Soy el de la foto,
cuando era joven.
Vigor e ilusión había,
pero el cronos no se detenía.1
Estoy entrado en años,
llevando almanaques;
con menos fuerza
y más achaques.
Soy el de la foto.
Es cierto.
Pero ese joven no sabía
lo que este viejo sabe.
Para el que está en Cristo,
el paso del tiempo es bendición;
pues los años en Su gracia
añaden devoción.
Las arrugas no avergüenzan;
porque ellas cuentan
la fidelidad de Cristo
en todos estos años.
Soy el de la foto.
Es cierto.
Pero ese joven no tenía
lo que este viejo recibió.
Soy el de la foto.
Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día (2 Co 4:16).