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Definición

El mandato de la creación es el encargo continuo dado a la humanidad —con el poder y bendición de Dios— de ser fecundos, multiplicarse, llenar la tierra y, de gentilmente, someterla y cultivarla.

Sumario

El mandato de la creación fue dado a Adán y Eva dentro de la narración de la creación original. Junto con la prohibición de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, la humanidad fue bendecida con la presencia de Dios y fue instruida a ser fecunda, multiplicarse y llenar la tierra, y con gentileza sujetarla y cultivarla. A pesar de que el pecado y la separación de Dios siguieron poco después de este mandato original, el mandato de la creación ha sido reiterado al pueblo de Dios por medio de las Escrituras. La última y principal reiteración de este mandato es la Gran Comisión, la cuál fue dada por Jesús a sus discípulos antes de su ascensión. Es por eso que el mandato de la creación es continua y no compite con la alabanza de Dios. Como cristianos debemos cuidar de este mundo aún cuando esperamos en la segunda venida de Cristo.

Dios es fundamental en todo lo que creemos y amamos. Por esta razón, ninguna enseñanza bíblica puede permanecer si no está enlazada con el ser divino. Es por eso que las primeras palabras en la Biblia son: «En el principio Dios…». Después, la primera revelación bíblica que se nos da es la creación original. Los primeros dos capítulos de Génesis divulgan en una hermosa narración cómo Dios puso los fundamentos de la tierra y luego creó un lugar especial para nuestros primeros padres. Por supuesto, el Señor estableció la primera prueba, la cual consistió en que podían comer libremente la cosecha del jardín, excepto la fruta del árbol del conocimiento del bien y del mal.

No nos detenemos con frecuencia a pensar en lo generoso que es el Señor por haberles dado tanto a nuestros antepasados y, por implicación, también a nosotros. Ciertamente, la prohibición que Dios hizo sobre comer el fruto de ese árbol era seria. Pero en el centro de los mandatos de Dios había una vida llena de significado y propósito. Esta vida estaba ordenada por medio de lo que nosotros podríamos llamar el mandato de la creación. A veces conocido como el «mandato cultural», fue originalmente dado junto a la narración de la creación de los seres humanos (Gn 1:26-27). Mientras esto lleva significado ontológico (la imagen nos da lo que somos), también tiene significado funcional (lo que estamos llamados a hacer, p. ej., Gn 1:26, 28-30). Aquí es donde son dados los detalles del mandato de la creación original.

Detalles del mandato de la creación

El mandato de la creación tiene tres componentes, cada uno relacionado. El primero, y muchas veces el menos notado, es dado por medio y debido a la bendición de Dios (Gn 1:28). Debido a que es una bendición divina es apropiado llamarlo un pacto. Su propósito es ante todo consumar la relación de la humanidad con Dios tal como fue concebida originalmente. El segundo, el mandamiento de ser fecundo, multiplicarse y llenar la tierra. La población debía de crecer y luego llenar la tierra para descubrir su potencial. El tercero, el mandamiento ordena a la humanidad la acción de someter a la tierra. La palabra «someter» (heb. kabash) no significa ser violento, sino gentil. No es coincidencia que estos tres aspectos del mandato sean reflejados en nuestra palabra castellana «cultura» (heredada del francés medieval). Un derivado es culto, refiriéndose a la alabanza. Otro derivado es la palabra colonización, que significa esparcir a otras partes del mundo. Cuchilla significa, literalmente, la parte afilada de la arada, o lo que ordinariamente llamamos cultivación.

La caída y el mandato de la creación

Este es el mandato de la creación. Este es el propósito de la raza humana. Pero por supuesto, la pregunta se presenta de inmediato: si desde nuestros primeros padres, y por consiguiente su descendencia, no obedecieron su período de prueba, encontrándose malditos y alejados de Dios y del uno con el otro, ¿hay algún sentido en que continúe vigente este mandamiento dividido en tres partes? Una perspectiva es que este primer mandato ha sido derogado y reemplazado con otro, el pacto de gracia, centrado en la predicación del evangelio, culminándose en la Gran Comisión (Mt 28:18-20).

Es verdad que en vez de dejar a Adán y a Eva sin esperanza, el Señor maldijo a la serpiente con las palabras del protoevangelio:

«Él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el talón» (Gn 3:15). Muchas veces se ha asumido que esto significa que el propósito de la raza humana ya no es cultural sino espiritual, culminando en Jesucristo, de quien cuya muerte y resurrección supusieron la abolición del mal y la creación de su Iglesia. Si uno agrega un análisis cuidadoso a la maldición de Caín en el capítulo 4, con la descripción de los descendientes posteriores que vivieron en casas de campaña, criando ganado y tocando música, uno podría concluir que las actividades culturales continúan, pero no en la gente escogida que descendieron de Set y Enós, cuando «comenzaron los hombres a invocar el nombre del Señor» (Gn 4:26).

Pero antes de abrir una brecha o división entre el mandato original de la creación con nuestro llamado a adorar, debemos de mirar con atención a las promesas del pacto subsiguiente y notar las reiteraciones del mandato original. Noé, Abraham, Moisés y Salomón, fueron todos bendecidos, de una forma u otra, para poblar la tierra y someterla. Aún en el exilio, por medio de Jeremías, el Señor ordena a su pueblo a tener hijos, sembrar huertos y orar por la paz (heb. shalom) en la ciudad de sus enemigos (Jr 29:1-9). No hay evidencia de abrogación alguna aquí. En su gran salmo, donde alaba la majestad de Dios, David se pregunta: «¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, y el hijo del hombre para que lo cuides?» (Sal 8:4). La respuesta es el mandato de la creación, escrito solo con una diferencia muy pequeña (Sal 8:5-8). De manera significativa, este salmo es mencionado en el libro a los Hebreos y atribuido a Jesucristo (He 2:5-9). Cristo es de verdad el Hombre en el salmo 8, pero habiendo muerto y luego resucitado con el propósito de liderar a la raza humana renovada en el mandato.

Es por eso que en vez de una abolición, tenemos una reescritura del mandato de la creación, pero de una forma apropiada al mundo caído, siendo redimida en gracia por medio de Jesucristo, la nueva cabeza pactual. Considera los términos de la Gran Comisión. Nuestros tres componentes están presentes, pero por medio del contexto de la evangelización del mundo. Cristo está presente en todo tiempo con sus seguidores (Mt 28:20). Esto es bendición de Dios. Ellos deben ir a todas las naciones (Mt 28:19). A la gente de Atenas, Pablo hace la conexión entre la multiplicación original de la tierra con el esparcimiento de las naciones «sobre toda la superficie de la tierra» al seguir a Dios (Hch 17:26). Deben hacer discípulos de todas las naciones (Mt 28:19). El hacer discípulos en el Nuevo Testamento es el equivalente a someter la tierra.

Implicaciones del mandato de la creación hoy

El carácter continuo del mandato de la creación tiene un número de implicaciones importantes en nuestras vidas como cristianos el día de hoy. Primero, debemos siempre centrar nuestros esfuerzos en torno a las bendiciones de Dios, quién está siempre con nosotros. Como el título del libro del hermano Lawrence lo presenta, debemos «practicar la presencia de Dios». Segundo, continuamos esparciendo alrededor del mundo, a veces literalmente por medio de la globalización y misiones, a veces profundizando en la Palabra o haciendo discípulos. Finalmente, en tercer lugar, guiamos a la gente a ser discípulos con más y más reconocimiento del señorío de Cristo en cada área de nuestras vidas. Pocos han expresado este llamado para el discipulado mejor que Os Guinness, en su obra maestra «El llamamiento». Guinness invita al lector a considerar su llamado principal, el reconciliarse con Dios y luego atender su llamado secundario, sea este un trabajo, ser padre, ciudadano, etc.

Nunca tendremos que escoger entre la creación de la cultura y la adoración. Los propósitos originales de Dios son buenos, enaltecidos y realizados en Cristo.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Lauren Charruf Morris.

Este ensayo es parte de la serie Concise Theology (Teología concisa). Todas las opiniones expresadas en este ensayo pertenecen al autor. Este ensayo está disponible gratuitamente bajo la licencia Creative Commons con Attribution-ShareAlike (CC BY-SA 3.0 US), lo que permite a los usuarios compartirlo en otros medios/formatos y adaptar/traducir el contenido siempre que haya un enlace de atribución, indicación de cambios, y se aplique la misma licencia de Creative Commons a ese material. Si estás interesado en traducir nuestro contenido o estás interesado en unirte a nuestra comunidad de traductores, comunícate con nosotros.