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Hace un tiempo leí un escrito que presentaba al heresiarca Marción de Sinope (80-150 d. C.) como un gran intérprete que señaló las supuestas contradicciones contenidas en las Escrituras y las documentó en su obra conocida como “Antítesis”. Marción concluyó en esa obra que Yahvé era violento mientras que Cristo es amoroso y, por lo tanto, el Dios del Antiguo Testamento no era el mismo del Nuevo. ¡No es de extrañar que Marción fuese rechazado como hereje por la iglesia!

A diferencia del tiempo del heresiarca, con un enfoque distinto, en la actualidad hay esfuerzos por comprender mejor la unidad de la Biblia y por ver y predicar a Cristo desde el Antiguo Testamento (AT). Considero que eso está muy bien y por eso es importante preguntarnos qué método hermenéutico usó Jesús en su tiempo y cuál deberíamos usar hoy para honrar a Dios con las conclusiones interpretativas a las que llegamos. Un nuevo recurso que responde a esta pregunta es La hermenéutica de Cristo

La hermenéutica de Cristo

La hermenéutica de Cristo

Editorial Portavoz. 234.

La hermenéutica de Cristo es un libro escrito por un grupo de teólogos de la Sociedad Teológica Cristiana (STC) que analiza las diferencias entre la hermenéutica cristocéntrica y la hermenéutica cristotélica: dos métodos que tienen elementos en común, pero sus diferencias nos llevan a identificar cuál representa la opción que nos puede ayudar a llegar a una interpretación más adecuada de los textos bíblicos, especialmente de aquellos que no están relacionados directamente con Cristo.

Editorial Portavoz. 234.

Propósito y contenido del libro

Este libro fue escrito por un grupo de teólogos de la Sociedad Teológica Cristiana (STC) que analiza las diferencias entre la hermenéutica cristocéntrica y la hermenéutica cristotélica: dos métodos que tienen elementos en común, pero sus diferencias nos llevan a identificar cuál representa la opción que nos puede ayudar a llegar a una interpretación más adecuada de los textos bíblicos, especialmente de aquellos que no están relacionados directamente con Cristo.

La hermenéutica de Cristo es el primer libro de la STC, y representa una ‘crítica amigable’ a todos los defensores de la hermenéutica cristocéntrica, con la intención de que adopten un enfoque cristotélico del Antiguo Testamento, también conocido como la hermenéutica histórico-gramatical” (p. 16).

Los autores exponen el origen del cristotelismo, señalan sus diferencias con el cristocentrismo (caps. 1-2), luego presentan ejemplos de cómo aplicar la hermenéutica cristotélica a cada género literario del Antiguo Testamento (caps. 3-5) y finalmente analizan los “peligros” del cristocentrismo en el ministerio pastoral (caps. 6-7).

Definición de términos

Para comprender mejor el tema de este libro debemos conocer algunos conceptos que se relacionan con el cristocentrismo y el cristotelismo, y saber cuáles son sus virtudes y qué los diferencia.

La hermenéutica cristocéntrica o cristocentrismo

Es un método de interpretación que desea presentar cada texto en su relación con la persona y obra de Cristo. Enfatiza la teología de Cristo y el evangelio en las Escrituras en lugar de solo un enfoque moralista. Esta hermenéutica defiende la necesidad de ir más allá de la hermenéutica histórico-gramatical y llegar a un método teológico.

Para el cristocentrismo, Cristo está en cada texto. De alguna manera, Él es el tema de cada pasaje y esta hermenéutica resalta su naturaleza cristiana. Aunque reconoce la necesidad de evitar la alegoría, sigue creyendo que Cristo es el tema de cada texto y afirma que “Él es la marca de la verdadera predicación cristiana” (p. 55).

La hermenéutica cristotélica de Peter Enns o cristotelismo crítico

“Cristotélico” es un término acuñado por Peter Enns en 2003. Enns afirma que la hermenéutica usada por los apóstoles no puede clasificarse como histórico-gramatical en su esencia y que a veces los autores del Nuevo Testamento interpretaron el Antiguo Testamento de una manera “algo literal”. Sin embargo, él cree que “es mejor decir que la exégesis histórico-gramatical es ‘compatible’ con la hermenéutica apostólica, pero no más que eso” (p. 29).

Por eso los autores de este libro clasifican la hermenéutica cristotélica de Enns como “cristotelismo crítico”, porque aunque tampoco se adhiere a la visión de la hermenéutica cristocentrista…

  1. Rechaza el significado original que los autores veterotestamentarios pretendieron en sus escritos. Enns afirma que la hermenéutica apostólica revela que los autores del NT no se esforzaron por interpretar adecuadamente el AT y lo sacaron de contexto.
  2. Requiere métodos interpretativos adicionales para explicar “la centralidad de Cristo” en el AT y justificar así la “distancia” entre lo que significa un pasaje en su contexto original y su uso cristotélico en el NT.
  3. Rebaja la naturaleza del AT como revelación divina. Según Enns “la forma en que los apóstoles manejaron el AT parece ser inesperada, extraña e incluso inadecuada” (p. 33).

Con lo anterior, lo que Enns sugiere es que la metodología histórico-gramatical no es la hermenéutica que los autores neotestamentarios usaron para interpretar el Antiguo Testamento. Y eso lo lleva a la conclusión de que “la Iglesia hoy tampoco debe considerar esa hermenéutica como la única metodología normativa de interpretación” (p. 30).

La hermenéutica cristotélica

Como vimos, el cristocentrismo busca identificar a Cristo en cada pasaje de la Biblia —forzando en muchos casos el significado de los textos— y el cristotelismo crítico niega la suficiencia del método histórico-gramatical. Contraria a estas dos posturas, la hermenéutica cristotélica (telos: fin) busca identificar cuándo y de qué forma un pasaje del Antiguo Testamento apunta a Cristo respetando la intención original del autor.

El cristotelismo que se defiende en La hermenéutica de Cristo resguarda el significado original de los autores del Antiguo Testamento, respalda la hermenéutica histórico-gramatical como metodología normativa de interpretación de sus escritos y realza la naturaleza como revelación divina, así como lo hizo Cristo. Es de ahí que sus autores toman el título del libro.

Cómo quiere Dios que se interprete su Palabra

Cada texto del Antiguo Testamento no habla de Cristo directamente, contrario a lo que afirma el cristocentrismo. Si lo hace, como intérpretes debemos buscar la intención única del autor original, no llegar a una conclusión subjetiva del lector. Tampoco es necesario conectar cada texto a Cristo en cada sermón. “En lugar de forzar a Cristo en cada pasaje veterotestamentario, el mejor planteamiento es dejar que el texto hable por sí mismo” (p. 165). Josiah Grauman aconseja:

“Se debe ejercitar cautela en predicar cada texto sin violar el sentido original del texto. Si el predicador minimiza u oculta lo que el texto revela del Padre, del Espíritu, del pecado o de la ley, por su afán de predicar a Cristo, ha rehusado anunciar todo el consejo de Dios, algo que la Biblia no aprueba (Hch 20:27). Si el predicador presenta la cruz como el clímax de cada texto, lamentable y finalmente minimizará el punto principal del texto. Se demanda del predicador que sea fiel en ser enfático en donde el texto lo es, no donde sus convicciones teológicas le dictan” (p. 128).

“La predicación sana comienza con una hermenéutica sana” (p. 145), por eso el llamado al lector moderno es a volver a la hermenéutica histórico-gramatical (hermenéutica cristotélica) identificando los riesgos del cristocentrismo. Este libro constituye una gran herramienta para identificar cómo acercarnos al texto de manera adecuada y que los expositores de la Biblia se actualicen sobre los nuevos retos hermenéuticos.

Los creyentes no estamos exentos de incurrir en interpretaciones deficientes o hasta heréticas, tal como Marción. Esto se debe a que una de nuestras luchas espirituales más grandes es mantenernos firmes en interpretar y enseñar las Escrituras conforme a la voluntad de Dios.

“El texto bíblico debe ‘reinar’ por encima de cualquier tipo de preferencias, conclusiones o presuposiciones teológicas. Ya sea que se interprete la Biblia para uso personal o para enseñar a otros, se debe ser fiel al texto —la intención original del autor—” (p. 188).

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