×

El otro día me preparaba con emoción para el último mensaje del 2014 que debía predicar a la congregación. Entre otras cosas, creo que la preparación de un sermón es una de las grandes bendiciones que conlleva el pastorado.

Aunque usualmente estudiamos un libro entero de la Biblia, en esta ocasión mi deseo era exhortar a los hermanos y motivarlos a mirar el futuro con esperanza. Creo que todo pastor procura hacer lo mismo en estos tiempos cuando la emoción de un nuevo año se mezcla con la nostalgia, la tristeza y desesperanza.

Pero mientras meditaba, el capítulo 5 del libro de Romanos llegó a mi mente y en particular el primer versículo “Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1 LBLA).

En ese momento, me pareció que era mucho mejor exhortar y motivar a la gente a través de algo que ya Dios hizo y no con algo que nosotros pudiéramos hacer. Es mejor descansar en realidades espirituales que han sido logradas por Dios, ya que estas no están sujetas a cambios. Usualmente lo que los hombres queremos y podemos hacer no siempre es firme y seguro.

Volviendo al texto de la epístola, más adelante el apóstol Pablo dice “cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo…”(Romanos 5:10 LBLA)

Lo que el apóstol está destacando es que la enemistad que teníamos con Dios, fue cambiada por una reconciliación. La guerra ha sido reemplazada por una paz.  Una paz real, estable y duradera. Los que estamos en Cristo ya no estamos enemistados con nuestro creador. “Tenemos paz para con Dios”.

Lo terrible de esta enemistad es que un día íbamos a tener que ser juzgados por un juez que era precisamente nuestro enemigo. En esas condiciones no había esperanza ni futuro. Lo que nos deparaba era un juicio y una condenación eterna. Esa era la peor de nuestras dificultades. Ese es el mayor de los problemas que enfrenta la humanidad.

Es por que habiendo sido justificados, gozamos de paz con Dios y hemos sido reconciliados con él y en virtud de esa realidad, podemos acercarnos confiadamente a Su trono, podemos adorarle, servirle, podemos orar y recibir de él (Hebreos 4:16).

Este año 2015 seguramente traerá cosas buenas y malas. Victorias y derrotas. Alegrías y tristezas. Pero lo que tenemos por seguro es que ya no tenemos enemistad con Dios.

En este nuevo año, tenemos la posibilidad de acercarnos a él aunque no todo salga bien. Tenemos la seguridad de que podemos orar y que él escuchará. Y tenemos la certeza que todas las peticiones que se encuentran en Su buena voluntad, serán respondidas (1 Juan 5:14). Cada oración será respondida a su manera y a su tiempo, de eso estamos seguros.

Que podamos hallar consuelo, fortaleza y esperanza en esta nueva posición en la que nos encontramos. Que la consciencia de esa paz lograda por Cristo, nos ayude a tener paz en nuestro corazón. Que el gozo se sostenga en lo que es seguro. Que seamos motivados por las cosas eternas. Las que no cambian. Paz para con Dios.

¡Feliz año!

 

CARGAR MÁS
Cargando