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El término prosélito proviene del griego προσήλυτος (prosḗlutos) que significa literalmente “uno que ha llegado” o “uno que ha venido a unirse”.[1] En el Nuevo Testamento se usa para designar a los extranjeros (gentiles) que se convertían al judaísmo.

Aunque la palabra “prosélito” se origina en el griego koiné, algunos de los significados y usos que representa no eran nuevos para el primer siglo. Esto significa que a lo largo del Antiguo Testamento (AT) se usaron diferentes palabras con distintas acepciones para hablar de extranjeros que llegaban a Israel. El desarrollo final del concepto de prosélito tiene lugar en el período intertestamentario. Veamos una breve síntesis histórica del uso de la palabra “prosélito”.

La Septuaginta y el uso de la palabra prosélito

En el AT hay dos clases de extranjeros: los visitantes (Dt 14:21) y los residentes temporales o permanentes (Éx 12:49). Esta distinción es importante, porque la LXX usa προσήλυτος (prosḗlutos) 77 veces para el forastero residente.[2] Es decir, designa a aquellos que decidieron entrar al territorio judío y adoptar su cultura y religión.

En la ley mosaica, Dios prescribe las directrices que rigen la relación que Su pueblo tendría con estos extranjeros (Éx 23:9; Lv 14:33-34; Dt 10:18-19). A los residentes agregados a la fe de Israel se les pedía la circuncisión (Gn 34:14; Éx 12:48; Nm 9:14), la observancia del sábado (Éx 20:10; 23:12; Dt 5:14) y del resto de las fiestas santas (Éx 12:19; Dt 16:11; Lv 16:29).[3]

El uso que el Nuevo Testamento hace de la palabra prosélito está ligado al amplio uso que hace de ella la Septuaginta (LXX), de ahí su conexión con el judaísmo de la diáspora. Por supuesto que lo anterior no desvirtúa el significado hebreo de la palabra prosélito en el AT, sino que su nuevo uso en el idioma griego implicó que en el período intertestamentario se definiera un proceso protocolar para que alguien llegara a ser considerado un prosélito oficialmente reconocido por el judaísmo rabínico del primer siglo.

Los rabinos y el uso de la palabra prosélito

El erudito alemán Karl Georg Kuhn afirmó:

“Los rabinos usaban el término del AT que designaba a los gentiles que se convertían plenamente al judaísmo. Se hace una distinción entre los falsos prosélitos, que buscaban ventajas personales, y los verdaderos prosélitos, que se hacían judíos por convicción y guardaban la ley completa”.

Para el primer siglo ya había un rito de recepción de tres requisitos que incluía el de la circuncisión. A este se le agregaron el bautismo (diferente al cristiano) y un sacrificio. La circuncisión es el elemento más antiguo (Gn 17:10-13; Gn 34:22; Éx 12:44, 48). Se desconoce la edad exacta en que se realizaba el bautismo, así como su significado original y su forma. Tal vez haya sido al principio un rito de purificación, pero posteriormente es un rito público fijo de admisión al judaísmo, que implica haber sido instruido en la ley.

La ofrenda se dejó de hacer con la destrucción del templo a manos de Tito, hijo del emperador Vespasiano (70 d. C.). Los rabinos encontraban una base para estas tres condiciones en las condiciones del pacto en el Sinaí (Éx 12:48; 25:5; 19:10). Cuando se habían cumplido las condiciones, los conversos eran considerados como judíos en todo sentido.

Los prosélitos en el Nuevo Testamento

El NT registra el uso de esta palabra en cuatro momentos. El primero se encuentra en Mateo 23:15, donde Jesús denuncia el proselitismo de los fariseos, que transforman a los conversos en hipócritas al imponerles la observancia estricta y legalista de la ley. En Hechos 2:10 se menciona a prosélitos entre los grupos de la diáspora que estaban presentes en Jerusalén para la fiesta de Pentecostés. Los prosélitos y judíos, mencionados en Hechos 2, son términos que denotan la posición religiosa de aquellos que procedían de otras localidades geográficas.

En Hechos 6:1 se menciona que “hubo murmuración de los griegos contra los hebreos” (RV60), la palabra “griegos” es Ἑλληνισταί (hellēnistaí) que significa judíos de origen helenístico, como está traducido en la NBLA. En el verso 6, se establece que Nicolás es προσήλυτος (prosḗlutos) y se distingue de los otros seis; se trata de un converso del paganismo que llegó a Jerusalén procedente de Antioquía. En Hechos 13:43 se menciona a prosélitos temerosos de Dios entre los que siguen a los apóstoles.

Una reflexión final

Como hemos visto, los prosélitos eran gentiles convertidos al judaísmo, pero ser reconocidos como judíos no les daba garantía de ser salvos. Estos prosélitos necesitaban a Cristo para recibir la salvación por fe y no por obras de la ley. Los cristianos no despreciamos la Ley, pero reconocemos que por medio de ella no alcanzamos la salvación, sino por la fe en Cristo y su obra redentora (Gá 2:16; Ef 2:8-10).


[1] W. E. Vine, “prosélito”, Diccionario expositivo de palabras del Nuevo Testamento (Nashville, Tennessee: Editorial Caribe, 1999) p. 1437.
[2] Ibid.
[3] Alfonso Ropero, Gran diccionario enciclopédico de la Biblia (Barcelona: Editorial Clie, 2013) p. 3,405.
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