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Hermanos, no ignoremos nuestro llamado a cuidar la creación

Si llevas un buen tiempo en la fe, sabes que el cristianismo es blanco de críticas constantes y siempre está siendo culpado por algún mal actual. La cuestión sobre la explotación de los recursos naturales no es la excepción. Observa, por ejemplo, lo que escribió Lynn White, un prestigioso académico y profesor de historia, sobre la influencia de la cosmovisión cristiana en la actual crisis medioambiental:

El cristianismo heredó del judaísmo… una impactante historia de la creación… Dios planeó todo [la creación] para el beneficio y el gobierno del hombre: ningún elemento en la creación física tenía ningún propósito excepto servir a los propósitos del hombre… El cristianismo, en absoluto contraste con el paganismo… insistía en que es la voluntad de Dios que el hombre explote la naturaleza para sus propios fines.

Esta es una lectura pesimista del Dios de la Biblia. White considera que la manera cristiana de entender el mundo y la naturaleza es la raíz de la actual crisis ecológica.

La cuestión ambiental tiene una gran relevancia actual y se ha transformado en uno de los ejes centrales del debate político internacional. De hecho, hace unos años, la joven ambientalista Greta Thunberg adquirió fama mundial por su discurso ante la ONU, donde se refirió al mundo en el que vivimos:

¡Cómo se atreven! Me han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías. Y, sin embargo, soy una de las afortunadas. La gente está sufriendo. La gente se está muriendo. Ecosistemas enteros se están derrumbando. Estamos al comienzo de la extinción masiva, y de lo único que se puede hablar es de dinero y cuentos de hadas sobre el crecimiento económico eterno. ¡Cómo se atreven! Nos están fallando.

En el mundo existe una preocupación genuina por el cuidado de la naturaleza, más allá del intento de inculpar al cristianismo y su cosmovisión. Si somos cristianos sinceros, no podemos negar que la contaminación, el uso descuidado de la naturaleza y la explotación desmedida de sus recursos son problemas que merecen nuestra atención.

El cuidado de la tierra no es tan solo una opción que debemos considerar, sino que es el mandato y la voluntad de Dios para toda la humanidad

¿Qué tiene para decir la iglesia de Cristo ante las críticas? ¿Acaso debemos decir algo? Creo que estaremos de acuerdo en reconocer que el cuidado de este mundo, el mundo de Dios, es un tema importante. Por eso te invito a observar atentamente el Libro del Creador, para saber lo que nos dice sobre la creación y el rol del ser humano. Entonces no solo tendremos algo para responder a las acusaciones, sino también una mejor comprensión de cómo Dios quiere que vivamos en este mundo.

El mandato de Dios: cuidar la creación

La Biblia nos relata que en el principio Dios habló y todo fue creado. Luego de Su magnífica creación, Dios mismo estableció la relación apropiada entre la naturaleza y el primer ser humano: «El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara» (Gn 2:15, énfasis añadido).

Aquellas palabras de Dios a Adán significan, por extensión, que la raza humana debe cuidar de toda la creación. Lo que debemos entender es que el cuidado de la tierra no es tan solo una opción que debemos considerar en estos tiempos, sino que es el mandato y la voluntad de Dios para toda la humanidad. Dios creó esta tierra y puso a los seres humanos como Sus representantes para cuidar de ella en Su nombre.

El mandato de Dios: ejercer dominio

Parte del mandato de Dios a la humanidad es cuidar la tierra, pero no es todo el mandato. Lo polémico en nuestros días para personas como Lynn White es que el mandato de Dios también incluya someter la tierra y ejercer dominio sobre toda criatura (Gn 1:28-29).

El gobierno y el dominio humano sobre la creación debe nacer desde el cuidado y la reverencia al Creador

Los seres humanos, representantes de Dios hechos a Su imagen, deben gobernar, someter y ejercer dominio sobre la tierra. Sin embargo, esto no es lo mismo que explotar y descuidar la tierra, sino todo lo contrario. El gobierno y el dominio humano sobre la creación debe nacer desde el cuidado y la reverencia al Creador.

Ciertamente, debemos reconocer que los seres humanos hemos sido desobedientes al no cuidar y ejercer dominio sobre la creación como Dios desea. Desde que el pecado entró en el mundo, las personas han ido en contra de la voluntad divina y eso es lo que vemos en la actual crisis ambiental. La crueldad hacia los animales, la tala indiscriminada de árboles, la explotación minera que contamina el ambiente y el desperdicio de recursos naturales, como el agua, son ejemplos de la mala administración humana.

La explotación egoísta de la naturaleza, que trajo la actual crisis ambiental, nunca fue el propósito de Dios para la raza humana, como Lynn White y otros académicos ambientalistas quieren insinuar. Dios encomendó al ser humano preservar, sostener y traer paz a la creación. Dios nos puso al cuidado de Su mundo y nosotros fallamos. ¿Debemos entonces perder la esperanza y no hacer nada? ¿Está todo perdido? En realidad no, pues existe una esperanza.

La redención en Cristo

Mirar el mundo actual a la luz del mandato de Dios nos puede llevar a pensar con pesimismo: «El plan de Dios es hermoso, pero no es lo que vemos». Podemos lamentarnos y quizás pensar, como se oye en el discurso fatalista de Greta Thunberg, que todo está perdido y no hay esperanza. Sin embargo, en Cristo y Su evangelio podemos obtener una nueva esperanza no solo para nosotros, sino también para la naturaleza.

El apóstol Pablo nos recuerda que nuestra esperanza de redención es también la esperanza por la que clama y espera toda la creación para ser renovada:

Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de Aquel que la sometió, en la esperanza de que la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime y sufre hasta ahora dolores de parto (Ro 8:19-22).

Así como deseas con todas tus fuerzas que Jesús vuelva por segunda vez y anhelas ver el clímax de la historia de la redención, puedes estar seguro de que la tierra y toda la creación también lo desean. Nuestra esperanza de gloria como hijos de Dios es la esperanza de gloria y redención para todo lo creado que fue afectado por nuestro pecado. La naturaleza será renovada en un cielo nuevo y una tierra nueva (Ap 21:1), cuando suceda la consumación de la redención eterna de este mundo corrompido por el pecado.

Así como no debemos descuidar a quienes Jesús vino a salvar, tampoco debemos descuidar a la tierra que Él creó y vino a redimir

Así que, hay esperanza para este mundo caído y se llama Jesús; una esperanza mejor que todos los intentos humanos por hacer un mundo perfecto. Jesús vino a reconciliar todas las cosas consigo mismo (Col 1:20) y a destruir la maldición que nos condenaba a nosotros y a esta tierra (Gn 3:17). Entonces, así como no debemos descuidar a quienes Jesús vino a salvar (cp. Mt 18:7-11), tampoco debemos descuidar a la tierra que Él creó y vino a redimir.

Más que “sobreviviendo”

La redención en Jesús nos da esperanza para vivir el presente para Su gloria. Como nuevas criaturas en Cristo, tenemos el poder para cumplir con Sus mandamientos por amor, incluyendo el mandato de cuidar y ejercer dominio sobre la creación. Estamos llamados a cuidar la naturaleza, no a explotarla de manera ambiciosa ni a idolatrar nada de lo creado. Estamos llamados a proteger la creación, amarla, disfrutarla y aprender de ella.

El llamado es a pensar diferente y, en consecuencia, a vivir diferente. Eso comienza desde casa y poco a poco. Por ejemplo, siendo más conscientes de la cantidad de basura que generamos, en especial, de plásticos. Siempre podemos encontrar maneras de reciclar la basura y las cosas que desechamos. Incluso como iglesia local, podemos reemplazar vasos y platos descartables por otros se puedan lavar y reutilizar.

Hay mucho que se puede hacer, pero con pequeños cambios podemos ir mejorando la manera en que vivimos y utilizamos la creación. Las aplicaciones posibles dependen del entorno en el que vivamos y además, están sujetas a la libertad individual de cada cristiano. Al final, lo importante es que podamos adecuar nuestra visión del mundo a la Palabra del Creador de este mundo.

La cosmovisión bíblica nos anima a más que solo sobrevivir en este mundo caído, como si solo estuviéramos contando las horas hasta que todo se desplome y estemos descuidando así el mundo que Dios nos regaló por pura gracia. Como dice un verso de una canción del autor argentino Víctor Heredia:

No quiero ver un día manifestando
Por la paz en el mundo a los animales
¡Cómo me reiría ese loco día!
Ellos manifestándose por la vida
Y nosotros apenas sobreviviendo.

«Apenas sobrevivir» no es una opción, no es una buena aplicación de nuestra teología de la creación y del evangelio. Muchos menos lo es explotar la naturaleza de forma ambiciosa y egoísta. Dios nos puso en esta tierra para cuidarla y protegerla, para gobernarla como representantes Suyos y disfrutar de ella; esto forma parte de la verdadera cosmovisión bíblica según la cual debemos vivir.

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