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El pastor William Carey, fue un misionero inglés que vivió en la India en los años 1700. Como parte de su obra evangelizadora, tuvo que dedicarse a la traducción de las escrituras a los distintos dialectos del país. Para el efecto, edificó una imprenta y contrató a varias personas para llevar a cabo esta compleja y larga tarea. En el local de la imprenta, guardaban diccionarios, enciclopedias,libros de consulta y sobre todo los manuscritos y capítulos de la biblia que ya habían sido traducidos. Un día, mientras Carey ministraba en la ciudad de Calcuta, un incendio destruyó la imprenta y el fuego consumió todo lo que estaba dentro. En unas horas, todo el trabajo de años se había perdido sin posibilidad de recuperarlo. La devastación fue material y mas aun emocional. No era para menos.

 La noticia del incendio, trascendió las fronteras de la India y al cabo de un tiempo llegó a oídos del mundo occidental. Unos hombres de negocios desde los Estados Unidos y Europa conmovidos por la noticia, decidieron contribuir con la causa y colectaron 10,000 libras esterlinas(moneda inglesa). Toda una fortuna para ese entonces. El dinero llegó para continuar lo que el fuego detuvo y al cabo de unos meses, pudieron terminar lo que inicialmente les iba a tomar muchos años más de trabajo. Hoy en día, las distintas poblaciones y etnias de la India, pueden leer las escrituras en su propio idioma, gracia al trabajo, la tenacidad y la perseverancia de William Carey y su equipo. Seguramente, desde ese día, el versículo de Romanos 8:28 tomó otro sentido en la vida de este misionero.

 ¿Algo se ha perdido? No te preocupes. No llores por lo que no tienes. Ya no lamentes lo que se fue. Dios tiene la habilidad de hacer del fuego, buenas noticias. Dios tiene la capacidad de cambiar circunstancias. Dios tiene poder para reponer, lo que el fuego se llevó. Por eso, guió al apóstol Pablo a escribir Romanos 8:28

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…”

 

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