Me encantan Las Crónicas de Narnia de C. S. Lewis. He leído cada uno de los libros que componen la saga, algunos de ellos más de una vez, y he visto las tres adaptaciones que se han hecho hasta ahora para el cine. Si desean leer una crítica, de estas adaptaciones recomiendo que lean aquí un artículo escrito por Douglas Wilson al respecto.
Su evaluación de las adaptaciones es como sigue:
El León, la Bruja y el Ropero: B.
El Príncipe Caspian: D menos.
La Travesía del Viajero del Alba: C.
Aunque él aclara que si C. S. Lewis nunca hubiera existido y las películas no se hubieran basado en un material previamente escrito, su evaluación sería diferente:
El León, la Bruja y el Ropero: A.
El Príncipe Caspian: B.
La Travesía del Viajero del Alba: A menos.
Pero mi punto en esta entrada no es hacer una crítica a las adaptaciones cinematográficas en sí, sino hacer la recomendación de que no se contenten con ver las películas y lean los libros de las Crónicas. Ninguna adaptación cinematográfica, por fiel que intente ser al libro, podrá compararse siquiera con el placer (y el beneficio) de leer directamente a Lewis.
Sin importar los efectos especiales que una película pueda tener, las imágenes nunca podrán sustituir las palabras escritas. En ese sentido estoy completamente de acuerdo con el juicio de Isaac Asimov (ateo convencido, autor de más de 300 libros de temas muy diversos):
“Pensemos, por ejemplo, en el gran soliloquio de Hamlet que empieza diciendo ‘Ser o no ser’, la consideración poética de los pros y contras del suicidio. Tiene una longitud de 260 palabras. ¿Se puede acceder a la esencia del pensamiento de Hamlet en una cuarta parte de una imagen o… en 260 imágenes? Por supuesto que no”.
En cuanto tengamos que tratar con emociones, ideas y fantasías, sigue diciendo Asimov, las palabras son el único medio válido. “Ver la tele es divertido, pero depende completamente de la palabra hablada y escrita”.
Si alguien debiera estar de acuerdo con Asimov en este asunto es precisamente el cristiano. Dios se ha comunicado con el hombre a través de la historia de la redención a través de palabras, y nos ha dejado un libro para que le conozcamos a Él. Como dice Jacques Ellul: “La palabra es el vehículo que Dios crea y el medio con el que se comunica con nosotros”. O como dice Os Guinness: “Las palabras son esenciales para el drama de la redención y la salvación, en contraste directo con las imágenes y la vista”.
Volviendo a las Crónicas, no deja de ser interesante el consejo de Douglas Wilson en el artículo anteriormente citado: “Yo pienso que si las películas atraen los niños a los libros, que de otra manera no hubieran querido tener nada que ver con los libros, mucho mejor. Pero es probablemente mejor que los padres cristianos no permitan a sus hijos ver la película hasta que esos chicos no se hayan zambullidlo en los libros”.
Independientemente de que estemos de acuerdo con Wilson o no, les recomiendo que introduzcan a sus hijos en las Crónicas, si tienen edad suficiente para ello; y si Ud. no las ha leído, introdúzcase a Ud. mismo en ellas. Ese es un buen regalo que puede hacer a otros en Navidad o hacérselo a Ud. mismo.
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