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Nos gustan los héroes, esos personajes con poderes extraordinarios que se dedican a salvar al mundo en historias de ficción.

Nos gustan tanto porque pueden hacer cosas que nosotros no podemos, y no hablo solo de volar o de viajar a través del multiverso, sino también de traer un poco de bien a este mundo oscuro.

Héroes débiles

Pero hay una tendencia que lleva algunos años: los héroes ya no son lo que solían ser. Antes batallaban contra sus propios intereses o con la carga que genera ser especial («Un gran poder conlleva una gran responsabilidad», ¿cierto tío Ben?). Ahora, muchos de los héroes más apreciados por el público son aquellos que abrazan sus fallas, su egoísmo y hasta su sentido de autojusticia, siendo burlones, sarcásticos y ventajistas. Incluso entre la juventud están de moda algunas películas de «superhéroes» obscenas, sangrientas y con contenido sexual.

Mi teoría es que es más fácil lidiar con héroes que se ven más como nosotros, porque se reduce la distancia entre lo ordinario y lo extraordinario. Nos hace sentir menos culpables de equivocarnos o de ceder ante las tentaciones de usar irresponsablemente nuestros «poderes».

Nuestros hijos no necesitan mejores héroes, necesitan a un Salvador que pueda rescatarlos de su propia oscuridad: Jesucristo, el Hijo de Dios

Pero ¿de qué nos sirven héroes que son como nosotros: hombres y mujeres caídos, cuya ventaja es un poder que también puede ser corruptible? ¿Queremos que nuestros hijos crezcan deseando ser lo que ya son en realidad, personas que necesitan ser salvadas de sí mismas?

Probablemente la respuesta titubeante sea «no», pero entonces ¿a dónde volteamos por mejores modelos?

Héroes de la Biblia

Imagina que estás en el cine escuchando al típico locutor con voz privilegiada presentando la nueva película de superhéroes:

Este verano, descubre el poder de hombres y mujeres que por milenios han luchado por la justicia. Asómbrate con las hazañas de proporciones bíblicas que les dieron un nombre en la historia.

Conoce a Abraham, Noé, Moisés, Sansón, David, Barac y Samuel, «quienes… conquistaron reinos, hicieron justicia, obtuvieron promesas, cerraron bocas de leones, apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada. Siendo débiles, fueron hechos fuertes, se hicieron poderosos en la guerra, pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron a sus muertos mediante la resurrección. Otros fueron torturados, no aceptando su liberación a fin de obtener una mejor resurrección. Otros experimentaron insultos y azotes, y hasta cadenas y prisiones. Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a espada. Anduvieron de aquí para allá cubiertos con pieles de ovejas y de cabras; destituidos, afligidos, maltratados (de los cuales el mundo no era digno), errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra» (He 11:33-38).

¡Esta sí sería una gran película! Pero, aunque estos hombres no son obra de la ficción, si analizamos sus vidas a la luz de la Palabra, nos daremos cuenta de que, como los héroes de DC y Marvel, ellos también fueron pecadores y corruptibles. Abraham no le creyó a Dios en un momento de su vida y concibió a Ismael; Noé construyó el arca, pero luego se comportó inmoralmente; Moisés sacó a Israel de Egipto, pero golpeó la piedra con arrogancia; Sansón luchó contra los filisteos, pero cayó en pecado sexual; David fue un rey conforme al corazón de Dios, pero abusó de su poder, adulterando y asesinando.

Si los héroes de la Biblia tampoco son los modelos que nuestros hijos necesitan ¿hacia dónde apuntamos?

El único Héroe que necesitamos

Tanto los personajes de las películas, como los grandes héroes de la Biblia hacen una cosa bien: nos demuestran que nada de eso es suficiente para salvar al mundo.

Nuestros hijos en realidad no necesitan mejores héroes, necesitan a un Salvador que pueda rescatarlos de su propia oscuridad: Jesucristo, el Hijo de Dios. Debemos invitarlos a poner su fe en Él. Jesús es el único Héroe que necesitamos.

Debemos animar en ellos el deseo por imitarlo, porque se sacrificó con gozo para perdonar sus pecados y reconciliarlos con Dios. Solo así, por medio de la fe, crecerán para depender de Aquel que merece la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.

El poder redimido

Cuando lo analizamos bien, la narrativa de las películas de superhéroes, por lo general, es de esta forma: un personaje recibe capacidades extraordinarias, ya sea por nacimiento, por error o por ambición científica. Sin embargo, creo que la verdadera falla de los superhéroes del cine es que sus poderes son corruptibles, usados para el bien o para el mal, dependiendo de las circunstancias.

Entonces, pienso que la solución debería ser que el poder —en sí— tuviera la capacidad de actuar solo para el bien, independientemente de las circunstancias e incluso de la persona que lo posee. Pero ¿esto es posible?

La respuesta corta es «sí». Pero para poder dejarlo en claro, voy a usar de nuevo al locutor con voz privilegiada porque, en el guión anterior, se omitió una parte esencial de por qué los grandes héroes de la Biblia hicieron hazañas dignas de una emocionante serie de películas.

Conoce a Abraham, Noé, Moisés, Sansón, David, Barac y Samuel quienes por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia, obtuvieron promesas, cerraron bocas de leones, apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada. Siendo débiles, fueron hechos fuertes, se hicieron poderosos en la guerra, pusieron en fuga a ejércitos extranjeros… (He 11:33-34, énfasis añadido)

Esta palabra «fe» señala un don extraordinario que no proviene de nosotros y que no está sujeto a la corrupción ni al abuso. La Biblia afirma que «por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe» (Ef 2:8-9).

Por medio de la fe nuestros hijos pueden hacer cosas sobrenaturales como tener súper visión para ver la realidad del pecado en sus propios corazones

Esta fe solo puede ser recibida, nadie puede ganarla, no podemos hacer nada para conseguirla en nuestros términos. Es por medio de la fe en Cristo Jesús que nuestros hijos pueden hacer cosas sobrenaturales: tener súper visión para ver la realidad del pecado en sus propios corazones, súper fuerza para perseverar en la vida cristiana, súper valentía aunque estén en medio de una gran prueba.

¿No es esto lo que queremos para nuestros hijos?

Créditos finales

Entonces, ¿deberíamos dejar de llevar a nuestros hijos a ver películas de superhéroes?

Mi opinión es que ver películas de superhéroes con nuestros hijos aptas para todo público puede darnos oportunidades para mostrarles el evangelio. Podemos compartirles que, por más rápidos, fuertes o grandes que sean estos personajes, vale mucho más la pena ser aquellos que en medio de la dificultad gritan con fe y esperanza: «Jesús, Hijo de David, Hijo de Dios, ten misericordia de mí».

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