto es en lo que busca ayudarnos el libro Entrena tu corazón: La mayordomía corporal bíblica (B&H Español, 2024), escrito por Daniel Cabús.
Entendiendo la “mayordomía corporal bíblica”
En este recurso, su primer libro, Cabús presenta la mayordomía corporal bíblica (MCB) como la manera que el creyente tiene para dar gloria a Dios por medio del ejercicio y la buena alimentación, y cómo esto requiere entrenar su corazón antes que su cuerpo. Me agradó que el autor reconociera que su propuesta todavía está en desarrollo:
Quisiera anticiparme a señalar que este libro no contiene mis afirmaciones finales; son un adelanto de lo meditado hasta este entonces. Reflexiona en cada una de sus líneas con oración sincera al Creador de tu cuerpo, para que el Señor guíe tu corazón en cada uno de los cambios y retos que supondrá la lectura de este manuscrito (p. 8).
El concepto de mayordomía corporal bíblica propuesto en este libro contiene varias facetas y hay una carga considerable de frases axiomáticas que ayudarán al lector a memorizar sus principios bíblicos esenciales.
Hay un artículo tomado de este libro que define y explica con más detalle lo que significa la mayordomía corporal bíblica, pero aquí te dejaré la definición que el autor proporciona:
La mayordomía corporal bíblica, como la entiendo, es un sistema de respuesta a las formas del cuidado corporal antibíblicas. Este sistema de respuesta tiene por norma general que el fin supremo de todas las acciones saludables es la gloria de Dios (1 Co 10:31). Podríamos definir, entonces, a la mayordomía corporal bíblica como el proceso a través del cual el corazón se educa, se limita y conoce el fin supremo de todas las acciones saludables (p. 54).
Esta definición no aparece en el libro sino hasta en la página 54. Así que por momentos no me dejaba del todo claro a qué apunta la mayordomía corporal bíblica. Sin embargo, después pude seguir mejor el argumento del autor al afirmar que «el cristiano no está llamado solo a ejercer una mayordomía del cuerpo, sino a adorar a Dios en medio de esa administración» y que debemos «aprender a ver la mayordomía corporal bíblica como parte del proceso de santificación progresiva que el Espíritu Santo realiza en nosotros» (p. 13, 30).
Consideraciones sobre el libro
Según Cabús, el fundamento de la MCB «debe estar siempre arraigado en la identidad que la Escritura revela a aquellos que han abrazado la cruz» (p. 63), ya que el mundo debe «ver en los cristianos cuál es el fin de una vida saludable» (p. 64): dar la gloria al Señor en el cuidado de nuestros cuerpos y evitar enfocarnos en nuestro ego (p. 13).
La mayoría de argumentos que el autor usa para respaldar esta propuesta consisten en varias historias de personajes, pasajes y versículos de la Biblia que hablan especialmente de una vida de obediencia a Dios en el cuidado de lo que puso bajo nuestra responsabilidad (p. ej., 1 Co 6:12; 10:31; Ef 4:22-24; Stg 4:17).
Partiendo de lo anterior, el autor presenta cuatro principios que desarrolla a lo largo del libro. Primero, está la teología corporal. En este principio, desarrolla la historia del entendimiento del cuerpo, desde la influencia del pensamiento occidental hasta la Reforma protestante.
Segundo, analiza el conocimiento que tenemos sobre el cuerpo (tanto de la ciencia que aplicamos al cuerpo, como el conocimiento de la Palabra de Dios). Aquí habla de la consolidación de la educación física y el aporte de la cosmovisión cristiana a tal disciplina, y explica por qué cuando se piensa en ejercicio, primero viene a la mente nuestros intereses y no los de Dios.
Tercero, aborda la comunidad, nuestro entorno más cercano, y su rol en nuestra mayordomía corporal (esto incluye la iglesia local). El autor contesta la pregunta: ¿por qué la iglesia actual debería estimular a sus líderes y miembros a realizar más actividad física?
Cuarto, presenta el movimiento, que son sus consejos profesionales y deportivos como entrenador físico.
El autor evidencia conocimiento de la Escritura y se nota que hizo una excelente tarea de investigación, no solo en las áreas de Biblia y teología, sino también en la de historia general sobre el tema del ejercicio físico. De hecho, su manera de explicar cómo el helenismo influenció nuestra manera de ver el cuerpo me sorprendió. Cabús dedica gran parte del libro a establecer una base bíblica, teológica e histórica de la MCB, lo cual me hace considerar este recurso como un libro de consulta sobre el tema.
Sin embargo, me parece que algunas ideas o frases pudieran explicarse mejor. Por ejemplo, una de las frases más importantes que el autor menciona es «que tu dieta sea alimentarte de Él (Jesucristo); entonces, y solo entonces, todo lo demás encontrará su propósito» (p. 184). Pero ¿qué significa alimentarse de Jesucristo? ¿Cómo lo puedo hacer para que mi alimentación física también dé gloria a Dios? En este asunto, el autor me quedó a deber (aunque aborda en parte este tema en el capítulo 13).
La manera en que decimos las cosas importa y este libro se hubiera beneficiado de un mayor cuidado en algunas expresiones. Por ejemplo, en un momento dice: «Sin embargo, [la cultura griega] también influyó de forma negativa en la revelación bíblica de qué es el hombre, y por lo tanto, qué es el cuerpo» (p. 89). En su contexto, considerando que el libro reconoce la autoridad e inerrancia de la Palabra, es evidente que quiso decir más bien que «la cultura griega influyó de forma negativa en la manera en que los cristianos interpretamos la revelación bíblica» de qué es el cuerpo.
Por último, lamenté que el autor presentara la mayordomía corporal bíblica solo desde el Nuevo Testamento, cuando la antropología bíblica —sobre la que el autor supone está basada la MCB (p. 87)— puede ser vista desde Génesis 1. Su argumento, aunque es bíblico, pudo ser más fuerte si abarcara toda la Biblia. Algunos lectores pueden quedarse con ganas de leer un análisis menos extenso de la historia general del cuerpo, el cual valoro, y en cambio leer un análisis más profundo de la antropología bíblica del Antiguo Testamento que, dicho sea de paso, es fascinante.
Sé mayordomo para la gloria de Dios
Algo que notarás al final de cada capítulo es que el autor dedica tiempo a dar instrucciones para hacer actividad física donde te encuentres. Más allá de ese aporte práctico, este libro me ayudó no solo a comprender mejor qué dice la Biblia sobre el cuidado del cuerpo, sino también a dar respuestas orientadas hacia Dios a las preguntas que el autor plantea al final de cada capítulo. Preguntas como: ¿Cuánto tiempo dedicarás al entrenamiento durante la semana? Si no encuentro el tiempo, lo más probable es que se debe a que estoy dedicando demasiado a otras actividades que me impiden cuidar del templo del Espíritu que Dios puso a mi cargo.
Al leer este libro, me es inevitable pensar en que Dios diseñó el cuerpo para que habitara y se mantuviera saludable en el escenario de la creación, pese a las consecuencias de la caída. De hecho, este recurso me hizo ver lo importante de comprender en qué contexto el apóstol Pablo dijo: «Porque el ejercicio físico aprovecha poco» (1 Ti 4:8). Fue en un contexto donde no había oficinas, jornadas laborales de ocho horas, embotellamientos de dos horas para volver a casa o medios de transporte público. Lo que había eran enormes distancias para adquirir algo para el sustento. El agua, el pan, las frutas y todo lo necesario para la vida cotidiana podía estar a distancias considerables que a menudo obligaban a caminar por horas para adquirirlos.
Nuestro actual estilo de vida sedentario hace más necesario que nunca entender cómo debemos cuidar nuestros cuerpos para la gloria de Dios. Pero ¿qué te motivaría a hacer ejercicio? Con este libro, Cabús te ayudará a comprender las implicaciones de la siguiente respuesta que él mismo presenta: «El cristiano no ejerce mayordomía corporal bíblica por salud, sino por obediencia, esa obediencia exhibe las marcas del evangelio, y el evangelio exhibe la gloria de Dios» (p. 65).