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La palabra “evangelio” era de uso común en el mundo greco romano, y no tenía que estar asociada necesariamente con un mensaje de tipo religioso, sino con el anuncio de eventos trascendentales, ese tipo de eventos que producen cambios significativos en la vida de las personas.

Por ejemplo, cuando Grecia derrotó al imperio Persa en la batalla de Maratón en el 490 a.C., el general Milcíades decidió enviar al soldado más veloz de su regimiento, el corredor Filípides, para comunicar esa buena noticia, ese “evangelio”, a los atenienses. Y cuenta la leyenda que Filípides recorrió los 42 kilómetros que había entre los campos de Maratón y Atenas, corriendo tan velozmente que cuando llegó a la ciudad sólo pudo decir: “Hemos vencido”; y allí mismo cayó muerto. Es precisamente en honor de esa proeza que se realiza el llamado Maratón, que no es otra cosa que un recorrido a pie de la distancia que supuestamente recorrió Filípides aquel día.

Ahora, imagínense el impacto de esta buena noticia entre los atenienses. La amenaza había sido completamente eliminada y ahora podían vivir paz; no por nada que hubieran hecho los receptores de la noticia, sino por causa de los soldados que habían peleado en Maratón a favor de ellos. De manera que el evangelio es el anuncio de algo que ha sucedido ya a favor de un grupo de personas, algo que Dios llevó a cabo hace 2,000 años y cuyos resultados continúan tan vigentes hoy como la primera vez que fue proclamado.

Y esto nos muestra, de entrada, la enorme diferencia que existe entre el mensaje del evangelio y cualquier otra religión o filosofía. Todas las religiones del mundo intentan proveernos de buenos consejos que nos ayuden a conectarnos con Dios de alguna manera o vivir una vida buena. “Esta es la forma como debes vivir si quieres que te vaya bien”.

Pero el evangelio es el anuncio de lo que Dios ya hizo en la historia, a favor de hombres y mujeres que de ninguna manera hubiesen podido acercarse a Él en sus propios méritos. No se trata de un consejo, sino de un anuncio. Ya Dios hizo algo en un punto particular de la historia, y que nosotros debemos recibir por fe.

Uno de los mejores resúmenes de ese anuncio es el que encontramos en 1Cor. 15:3-4: “Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras”y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”. En una próxima entrada veremos más detenidamente el significado de todo esto.

© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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