×

Por varias semanas ya hemos estado escribiendo sobre el deber que Pedro pone delante de nosotros como creyentes de amarnos unos a otros, en 1P. 1:22-23. Y hoy queremos considerar la última parte del texto: el deber de amarnos con un amor ferviente o entrañable.

“Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”.

Esta palabra que RV traduce como “entrañablemente” es muy expresiva. Se usa para referirse a algo que se estira y se estira hasta el máximo de su capacidad. Es un amor intenso, constante, que no se cansa rápido de hacer el bien. Es un llamado a que amamos a toda capacidad.

Cuando Pablo escribe a los hermanos de Tesalónica, en 1Ts. 4:9-10, él reconoce que estos hermanos se amaban unos a otros, pero aún así los exhorta a que sigan abundando en ello más y más. “No se cansen, no piensen que ya han hecho suficiente por ese hermano o esa hermana; estira tus capacidades un poco más y un poco más, porque la meta es amar a los hermanos como Cristo nos amó”.

Y si hay algo evidente en el amor de Cristo es que se extiende y se extiende hasta cumplir a plenitud el propósito de Su amor. Primero nos escogió, luego se hizo Hombre, luego fue a la cruz, luego resucitó y ascendió a los cielos, y desde allí continúa intercediendo por nosotros y cuidando de nosotros a pesar de nuestras debilidades y pecados.

Cuando sientas que ya no puedes amar más a uno de tus hermanos en la iglesia, recuerda el ejemplo de Cristo, el amor con que Él te ama a ti, porque ese amor no tiene límites. Es un amor intenso, constante y ferviente. Así debemos nosotros amar a nuestros hermanos.

A la luz de lo que hemos estado viendo de este pasaje de 1Pedro, ¿qué cosas prácticas estamos haciendo nosotros para cumplir con este sagrado deber del amor fraternal, este deber que distingue a los cristianos más que ninguna otra cosa? ¿Qué tanto interactúas con tus hermanos, miembros de esta iglesia, tanto en los cultos como fuera de ellos?

¿Qué tan pendiente estás de las necesidades de tus hermanos? ¿Vienes al culto de oración a mitad de semana? Y ¿qué haces luego con los nombres que son mencionados allí, de hermanos que tienen diversas dificultades? Cosas como orar por ellos / llamarlos por teléfono / ofrecerles tus servicios / hacer con tus hijos una tarjeta y visitarlo. ¿Cuándo fue la última vez que tú consolaste, exhortaste, amonestaste, instruiste a algún hermano de esta iglesia?

Que el Señor nos ayude a seguir creciendo en la virtud del amor cristiano, para la gloria de Dios, para una mayor conformidad al carácter de Cristo, para un mejor testimonio ante un mundo que no conoce esa clase de amor.

© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

CARGAR MÁS
Cargando