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En la tercera entrega de nuestro estudio acerca de los apóstoles, nos vamos a enfocar en cuales eran los requisitos bíblicos para ser un apóstol. Miraremos cuidadosamente a las Escrituras para descubrir cuales fueron los criterios para escoger a un apóstol.

A manera de introducción debemos establecer que el llamado al apostolado es una prerrogativa que le pertenece únicamente a nuestro Señor.  Dicho de otra manera, todos los que fueron apóstoles de Jesucristo, fueron llamados directamente por Jesucristo. Dios mismo es quien escogía y llamaba a los hombres para el oficio apostólico (Juan 15:6; Hechos1:24; 1 Corintios 1:1; 2 Corintios 1:1; Gálatas 1:1; Efesios 1:1)

Habiendo dicho esto, podemos ahora mirar con más detalle los requerimientos para esta tarea. En primer lugar, cuando los apóstoles se reunieron en el aposento alto, y se disponían a escoger al reemplazante de Judas, Pedro se levantó entre los hermanos y dijo:

«Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección» (Hechos 1:21-22)

Este pasaje se constituye en uno de los textos más contundentes en cuanto a las condiciones del oficio apostólico. Los requisitos para ser un apóstol son aquí presentados claramente y no dejan lugar a dudas. Pedro anuncia que solo aquellos que estuvieron junto a Jesús y a los discípulos, «comenzando desde el bautismo de Juan», calificaban como posibles candidatos. Luego, añade que debían ser testigos de la resurrección y ascensión de Jesús «cuando fue recibido arriba». Mejor dicho, el requisito indispensable para un futuro apóstol, era haber estado y visto a Jesús hasta el día de su ascensión.

Aunque la biblia menciona otros requerimientos, a partir de aquí, llegamos a la necesaria conclusión de que ningún creyente, por una cuestión obvia, puede cumplir hoy con este requisito. En otras palabras, después que murió el último de los apóstoles, nadie calificaba para este oficio, por no haber visto cara a cara a Jesús.

Ahora bien, debemos aclarar que bajo este criterio, Pablo no cumplía con los requisitos para ser un apóstol. Sin embargo tenemos que reconocer que Pablo, era único en su especie, en el sentido que recibió el llamado directamente de nuestro Señor Jesucristo. A este respecto el decía:

Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, (1 Corintios 1:1)

Pablo, apóstol -no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos- (Gálatas 1:1)

Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza, (1 Timoteo 1:1)

Además, mientras Pablo está escribiendo acerca de la realidad de la resurrección, confiesa que Jesús se le apareció personalmente:

“Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios” (1 Corintios 15:7-9)

Parece que el interés de Pablo es dejar en claro que el ha visto al Cristo resucitado, quien se le apareció camino a Damasco.

De otro lado, las Escrituras también hablan de otro factor como requisito indispensable para el oficio apostólico. Las buenas nuevas del Evangelio iban a ser resistidas por los hombres y la demostración de un poder mayor era necesario para darle credibilidad al mensaje. Por eso, Pablo dice:

«…en nada he sido menos que aquellos grandes apóstoles, aunque nada soy. Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros»(2 Corintios 12:11-12)

Debemos recordar que en sus cartas a los Corintios, Pablo está tratando de justificar y demostrar su llamado apostólico. En ese contexto, les habla de «las señales de apóstol», que incluyen «prodigios y milagros». Estas señales eran importantes por que, como hemos dicho, le daban legitimidad al mensaje que proclamaban.

Pero cabe destacar, que esta capacidad que tenían los apóstoles para obrar milagros, fue extraordinaria e irrepetible. Porque aunque hoy Dios puede hacer milagros entre su pueblo, no los podemos comparar con esa manifestación sobrenatural del libro de los Hechos. Cada vez que los apóstoles oraban por los enfermos, todos se sanaba sin excepción. La clase de señales que hacían Pablo, Pedro y los demás apóstoles, eran tan poderosas que no hubo registro de personas que permanecieran enfermas después de orar por ellas . Y esa clase de poder no lo vemos hoy día. Es por eso que Lucas describe ese poder sobrenatural diciendo que «hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo» (Hechos 19:1).

Por lo tanto, a la luz de estos textos, concluimos que los apóstoles eran escogidos directamente por Dios y para ello debieron ver al Cristo resucitado y llevar las señales, milagros y prodigios que autenticaban su mensaje.

A manera de síntesis debemos decir que un apóstol, es un enviado especial de Cristo, a quien ha llamado de modo directo, dotándolo de dones y señales específicas; es testigo ocular de la resurrección -del Cristo resucitado- y se dedicaba a transmitir la doctrina de Dios.

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