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Nota del editor: 

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Los seres humanos vivimos sumergidos en ideas de nuestra cultura que afectan en gran manera la forma que pensamos, actuamos y decidimos. En gran medida, estas ideas, de las que solemos ser poco conscientes, forman y dirigen nuestra manera de vivir. La pregunta es: ¿de dónde salen esas ideas? ¿Vienen de la Palabra de Dios o de la corriente de este mundo?

Es evidente que en los últimos años, corrientes filosóficas abiertamente contrarias a la Biblia han ganado terreno en la cultura y las instituciones sociales. Sus ideas tienen hoy un gran impacto en áreas como la política, la economía, la educación, la ciencia y muchas otras más. Sin darnos cuenta, fluctuamos en un mundo que vende ideas completamente hostiles a los principios bíblicos, pero lo más doloroso es que no advertimos cuándo abrazamos muchas de estas ideas.

Quiero poner un ejemplo sencillo. Si tomas un grupo de los cristianos evangélicos que asisten a la iglesia regularmente y que buscan basar su fe en la Biblia, y les preguntas si apoyan la agenda de la comunidad transgénero, estoy convencido de que la respuesta de todos será negativa. De hecho, es muy posible que estos cristianos enseñen a sus hijos a no dejarse persuadir por la ideología de género. Sin embargo, ¿por qué da la impresión de que la iglesia está perdiendo terreno y cada vez más jóvenes cristianos son cautivados por estas filosofías?

Sospecho que esto se debe a que la mayoría de los cristianos entiende el evangelio como un concepto simple asociado a un evento puntual (recibir a Jesús y ser salvo), pero no entiende al evangelio de manera integral. El evangelio no solo nos asegura ir al cielo después de la muerte, sino que dirige e informa los pasos del cristiano en cada área de su vida.

El evangelio no solo nos asegura ir al cielo después de la muerte, sino que dirige e informa los pasos del cristiano en cada área de su vida

Por ejemplo, en el caso de la ideología de género, parte de su argumento está relacionado con la búsqueda de autonomía individual; cada uno puede decidir con absoluta libertad cuál es su identidad sexual. Como dije antes, ningún cristiano comprometido estaría de acuerdo con las ideas de la ideología de género. Pero muchas veces compramos los eslóganes engañosos de nuestra cultura, como «persigue tus sueños» o «sigue tu corazón». Incluso, muchos padres enseñan a sus hijos que identifiquen algo que les apasione y se dediquen a eso para sentirse realizados. Que elijan un oficio o una carrera que los haga felices, sin tomar en cuenta principios bíblicos como el llamado de Dios a los seres humanos de subyugar la tierra, y la importancia de servir a los demás y contribuir al beneficio de la comunidad.

Si los cristianos criamos a nuestros hijos transmitiéndoles la idea de que el mundo gira en torno a ellos y que pueden tomar decisiones basados solo en su felicidad individual, entonces no debemos sorprendernos si alguno nos termina diciendo: «Soy un hombre, pero lo que me hace feliz es ser mujer». Después de todo, esa es la cosmovisión que les hemos dado, que la felicidad personal es el máximo parámetro para tomar decisiones.

Todas las personas tomamos decisiones con base en ideas y principios que hemos adoptado. De eso se trata una cosmovisión, una filosofía o plan de vida. Los cristianos debemos tener una cosmovisión bíblica. Los principios que lideran nuestras prioridades y decisiones deben salir de la Palabra de Dios.

Conocer a Cristo

En su carta a la iglesia de Colosas, el apóstol Pablo alienta a los cristianos a no dejarse engañar por filosofías falsas (Col 2:1-4). Es como si estuviera diciendo: «No permitan que cosmovisiones no bíblicas los confundan». La manera de ser libres de las mentiras es creciendo en sabiduría y en conocimiento del evangelio. Somos protegidos del engaño cuando maduramos en nuestro conocimiento certero de Cristo.

Debemos morir a nuestras opiniones y a las filosofías de este mundo, y vivir sometidos a Su Palabra

Uno de los problemas del cristianismo actual es que hemos reducido la fe en Dios a una emoción personal y hemos descuidado la importancia de informar nuestras convicciones con las verdades bíblicas y el evangelio. Es cierto que el cristianismo no es solo conocimiento, necesitamos el poder del Espíritu Santo que aplica Sus verdades en nuestros corazones. Pero nada de esto elimina el hecho de que se requiere esfuerzo y diligencia de nuestra parte en el estudio de la Palabra de Dios.

Es una lástima que nos hayamos hecho expertos en muchas cosas: métodos de trabajo, política internacional, teorías económicas o estrategias de fútbol. Sin embargo, muchos cristianos permanecen ignorantes a las doctrinas más esenciales y conocen muy poco de las Escrituras. Es por eso que no tenemos una cosmovisión bíblica sólida y firme, capaz de guiarnos en decisiones que protejan nuestras familias, iglesias locales y comunidades.

La iglesia enfrenta un gran desafío: la falta de fidelidad a la Palabra de Dios. Necesitamos nutrirnos con el alimento sólido de la Biblia para formar una cosmovisión cristiana robusta, capaz de discernir el bien y el mal (Heb 5:11-14). Debemos crecer en el conocimiento y el deleite de la gloria de Cristo en la Escritura. Solo así nuestra cosmovisión y nuestras vidas estarán centradas en Jesús.

Debemos morir a nuestras opiniones y a las filosofías de este mundo, y vivir sometidos a Su Palabra. Ese será el comienzo de una cosmovisión bíblica.

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