¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×
Nota del editor: 

#CoaliciónResponde es una serie donde pastores y líderes de iglesia responden a inquietudes que llegan a Coalición por el Evangelio a través de diversos medios, y que son parte de las inquietudes que caracterizan a la iglesia de nuestra región.

Siempre llama la atención conocer la historia de alguien que en su pasado fue arrogante y cuestionaba la fe con hostilidad, pero que luego —salvado por la gracia de Dios— se convierte en un defensor a ultranza de esa misma fe. Aún más, cuando esa vida transformada es la de alguien que probablemente comió del mismo plato, durmió en la misma cama, y jugó con los mismos juguetes que el Autor y Consumador de la fe, ¡realmente nos llena de asombro!

El Judas escritor de la carta fue hijo de María y uno de los cuatro medios hermanos de Jesús (Mt. 13:55; Mr. 6:3). No debemos confundirlo con el apóstol Judas, hijo de Jacobo (Lc. 6:16; Hch. 1:13); tampoco con el Judas Iscariote, quien entregó al Maestro.

Un pasado de incredulidad

En Mateo 12:40-50 encontramos a Jesús enseñando a sus discípulos y siendo interrumpido porque su madre y hermanos estaban afuera y querían verlo. No tenemos certeza de las motivaciones de ellos en ese momento, o aun total seguridad de que Judas estaba ahí, pero sí sabemos que tanto Judas como sus demás hermanos no creían en Él (Jn. 7:5). Probablemente los motivos de esta visita no distaban mucho de los acostumbrados: desaprobación y sarcasmo (Jn. 7:3-4). Marcos 3:21 nos da una lectura paralela, donde nos dice, “Cuando Sus parientes oyeron esto, fueron para hacerse cargo de El, porque decían: “Está fuera de sí”.

Es triste no ser apoyado por tu familia en algún proyecto. Pero ser rechazado y cuestionado en carácter por quienes deberían amarte debe ser devastador. Con todo, nuestro Salvador se mantuvo enfocado y supo que seguir la voluntad del Padre celestial muchas veces implicaría perder el apoyo de su familia. Lo vivió y lo enseñó:

“El que ama al padre o a la madre más que a Mí, no es digno de Mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a Mí, no es digno de Mí”, Mateo 10:37.

De la incredulidad a la defensa de la fe

La historia de Judas no termina en condenación. Después de la resurrección de Cristo, Judas se convirtió en creyente. El poder del evangelio destruyó su incredulidad; el que rechazaba la fe de su medio hermano, ahora le reconoce como Señor de su vida (Hch. 1:14; Jud. 1:1).

Judas escribe la carta que lleva su nombre para una audiencia en una región plagada de falsos maestros. Como indica el Dr. John MacArthur, Judas vivió en un tiempo donde el cristianismo estaba bajo un ataque político severo de parte de Roma y una infiltración agresiva de apóstatas y libertinos gnósticos que sembraron abundante semilla para una cosecha gigantesca de error doctrinal. Judas llamó a la iglesia a pelear por la verdad en medio de una lucha espiritual intensa.

¡Esto es sensacional! Antes incrédulo, ahora defensor de la fe. Antes burlador, ahora escribe que “luch[emos] ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos” (Jud. 3). Solo el poder del evangelio puede hacer eso.

Un Judas

Quizá fuiste incrédulo y burlador como Judas. Te exhorto: Valora la gracia de Dios quien por medio del evangelio ha abierto tus ojos a la necesidad de salvación y te ha hecho su siervo. Sírvele con entrega y pasión.

Puede que seas uno cuya fe es cuestionada y rechazada por aquellos que deberían apoyarte. Sé paciente. Ámalos. Ora por ellos y muéstrales el evangelio. Otra vez: ora, confía, espera. El evangelio es poderoso para transformar aun los corazones más duros.

De cierta manera, todos los cristianos hemos sido como Judas, llenos de incredulidad. Pero, por gracia, hoy somos un Judas distinto: llenos de pasión por Cristo, por extender el evangelio, y contender ardientemente por la fe.


Imagen: Lightstock
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando