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“Si permanecen en Mí, y Mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y les será hecho”, Juan 15:7

La oración de Jabes (1 Cró. 4:9-10) ha llegado a ser uno de los textos bíblicos más reconocidos sobre la oración. Se han escrito muchos libros al respecto, y se ha hecho toda clase de publicidad alrededor del mismo. Lamentablemente, algunos acercamientos errados a este pasaje han provocado confusión sobre cuál fue la “clave” o el “éxito” de Jabes.

En la Biblia encontramos que el Señor bendice al hombre justo (Sal. 84:11-12; Pr. 15:8, 29; Stg. 5:16), pero también afirma que el pecado es un obstáculo para que nuestra oración sea atendida (Sal. 66:18). Por eso es necesario que evaluemos nuestras vidas, confesemos nuestro pecado, y nos conduzcamos en santidad y rectitud, para que entonces el Señor atienda nuestro clamor. Esto no quiere decir que Él responderá afirmativamente a toda cosa que le pidamos, sino que en efecto, oirá nuestra oración y responderá conforme a su voluntad.

La “clave” de una oración efectiva no está en una fórmula mágica o combinación de palabras que debemos repetir o reclamarle a Dios (Mt. 6:7), sino en lo interno del corazón humilde y obediente que las expresa. En su discurso de Juan 15, Jesús establece una relación directa entre la oración y la comunión con Dios. Vivir según la Palabra de Dios, y someternos bajo su autoridad, tendrá como resultado una oración en armonía con el deseo de Dios, y a la cual Él responderá.

Nuestra oración no está por encima de la voluntad de Dios. Al contrario, nuestra oración debe estar sujeta a la voluntad de Dios (1 Jn. 5:14), no pidiendo simplemente que se haga lo que nosotros queremos, sino orando con tal conocimiento de su Palabra y sus promesas que podamos clamar acertadamente por lo que Él quiere hacer en nosotros.

¿Estás viviendo según lo que Dios ha establecido en su Palabra? ¿Está tu vida sometida bajo la autoridad del Padre? Establécete la meta de conocer y meditar en las Escrituras cada día, de modo que la Palabra de Dios permanezca en ti, y que tu corazón esté en armonía con Él, para que entonces puedas orar y recibir la respuesta del Padre.


Imagen: Lightstock.
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