Este artículo se enfoca en la masculinidad bíblica para ser aplicada por cada hombre cristiano en su iglesia local. Para leer sobre la masculinidad bíblica en los roles congregacionales, puedes ver «El papel del anciano, obispo, y pastor», «El papel de los varones y la mujeres» y nuestra biblioteca creciente de recursos sobre el tema.
Entre las historias que más me impactaron cuando era niño, está la de Jesús entrando al templo a volcar las mesas y sacar a los que vendían (Mt 21:12). Al escucharla, recuerdo cómo volteaba a ver una pintura en la pared de un Jesús rubio con algunos niños sentados en Sus piernas y con una sonrisa de modelo en Su cara. Ante el contraste, me preguntaba cómo era posible que este Jesús de la pintura, quien se veía tan tierno, fuese capaz de ser violento y expresar Su enojo de una manera tan pronunciada. Obviamente el Jesús que había construido en mi mente de acuerdo a las pinturas colgadas en las paredes de la escuela dominical no era el mismo Jesús revelado en las Escrituras.
Como seres humanos, todas las experiencias e interpretaciones en nuestra vida forman una cosmovisión —un sistema de creencias sobre la vida, el mundo y Dios—, por lo que es importante que los cristianos estemos revisando y contrastando constantemente nuestra cosmovisión con lo que nos dicen las Escrituras y, en especial, con la historia del evangelio. Como hombre, he llegado a entender lo importante que es conocer mi identidad como creación de Dios y, dado que Él me ha hecho un hombre, me pregunto constantemente: ¿qué significa ser hombre como hijo adoptado por Dios?
El ejemplo máximo de masculinidad
Cuando evaluamos la masculinidad, como concepto bíblico, debemos entender que Jesús es la expresión perfecta de lo que Dios tiene en mente para los hombres. Su expresión masculina nos deja con un modelo difícil de encajar y aún más difícil de imitar, porque Jesús no siempre actuaba de una manera predecible e incluso cordial.
Jesús se describió a Sí mismo como «manso y humilde», por lo que sabemos que una masculinidad que refleja al Creador es humilde y amorosa (Mt 11:29). Sin embargo, cuando se trató de Su relación con el pueblo de Dios, el Hijo del hombre entró a los lugares de reunión corporativos —como el templo— de formas sorpresivas. Por eso creo que Su ejemplo nos puede dejar algunas implicaciones para los hombres cristianos con sus iglesias locales.
En una iglesia con masculinidad bíblica, los vulnerables son cuidados, las mujeres protegidas y el cuerpo de Cristo camina con los pasos firmes de Jesús
Aunque Jesús se conoce por Su mansedumbre, esto no anuló Su capacidad para enojarse y reaccionar con devoción y celo ante las injusticias que observaba. La mansedumbre que vemos en Jesús como aspecto necesario de Su masculinidad no lo convertía en un hombre pasivo y dejado. Por lo que la masculinidad, como Dios la diseñó, incluye que los hombres sean mansos, amorosos, pero también capaces de «volcar mesas» cuando se trata de la justicia.
La limpieza del templo (Jn 2:13-17) fue necesaria, en parte, porque el sistema religioso que en un sentido debía mostrar gracia a los vulnerables y sostener la dignidad de los desechados de la sociedad se convirtió en un negocio que aplastaba a las personas. Ante un sistema que se había corrompido, Jesús llegó a la escena a desbarajustar el orden que la corrupción proveía y recordar los propósitos amorosos establecidos por Dios.
Masculinidad bíblica en la iglesia
En muchos hombres, miembros de la iglesia, hace falta una masculinidad que sepa cuidar y proteger, pero también una que sabe cuándo enojarse y responder con acciones concretas para enfrentar las injusticias que sufren sus hermanos. Una generación de hombres pasivos en la iglesia —quienes observan la injusticia, pero no sienten la necesidad de actuar— muestra una distorsión de la masculinidad diseñada por Dios para Sus hijos.
La masculinidad bíblica incluye una gestión saludable de las emociones; lo que implica que un hombre no es dominado por su vida emocional, pero tampoco debe ser uno que reprime lo que siente. Cuando Jesús llegó al funeral de Lázaro, fue capaz de expresar Su tristeza por la pérdida de Su amigo amado (Jn 11). Este evento presenta un contraste importante con la escena donde limpia el templo. Ambas reacciones son necesarias y apropiadas, en el contexto correcto, dentro de una masculinidad como Dios la diseñó.
Cuando los hombres rehusan tomar su lugar de protectores dentro de la iglesia, los niños, mujeres, vulnerables y víctimas pagan la cuenta
Al mismo tiempo, en ambas situaciones, es revelador que las respuestas de Jesús implícitamente dignificaron a los vulnerables y a las mujeres en su entorno, como vasos más frágiles que dependen de una masculinidad valiente y presente (1 P 3:7). Se puede decir que la belleza de la masculinidad dentro de la iglesia se evidencia a menudo por contraste con la belleza de una feminidad bíblica. Como diferentes secciones de una orquesta, que tienen diferentes partituras con roles distintos, la masculinidad no es inherentemente mejor que la feminidad, pero es necesariamente diferente.
Algo fundamental de la masculinidad dentro de la iglesia es que sirve para proteger a los más vulnerables de sus miembros y que busca la justicia y santidad de Dios. Por ejemplo, cuando los hombres rehusan tomar su lugar de protectores dentro de la iglesia, los niños, mujeres, vulnerables y víctimas pagan la cuenta. Jesús entró al templo y a otros lugares para restituir los propósitos eternos de Dios en lugares profanados por el pecado. Jesús se presentó con manos fuertes para manifestar el enojo de Dios ante la distorsión de Su Palabra. Este celo por la justicia de Dios es algo que los indefensos anhelan ver, ya que el poder dado a los hombres es necesario para servir y proteger. Hermano, ¿estás dispuesto a seguir los pasos de Jesús, para vivir tu masculinidad bien con tu iglesia local?
En la vida dentro de la iglesia, necesitamos de cada miembro para ser un cuerpo fiel a Cristo, quien es nuestra cabeza (Ef 4:15). Los hombres ocupan roles significativos dentro de la iglesia (incluyendo, pero no limitado a, los roles de ancianos y diáconos), los cuales sirven para amar a los demás como una expresión del reino de los cielos. Este amor implica una protección y celo por el bienestar de los miembros más vulnerables de parte de los hombres.
Hombres que cuidan Su iglesia
Ser un hombre conforme a la sabiduría de la Palabra de Dios es saber sentir y actuar aun cuando es incómodo y requiere que salgamos de nuestra zona de confort. Es evidente cuando una masculinidad bíblica está ausente: los más vulnerables son vulnerados y los que necesitan protección se convierten en objetos de corrupción. Para que la iglesia modele una masculinidad bíblica, los hombres necesitamos depender del Espíritu Santo para caminar en justicia y actuar a pesar de la indiferencia que cómodamente sentimos.
Hermano, Jesús nos llama a ser hombres de una manera diferente y a cuidar de Su iglesia de la forma en que Él desea. En una iglesia con una masculinidad bíblica, los vulnerables son cuidados, las mujeres son protegidas y el cuerpo de Cristo camina de acuerdo a los pasos firmes de Jesús.