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Hace poco leí un artículo en donde el autor afirmaba: “Esta es una lista de los peores versículos de la Biblia. A los cristianos les encanta ignorar estos versos. Si tan solo los leyeran, se convertirían en ateos”. Esa afirmación me sorprendió. He leído la Biblia de principio a fin varias veces, sin saltarme ningún versículo, y no soy ateo. De hecho, todo lo contrario. La lectura constante de las Escrituras ha profundizado mi amor por Dios, mi fe en Cristo y mi confianza en la Biblia como la Palabra de Dios.

Así que comencé a leer la lista y me sorprendí todavía más. Muchos de los versos estaban completamente sacados fuera de su contexto inmediato y del resto de la Biblia. Otros solo se trataban de malentendidos a la luz de la realidad del nuevo pacto en Jesús. Hubo una tercera categoría de versículos que francamente sí son difíciles de leer y entender. Sin embargo, para aquellos que hemos creído en Jesús, no representan ningún problema.

El autor insistía en que a los cristianos les gusta ignorar esos versículos. Me pregunto si ese autor está consciente de que dichos versículos han sido traducidos por cristianos a cientos de idiomas. Además, literalmente, hay miles de libros publicados por cristianos con comentarios de cada verso de la Biblia. Por si eso fuera poco, la mayoría de los pastores evangélicos animan a su congregación a leer toda la Biblia y no solo partes de ella. Así que no, no ignoramos esos versos.

En este artículo quiero dar respuestas breves e introductorias a esos versículos que, supuestamente, deberían hacer temblar nuestra fe. Debo comenzar diciendo que este artículo está escrito específicamente para creyentes. Si tú no crees en Dios, difícilmente encontrarás algunos de estos argumentos persuasivos. Eso se debe a nuestra cosmovisión y presuposiciones que no compartes con nosotros.

Cosmovisión y presuposiciones

En su libro sobre los milagros, el profesor C. S. Lewis argumenta que creer o no creer en los milagros depende de si uno cree o no cree en Dios. Si Dios existe, es enteramente posible y razonable pensar que, si Él quiere, puede intervenir de la manera que lo desee en el cosmos que ha creado. Pero si no crees en Dios, por supuesto no creerás que existen los milagros y considerarás toda creencia en ellos como irracional.

Si Dios es Dios —es decir, un ser omnipotente, trascendente, santo y soberano—, entonces tiene ciertas prerrogativas como Creador del universo

Algo similar pasa con la Biblia. Si crees que Dios existe, es enteramente razonable creer que se ha revelado (aquí no haré una defensa de porqué creemos que la Biblia es la única Palabra de Dios; eso será para otro artículo). Si Dios es Dios —es decir, un ser omnipotente, trascendente, santo y soberano—, entonces tiene ciertas prerrogativas como Creador del universo.

Así que, como cristiano, leo la Biblia con una cosmovisión —es decir, una visión de todas las cosas— que afirma que la Escritura es la revelación de un Dios trascendente y soberano. Por lo tanto, mi presuposición es que ella es la Palabra de Dios, ante la cual debo humillarme. Por lo tanto, más que examinar la Biblia, dejo que ella me examine.

Eso no quiere decir que deba “dejar mi cerebro en la puerta”. El cristianismo es una fe filosóficamente sólida y lógicamente coherente. Así que veamos ahora algunos de los supuestos “peores” versículos de la Biblia.

Versículos sobre leyes extrañas

Aquí una lista de versículos que algunos consideran demasiado extraños o, en algunos casos, incoherentes:

  • Éxodo 23:19: “[…] No cocerás el cabrito en la leche de su madre”. 
  • Levítico 11:3-4 “De entre los animales, todo el que tiene pezuña dividida, formando así cascos hendidos, y rumia, este comerán. Sin embargo, de los que rumian o tienen pezuña dividida, no comerán estos: el camello, porque aunque rumia no tiene pezuña dividida; será inmundo para ustedes”. 
  • Levítico 19:19: “Mis estatutos guardarán. No juntarás dos clases distintas de tu ganado; no sembrarás tu campo con dos clases de semilla, ni te pondrás un vestido con mezcla de dos clases de material”. 
  • Levítico 19:27: “No se cortarán los extremos de su cabellera en forma circular, ni se dañarán los bordes de su barba”.

Según rabinos y teólogos, hay 613 mandamientos en el Antiguo Testamento. Algunos de ellos son difíciles de entender porque fueron escritos a una cultura que vivió hace 3500 años, quienes se encontraban rodeados por religiones paganas. El propósito de estos mandamientos era identificar a Israel como una nación diferente a todas las demás, separada para Dios (Lev. 20:7). Es por eso que Dios regula su dieta, su vestimenta, su forma de sembrar, los sacrificios que debían ofrecer y la manera en que habían de obedecer y acercarse a Dios.

Cuando un extranjero llegaba o pasaba por la tierra de Israel, no podía evitar notar que acababa de entrar en un pueblo completamente diferente al suyo. Comían diferente, se vestían diferente, sembraban diferente, sacrificaban diferente, vivían diferente. Por si eso fuera poco, en el centro de todo había un tabernáculo (y después un templo) en donde se adoraba a un Dios único sin ningún tipo de imagen hecha con mano. Este Dios esperaba lealtad y santidad de parte de Su pueblo.

Pocas cosas ofenden más las sensibilidades del lector moderno que los versículos en la Biblia que hablan sobre juicio

Pero todas estas leyes eran una sombra de lo que había de venir. Todo esto nos apunta a la obra de Jesús, quien cumplió con toda la ley (Mt 5:17). Ahora, los sacrificios ya no son necesarios (Heb 10:12); las leyes de dieta han quedado abrogadas (Mr 7:19; cf. Hch 10:15); las leyes sacerdotales ya no se necesitan, pues ni siquiera necesitamos acercarnos a un templo hecho con manos (Mt 27:51; 1 Co 3:16-17; Ef 2:21). Por medio de Jesús, y por la libertad del evangelio, ahora podemos acercarnos con confianza hasta Dios sin la necesidad de ritos, sacerdotes o sacrificios.

Versículos sobre juicio

Pocas cosas ofenden más las sensibilidades del lector moderno que los versículos en la Biblia que hablan sobre juicio. Debemos admitir que incluso nosotros, al leer algunos de estos pasajes, nos podemos sentir sorprendidos. Aquí algunos ejemplos:

  • Génesis 7:17,21: “Entonces vino el diluvio sobre la tierra por cuarenta días, […]. Y pereció toda carne que se mueve sobre la tierra: aves, ganados, bestias, y todo lo que se mueve sobre la tierra, y todo ser humano”. 
  • 2 Reyes 2:23-24: “Después subió de allí a Betel; y mientras subía por el camino, unos muchachos salieron de la ciudad y se burlaban de él, diciéndole: «¡Sube, calvo; sube, calvo!». Cuando él miró hacia atrás y los vio, los maldijo en el nombre del Señor. Entonces salieron dos osas del bosque y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos”. 
  • Números 31:17-18: “Ahora pues, maten a todo varón entre los niños, y maten a toda mujer que haya conocido varón acostándose con él. Pero a todas las jóvenes que no hayan conocido varón acostándose con él, las dejarán con vida para ustedes”. 
  • 2 Reyes 23:20: “Y [Josías] mató sobre los altares a todos los sacerdotes de los lugares altos que estaban allí, y quemó huesos humanos sobre ellos. Y regresó a Jerusalén”. 
  • Salmo 137:8-9: “Oh hija de Babilonia, la devastada, bienaventurado el que te devuelva El pago con que nos pagaste. Bienaventurado será el que tome y estrelle tus pequeños contra la peña”. 
  • 2 Pedro 3:10: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas”.

La única manera de poder entender estos pasajes es con la convicción de que Dios, por ser Dios, tiene ciertas prerrogativas. Al ser un Dios completamente santo, Él tiene todo el derecho de juzgar a personas, pueblos e incluso al planeta entero. Él puede decidir juzgar a otros por medio de una persona (como David, o Josías), un pueblo (como Israel) o un evento cataclísmico (como el diluvio o la tribulación final).

Un factor que frecuentemente se pasa por alto es que Dios juzgó también a Israel con fuerza (p. ej., ver: Éx 32:35; Lv 10:2; Nm 11:1; 14:37; 16:31–34, 46–49; 21:6; 25:9; etc). Miles de israelitas murieron por desobedecer al Dios del pacto. Sin embargo, Dios siguió mostrando gracia y misericordia para con aquellos que buscaban ser fieles al pacto.

Otro factor que se pasa por alto es que, antes de la conquista en Canaán, Dios tuvo misericordia de los cananitas por 400 años (Gn 15:16). Sin embargo, persistieron en su terrible maldad, en todo tipo de pecados sexuales, sacrificios humanos, homicidios, etc. Hay evidencia histórica de que muchas de estas naciones tenían prácticas tan terribles, que serían consideradas hoy como terrorismo y opresión del peor tipo. Sin embargo, hay múltiples pasajes en las Escrituras donde se otorga gracia a personas gentiles (no israelitas) que se humillan ante Dios, como Rahab y Rut, y hay muchos pasajes donde Dios manda a su pueblo a ser misericordioso con los foráneos

  • Éxodo 23:9: “No oprimirás al extranjero, porque ustedes conocen los sentimientos del extranjero, ya que ustedes también fueron extranjeros en la tierra de Egipto”.
  • Levítico 19:34: “El extranjero que resida con ustedes les será como uno nacido entre ustedes, y lo amarás como a ti mismo, porque ustedes fueron extranjeros en la tierra de Egipto. Yo soy el Señor su Dios”. 
  • Deuteronomio 14:28-29 “Al fin de cada tercer año, sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año y lo depositarás en tus ciudades. Y vendrá el levita, que no tiene parte ni herencia contigo, también el extranjero, el huérfano y la viuda que habitan en tus ciudades, y comerán y se saciarán, para que el Señor tu Dios te bendiga en toda obra que tu mano haga”. 
  • Hebreos 13:2: “No se olviden de mostrar hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”.

Si te sorprenden algunos de los pasajes en el antiguo pacto, ¡sigue leyendo! Ahora vivimos bajo el nuevo pacto inaugurado por Jesús

El tercer factor que se pasa por alto es la realidad del nuevo pacto. Ya no estamos bajo una teocracia, como en el Antiguo Testamento. Dios nos manda a orar y obedecer a nuestras autoridades (1 Ti 2:1; Tit 3:1; Ro. 13:1-2), vivir quieta y reposadamente (1 Ti 2:2), amar y bendecir a nuestros enemigos (Mt 5:44), poner la otra mejilla (Mt 5:39). Somos llamados a dejar la venganza a Dios y más bien hacer el bien al enemigo, sabiendo que ahora Dios no nos manda a ejecutar su juicio sino a confiar en que Él lo realizará por otros medios según su voluntad y plan soberano (Ro 12:19-21).

Así que, si te sorprenden algunos de los pasajes en el antiguo pacto, ¡sigue leyendo! Ahora vivimos bajo el nuevo pacto inaugurado por Jesús. Somos mandados a amar a nuestro prójimo… y a nuestro enemigo también.

Versículos sobre la esclavitud

La Biblia tiene varios versículos que hablan sobre la esclavitud. En el antiguo pacto, hay leyes que regulaban la práctica de la esclavitud, y en el nuevo pacto, Pablo habla sobre la relación del esclavo con sus amos. Aquí algunos versos que muchos han encontrado objetables: 

  • Levítico 25:44: “En cuanto a los esclavos y esclavas que puedes tener de las naciones paganas que los rodean, de ellos podrán adquirir esclavos y esclavas”. 
  • Efesios 6:5: “Siervos, obedezcan a sus amos en la tierra, con temor y temblor, con la sinceridad de su corazón, como a Cristo”.

Cuando pensamos en la esclavitud, lo que viene a nuestra mente es la esclavitud basada en raza que fue practicada en el “nuevo mundo” y Europa. La esclavitud de africanos e indígenas fue opresiva, inhumana y cruel. Es por eso que muchos abolicionistas fueron cristianos, como por ejemplo Wilberforce en Inglaterra y Lincoln en los Estados Unidos. Muchos pastores evangélicos predicaron vehementemente en contra de la esclavitud, como por ejemplo Charles Spurgeon y John Newton.

La esclavitud que se practicaba en tiempos del Antiguo Testamento, e incluso en la cultura greco-romana, era diferente a la que normalmente nos viene a la mente. Por ejemplo, la ley mosaica ordenaba que todo esclavo judío fuera liberado al séptimo año, y que fuera liberado con ovejas y lo mejor que tenía el amo en su propiedad (Dt. 15:12-15). Además, todo esclavo debía ser liberado en el año del jubileo (Lv. 25).

Muchos citan Éxodo 21:20-21 para decir que la Biblia justificaba el maltrato indiscriminado de los esclavos, pero si tan solo sencillamente siguieran leyendo, se darían cuenta de que apenas unos versos después, la ley prohíbe el maltrato a los esclavos. De hecho, de una manera que era inaudita en aquel tiempo, el dueño estaba obligado a dejar libre a un esclavo si le causaba daño físico mínimo: “Si alguien hiere el ojo de su siervo o de su sierva y se lo inutiliza, lo dejará ir libre a causa del ojo. Y si hace saltar un diente a su siervo o a su sierva, lo dejará ir libre a causa del diente” (Éx 21:26-27). El erudito Douglas K. Stuart comenta:

“Los derechos humanos eran más importantes. El ‘dueño’ del sirviente perdía su posesión tan pronto como abusaba físicamente de su sirviente. Tanto los términos ‘siervo’ como ‘sierva’ […] están incluidos en ambos vv. 26 y 27 [para] asegurarse de que el lector entendiera que esta ley se aplicaba a todos los sirvientes” (Exodus, 494).

En cuanto al Nuevo Testamento, es cierto que el apóstol Pablo manda a los esclavos a comportarse de manera recta para con sus amos. Pero al mismo tiempo, defiende la vida de un esclavo, lo llama su hijo, aboga por su libertad, e incluso está dispuesto a pagar de su propio dinero cualquier cosa que el esclavo (Onésimo) hubiera hecho (esto se ve en la carta a Filemón). Además, Pablo recomienda que los esclavos procuren la libertad y que no se hagan esclavos de nadie (1 Co 7:21-23). ¡Todo esto era absolutamente revolucionario en su tiempo! 

El cristiano no debería simplemente estar apuntando a otros, sino primero apuntarse a sí mismo

Y lo más hermoso es lo que el evangelio enseña sobre la libertad. En una cultura que minimizaba el rol de la mujer y consideraba a los esclavos como inferiores a sus amos, el apóstol escribe: “Porque todos los que fueron bautizados en Cristo, de Cristo se han revestido. No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos son uno en Cristo Jesús” (Gá 3:27). ¡En Jesús hay libertad!

Versículos sobre el pecado 

La Biblia contiene diversas listas de pecados, algunos de los cuales son controversiales el día de hoy. Este ejemplo será suficiente:

“¿O no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se dejen engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10).

Cualquier persona que no crea que existe un Dios que ha dado una ley moral, y que se ha revelado en la Biblia, se verá ofendido por esta lista y otras similares. Para aquellos que creemos en Jesucristo y en la gran obra de salvación que hizo, esta lista, en lugar de ofendernos, nos llena de gratitud a Dios. ¿Por qué? Porque el próximo verso dice: “Y esto eran algunos de ustedes; pero fueron lavados, pero fueron santificados, pero fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios” (1 Co 6:11). 

El cristianismo nos insta a examinarnos primero a nosotros mismos. El cristiano no debería simplemente estar apuntando a otros, sino primero apuntarse a sí mismo. El mismo Pablo, en una de sus últimas cartas, habló de él mismo como el primero de los pecadores (1 Ti 1:15).

Pero la gran noticia es esta: si bien pudiéramos concebir de alguien muriendo por una persona “buena”, Dios mismo muestra Su gran amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo —¡Dios el Hijo!— murió en nuestro lugar (Ro. 5:8). ¡Ya no hay más ira (Ro 5:9)! ¡Ya no hay condenación (Ro 8:1, 34)! ¡Nada nos separa de Su amor (Ro 8:35-39)!

Buenas noticias

Si eres creyente y has leído hasta aquí, te felicito. Espero que estas palabras hayan renovado tu seguridad en la Biblia. No he puesto todos los pasajes que algunos consideran “problemáticos”, pero pienso que los ejemplos han sido suficientes.

Si no eres creyente, y has leído hasta aquí, también te felicito. Y quisiera decirte esto, amigo: escucha el llamado del evangelio. Escucha a Jesús, que te dice: “Ven, recibe la salvación”. Ven a Cristo en arrepentimiento y fe. Escucha la voz del Hijo que proclama: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a Mí; y al que viene a Mí, de ningún modo lo echaré fuera” (Jn 6:37).

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