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Si los Billboard clasificaran las canciones de la iglesia, probablemente la #1 en la categoría de preescolar sería “Cristo me ama”. Desde el momento en que los niños pueden unir dos frases, comienzan a cantar sobre el amor de Cristo hacia ellos; amor del cual aprendemos en la Biblia, amor que sobrepasa nuestra debilidad, y amor que recibe a los “pequeños” que pertenecen a Su familia.

Cuando al reconocido teólogo Karl Barth se le solicitó que resumiera su teología en una sola oración, él contestó: “Cristo me ama, bien lo sé; la Biblia lo dice así”. Una profunda verdad expresada en palabras sencillas.

Desafortunadamente, podemos llegar a estar tan familiarizados con la expresión del amor de Dios que perdemos el panorama completo de cómo este amor es expresado.

Dios demostró Su amor al enviar a Su Hijo a morir por nosotros. Pero es importante hacer una pregunta adicional: ¿Por qué envió a Su Hijo a morir?

Las Escrituras son claras en que Dios quería traernos de regreso a Él; quería reconciliarnos. Para decirlo de una manera más sencilla: Dios quería estar con nosotros. Él lavó nuestros pecados para poder recibirnos en Su presencia.

Dios expresa Su amor por medio de Su sacrificio, con el fin de estar con Su pueblo. Muchos cristianos entienden la primera parte de esta verdad (“Dios nos ama”) e incluso la segunda parte (“por medio de Su sacrificio”), pero pierden de vista el propósito (“con el fin de estar con Su pueblo”). El resultado es que creemos que Dios nos ama, pero no creemos que le agrademos mucho.

Al igual que probablemente tengas familiares a los que “amas” pero no necesariamente te gusta estar con ellos, podrías pensar que Dios te ama como un padre distante, alguien que tolera tus imperfecciones y te castiga por tus errores. Él te muestra Su gracia al permitirte vivir en Su casa, pero no le interesa pasar tiempo contigo. Muchos de nosotros hemos adoptado esta imagen distorsionada de Dios, como si nos amara abstractamente, pero no es afectuoso personalmente con nosotros.

Contrasta la imagen distorsionada del padre distante con el Dios de la Biblia, quien desde el principio demuestra un fuerte deseo de estar con Su pueblo.

  • En el jardín del Edén, Dios caminaba con Su gente en el fresco del día (Génesis 3:8).
  • Después de salvar a los hijos de Israel del cautiverio en Egipto, Dios manifiesta Su presencia al dirigirlos con una columna de nube en el día y una columna de fuego en la noche (Éxodo 13:21).
  • Dios ordenó a Moisés construir un tabernáculo, un lugar donde Él pudiera derramar Su presencia en medio de Su pueblo (Éxodo 25:8-9).
  • Frecuentemente, los israelitas se referían a Dios por Su nombre, Yahweh-Sama, el cuál significa “El Señor está allí” (Ezequiel 48:35).
  • Por medio del profeta Jeremías, Dios dijo: “¿Acaso soy Yo un Dios sólo de cerca, y no un Dios de lejos?” (Jeremías 23:23).
  • Cuando el Mesías fue prometido, el ángel dijo que Su nombre sería “Emanuel”, que significa Dios con nosotros (Mateo 1:23).
  • Jesús prometió enviar al Espíritu Santo a morar en nosotros, para que Dios fuese tan real y presente en nosotros como lo fue Jesús con Sus discípulos (Juan 14:16-18).

Este no es un Dios que ama de forma abstracta. Este es un Dios que ama de forma personal y cercana. Un Dios que quiere estar cerca de nosotros.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Myrna Rodriguez.
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