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El día Jueves 26 de Junio, la Comisión Disciplinaria de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado) determinó castigar al jugador uruguayo Luis Suárez por agredir a otro futbolista durante el partido Uruguay vs Italia por el Mundial Brasil 2014. La sanción que se le impuso incluye una suspensión de nueve partidos con su selección y cuatro meses sin poder jugar al fútbol. Además de una prohibición de ingresar a cualquier recinto deportivo y una multa de casi cien mil dólares.

Quiero ser enfático en afirmar que el futbolista uruguayo, cometió una grave falta y debió ser castigado. Aunque algunos sostienen que la sanción es poco exagerada, debemos reconocer que se le aplicó la máxima penalidad estipulada en los reglamentos de la FIFA. Sin embargo, esta decisión exige, de aquí en mas, que se sancione rigurosamente todas las otras faltas que siempre se han cometido y seguirán cometiendo aun durante el Mundial de Fútbol. Porque en mi opinión, escupir y tirar un “codazo” en el rostro a otro jugador, es tan deshonesto como una mordida.

Quizá Luis Suárez nunca se arrepienta de su falta y hasta vuelva a cometer otro acto de indisciplina dentro de una cancha de fútbol. No me quiero presentar como un abogado del jugador y tampoco quiero presentarlo como una víctima. Tampoco quiero juzgar, ni levantar el dedo acusador a nadie por las bromas, los afiches, los «memes» y videos que se han hecho de la mordida de Suárez. Reconozco que varios de ellos, me han causado mucha risa.

Pero quiero enfocar y llamar nuestra atención en algunos detalles que nosotros los creyentes debemos recordar a propósito de esto:

1. No me puedo imaginar el dolor que la familia de Suárez está atravesando en estos días. Me pregunto ¿cómo se deben sentir la esposa, los padres y los hermanos y el mismo jugador? Seguramente la vergüenza, la impotencia, el dolor y la tristeza son las palabras que mejor describen los sentimientos de todos ellos.

2. Los seres humanos tenemos una innata inclinación de alarmarnos por los errores de otros y celebrar sin ningún ápice de misericordia, el castigo impuesto a quienes cometen faltas. En este caso, el castigo impuesto al jugador. Juzgamos, criticamos y nos rasgamos las vestiduras por las ofensas de otros, pero somos excesivamente indulgentes y misericordiosos cuando se trata de nuestras propias faltas. Pregunto, ¿Qué diríamos acerca del castigo, si la persona que cometió tal falta hubiera sido algún hijo, familiar o nosotros mismos?

3. Somos más prontos a reconocer los errores de otros y no los nuestros. Por eso nuestro Señor les decía a sus discípulos: ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (S. Mateo 7:4-5). Sería muy provechoso que los creyentes nos lamentemos de nuestros pecados con la misma intensidad que lamentamos los pecados de otros.

4. De otro lado, qué Dios pueda usar alguien para testificarle y predicarle las buenas nuevas del Evangelio a Suárez. Por lo general, el hombre es sensible a la necesidad de Dios cuando estamos en problemas y dificultades. Qué esta situación le sirva a Luis Suárez para conocer a Cristo y venir a la fe.

Para terminar, quiero volver a enfatizar que Luis Suárez cometió un error monumental y que el castigo es merecido. Sobre todo por que no es la primera vez que sucede y porque los deportistas deben asumir su responsabilidad como figuras públicas, a quienes los niños imitan.

Pero también quiero llamar a la reflexión. Qué Dios nos ayude a ser conscientes de nuestros propios errores. Qué nunca nos gocemos del mal ajeno y no celebremos la calamidad de otros, porqué la Biblia nos dice que «cuando cayere tu enemigo, no te regocijes, Y cuando tropezare, no se alegre tu corazón» (Proverbios 24:17).  Porque ninguno de nosotros está libre de fallar ni de cometer errores. En este sentido, el apóstol Pablo advertía «…el que piensa estar firme, mire que no caiga» (1 Corintios 10:12).

Qué Dios nos ayude a ser compasivos cuando juzgamos a otros. Qué Dios nos ayude examinarnos a nosotros mismos. Qué Dios nos ayude a ser sensibles con la desgracia ajena. Qué no nos deje caer en la tentación y nos libre del mal. Amén.

Qué Dios tenga misericordia de Suárez y de nosotros también.

Gerson Morey.

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