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Días antes de morir, le preguntaron a Martin Lutero cuales eran sus sensaciones, sabiendo que su enfermedad y la persecución que había en su contra lo llevarían casi a su muerte. Lutero respondió:

“El mundo está cansado de mi y yo del mundo. No creo que sea una separación dolorosa” (Tomado del libro “Martin Lutero-Emancipador de la Conciencia” – Federico Fliedner).

En otras palabras, estoy más comprometido con el cielo que con el mundo. Mi mirada está puesta en el cielo y por eso no tengo ojos para este mundo. Mi mayor interés es cumplir las demandas celestiales y no las terrenales. Me siento un extraño en esta tierra. Anhelo mi verdadera morada, donde esta Jesús.

“El mundo está cansado de mi y yo del mundo….”

Quizás esta fue una declaración que resumía el carácter del gran reformador alemán del siglo XVI. Esta clase de convicción lo empujaron a liderar la Reforma Protestante y a su vez lo sostuvieron cuando tuvo que enfrentar a la iglesia de Roma.

“El mundo está cansado de mi y yo del mundo…”

En esta confesión se explica el porque de una vida tan abnegada, entregada a Dios y sobretodo, tan llena de poder. Una vida que el Señor usó para traer un despertar espiritual en el mundo, que trascendió los tiempos y llevó a millones a ponerse a cuentas con Dios.

La vida que llevó Martín Lutero es una demostración de alguien que es movido por valores celestiales y no personales. Su aprecio y anhelo por el cielo, eran lo que gobernaba sus pensamientos, sus proyectos, su conducta y su vida en general.

“El mundo está cansado de mi y yo del mundo…” es el mismo sentir del apóstol Pablo quien decía  “teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor” (Filipenses 1:23 RVR1960)

Que el Señor nos ayude a percibir el cielo como una realidad viva de tal forma que lo anhelemos y lo esperemos. Que así como el gran apóstol y Martin Lutero, nuestras vidas demuestren que somos “extranjeros y peregrinos” en esta tierra (Hebreos 11:13). Que vivamos en conformidad a nuestra patria celestial, porque “nuestra ciudadanía está en los cielos”(Filipenses 3:20). Que Dios nos ayude a vivir de acuerdo a las normas del cielo, mientras estamos en la tierra. Que también podamos desear el cielo y que podamos decir como Lutero: “el mundo está cansado de mi y yo del mundo. No creo que sea una separación dolorosa”.

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