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En tiempos donde nos sorprendemos por la rapidez con la que muchas personas se apartan del Señor, sería bueno considerar (brevemente) la doctrina bíblica de la conversión. Porque en muchas ocasiones, las personas se alejan del Señor y de la iglesia, con una ligereza que sorprende, y esto sucede solo meses, semanas y días después de haber hecho una confesión de fe.

Quizás sería de provecho, considerar todos los aspectos que deben tomar lugar en el momento de nuestra conversión y mirar de cerca los elementos bíblicos de la misma.

La conversión, desde tiempos antiguos era una realidad muy conocida entre el pueblo de Israel y la noción que esta verdad comunicaba era básicamente «volverse a Dios». Hoy en día es legítimo usar el termino «conversión» en referencia al hecho de nuestra salvación, pues los escritores del Nuevo Testamento lo usaron frecuentemente. Son muchos los textos que hacen referencia a esta verdad (Hechos 15:3, 1 Tesalonicenses 1:9, 2 Corintios 3:16).

Sin embargo la biblia también abunda en pasajes que hacen referencia a los elementos necesarios e indispensables para la conversión, entiéndase «fe y arrepentimiento»(Juan 3:16, Hechos 16:31, Romanos 10:9, Efesios 2:9, Lucas 24:46-47, Hechos 2:37-38, 3:19, 5:31, 17:30). En estos textos se destaca la importancia de la presencia inseparable de la fe y el arrepentimiento para recibir la salvación.

Cuando el apóstol Pablo se despedía de los ancianos y pastores en Mileto, les dio una breve reseña de la esencia de su mensaje y dijo: «testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo». (Hechos 20:21 RVR60).

Entonces, una verdadera conversión o una conversión bíblica debe incluir fe y arrepentimiento (o arrepentimiento y fe). 

La conversión de un individuo debe tener en cuenta una conciencia de pecado (reconocer), una profunda tristeza por haber ofendido a Dios y un propósito de corazón de abandonar la vida pecaminosa. Eso es arrepentimiento.

Asimismo, la conversión de un individuo descansa sobre una confianza en nuestro Señor Jesucristo. Esa confianza otorga la seguridad de perdón y vida eterna. Eso es fe.

Por lo tanto, podemos concluir que cuando una persona se arrepiente genuinamente de sus pecados y confía en Jesús para recibir perdón y vida eterna, tal persona se ha convertido. Menos que eso, no cumple los requisitos ni se conforma a la enseñanza bíblica de la conversión.

¿Qué es la conversión?

La conversión es nuestra respuesta (espontánea y voluntaria), al llamado del Evangelio. En ella nos arrepentimos (sinceramente) de nuestros pecados y ponemos nuestra confianza (fe) en Cristo para nuestra salvación.

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