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Cómo hablar con niños escépticos sobre el cielo

Después del funeral de su abuelo, una de mis hijas reflexionó: “Me alegro que Bear esté ahora en el cielo”. Su hermana de cinco años miró hacia arriba con escepticismo, ofreciendo una transición fácil a lo que esperaba que sería una conversación alentadora sobre la esperanza que los cristianos tienen de una eternidad con Cristo.

En cambio, ella hizo promesas como: “¡El cielo tiene los mejores parques de trampolines!”. La tuve que interrumpir con una noticia devastadora: la Biblia nunca promete parques de trampolines eternos, pero sí promete una eternidad con Jesús. Ahora no tenía una, sino dos caras escépticas mirándome. La más joven rompió el silencio: “No me suena muy divertido”.

¿Qué hacemos cuando nuestros hijos no están impresionados por la promesa de la santa presencia de Dios en el cielo? ¿Cómo reaccionamos cuando la idea de la eternidad les aterroriza? Primero, que no cunda el pánico. La mayoría de mis hijos todavía piensan que McDonald’s es mejor que un bistec de un restaurante cinco estrellas. Aún así, debemos recordar el alto llamado que tenemos los padres de enseñar a nuestros hijos con diligencia (Dt 6:7).

Estas son cuatro formas de dejar de lado el pánico y ayudar a moldear la visión del cielo de nuestros hijos.

1. Habla sobre la muerte

En lugar de proteger a los niños del tema, habla abiertamente sobre los santos que han pasado de esta vida, un mundo salpicado de dolor y decepción, a una eternidad de gozo sin fin con el Señor. Habla de esos santos en tiempo presente, porque están en la presencia de Dios y ahora están más vivos que nunca.

Habla de esos santos en tiempo presente, porque están en la presencia de Dios y ahora están más vivos que nunca

¿Hablas de la muerte de una manera que puede provocar que tus hijos le tengan miedo? ¿O quizás evitas el tema por completo, haciendo que llenen ese vacío de información con temor a lo desconocido?

En lugar de concentrarte únicamente en el final de la vida terrenal, agrega a tus pláticas sobre este tema promesas específicas que esperas experimentar en el cielo. Está bien hacer la distinción entre lo desagradable que puede ser la muerte y el gozo eterno que espera a los cristianos al otro lado.

2. Muestra la grandeza de Jesús

Deja que tus hijos te vean disfrutar del Señor: en un servicio de adoración corporativa, en oración privada, en servicio a tu iglesia o aun mientras disfrutas del hermoso día que Él te ha provisto. Conecta los puntos entre las cosas buenas que amas y el Dios que te las dio.

A menudo enfatizo una hermosa puesta de sol o luna llena y les cito el Salmo 19 a mis hijos. Habla sobre cómo el Señor creó la belleza que ven a su alrededor como un regalo y un recordatorio de su gloria. Pídeles que se imaginen lo hermoso que debe ser el cielo con la gloria de Dios en plena exhibición.

3. Habla directamente con tus hijos sobre sus miedos

De niño me abrumaba la idea de que el cielo no tenía fin. Aun el mejor día de helados y nadar con amigos parecía honestamente miserable cuando me lo imaginaba repetido para siempre. Pero me di cuenta, mientras crecía, de que la magnitud, la complejidad y la belleza de Dios significaban que necesitaría una eternidad para explorar las profundidades de su carácter.

Piensa en la complejidad del universo y cuánto tiempo llevaría investigar cada galaxia, estrella, planeta y agujero negro en toda la creación. La Biblia nos dice que “Dios hizo las dos grandes lumbreras, la lumbrera mayor para dominio del día y la lumbrera menor para dominio de la noche. Hizo también las estrellas” (Gn 1:16). Las palabras “las estrellas” ni siquiera forman una oración, y sin embargo, nos llevaría milenios explorar este único aspecto de la compleja creación de Dios.

El Señor hizo su creación para su gloria y Él nos creó para disfrutar de su gloria sin fin. Ya sabemos que la creación de Dios es infinitamente interesante, por lo que no hay posibilidad de que sea aburrido pasar la eternidad explorando a Dios mismo.

Ya sabemos que la creación de Dios es infinitamente interesante, por lo que no hay posibilidad de que sea aburrido pasar la eternidad explorando a Dios mismo

Quizás el miedo de tu hijo no sea el aburrimiento, sino el que lo separen de ti. Qué gran oportunidad para hablar con tu hijo sobre cómo Dios es un buen Padre. Quizás tu hijo teme la falta de familiaridad con el cielo. Háblale sobre cómo Dios va a hacer nuevas todas las cosas y cómo no habrá necesidad de lágrimas en el nuevo hogar del creyente. Calma los temores específicos de tu hijo con la verdad reconfortante que se encuentra en las Escrituras.

4. Dales teología bíblica

Enseña a tus hijos la verdad teológica sobre quién es Dios y cómo se ha revelado a sí mismo. Introdúcelos a la gran narrativa que Dios cuenta en la Biblia a través de categorías simples como su bondad en la creación, nuestra caída, la redención a través de Cristo y la nueva creación que le espera a los creyentes.

Cristo ha derrotado y destruirá la muerte para siempre. Su resurrección lo prueba. Entonces, podemos decirles a nuestros hijos que la culminación de la historia más grande que jamás haya sido contada no termina con la muerte, sino con todo el pueblo de Dios viviendo con Él felices para siempre.

La historia más grande que jamás haya sido contada no termina con la muerte, sino con todo el pueblo de Dios viviendo con Él felices para siempre

¡El cielo es donde los humanos cumplen su propósito de conocer y disfrutar a Aquel que nos diseñó para hacer precisamente eso! Ningún parque de trampolines en el planeta Tierra podría ser tan emocionante como la eternidad con el Rey que vino a rescatar a su pueblo de la muerte para regalarles una vida abundante.

Padres, podemos animar a nuestros hijos a través de nuestra confianza de que estaremos en el cielo con Cristo. Debemos recordar vivir como si creemos que Dios un día enjugará toda lágrima (Ap 7:17). Eso incluye las lágrimas que derramamos por temor respecto a la vida de nuestros hijos.

Nuestros hijos e hijas aprenden más de nosotros cuando nos observan. Así que, en oración y de manera intencional, confiémosle a Dios nuestros hijos y ofrezcámosles algo mucho más eternamente satisfactorio que el mejor parque de trampolines del mundo: al Señor mismo.

 


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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