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«¿Quién está a cargo?». La respuesta a esa pregunta puede generarnos diferentes sentimientos.

Hay momentos cuando nos llena de seguridad; por ejemplo, cuando se nos asigna un proyecto en el trabajo y sabemos que la persona encargada de dirigirlo es alguien completamente capaz, íntegra y responsable. Nos sentimos tranquilos al saber que alguien así está a cargo. En otras ocasiones la respuesta a esa pregunta nos llena de temor e inseguridad, porque lo que vemos es corrupción, deslealtad, engaño y otras características que jamás nos llevarían a poner allí nuestra confianza.

En nuestro día a día, y en diferentes situaciones que enfrentamos de este lado del sol, con frecuencia buscamos la respuesta a esa pregunta a nivel humano; no obstante, en última instancia, ¿qué nos dice la Biblia sobre quién está a cargo en nuestras vidas, en las de otros y en el mundo entero? El Salmo 97:1 nos da la respuesta:

El SEÑOR reina; regocíjese la tierra;
Alégrense las muchas islas.

El Señor reina

Lo primero que este salmo nos deja ver es que el Señor es quien gobierna. Saber que Él es quien reina debería ser motivo de descanso para nuestras almas, y la razón de esto es Su carácter. El Señor tiene las características perfectas para ser el Rey perfecto. Fíjate en tan solo alguna de ellas:

Saber que Dios es quien reina debería ser motivo de descanso para nuestras almas y la razón de esto es Su carácter

  • Es soberano y tiene toda autoridad: Dios actúa como Él quiere. Su autoridad significa que todo lo que Él ordena ocurre. Dios está en los cielos y hace lo que a Él le plazca (Sal 115:3). Nunca está obligado a actuar en contra de Su voluntad. Dios, con Su soberanía, está en control de absolutamente todo (1 Cr 29:11). De la misma manera, Jesús declaró sobre Sí mismo que Él tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra (Mt 28:18).
  • Es sabio sin medida: Aquel que reina tiene toda la sabiduría. No hay nadie más sabio, Dios siempre actúa de la mejor manera posible (Col 2:3).
  • Obra en bondad: Grande es la bondad del Señor y nosotros somos recipientes de ella (Sal 31:19). Todo el reinado del Señor está caracterizado por este atributo.
  • Es santo y cercano: El Dios que reina es un Dios santo, jamás actuará propiciando ningún pecado, jamás actuará de manera injusta. Pero ese Dios santo es también cercano. En Jesús, Él decidió acercarse a pecadores como nosotros. El Dios cuyos ojos no pueden ver el mal decidió habitar en pecadores como nosotros (Hab 1:13; Jn 14:28).
  • Es todopoderoso: El Señor puede hacer todo cuanto Él quiera hacer. Su voluntad no está limitada por Su poder, no hay absolutamente nada que Dios desee hacer que no pueda hacerlo (Lc 1:37).
  • Nos ama: El Dios que reina es el Dios que nos ama. El amor por definición da y esa es exactamente la manera en la que Dios nos ha amado: dándonos a Su Hijo unigénito en rescate por nuestros pecados (Jn 3:16).

Nuestra respuesta

El conocimiento de que el Señor reina no es solo información para llenar nuestras mentes. Es también descanso para nuestros corazones, debe impactar la manera en la que vivimos y llenarnos de gozo.

Impacta nuestras circunstancias.

En la cotidianidad, el Señor reina. Aunque parezca extraño, a veces se nos hace difícil recordar que el Señor reina en las situaciones cotidianas:

  • Cuando el carro no enciende justo en el momento en el que vamos hacia el trabajo.
  • Cuando llega una llamada inesperada que «interrumpe» lo que estamos haciendo.
  • Cuando algo más de la casa se dañó.
  • Cuando nuestros hijos no están listos a tiempo y eso significa que llegaremos tarde a un compromiso.

Necesitamos recordarle a nuestra alma que el Señor es quien reina y que ningún detalle de nuestras vidas ha salido de Su buen y sabio control

En cada una de esas circunstancias tú y yo necesitamos recordarle a nuestra alma que el Señor es quien reina y que ningún detalle de nuestras vidas ha salido de Su buen y sabio control. Cuando vivimos con esta realidad presente en nuestra cotidianidad enfrentamos cada circunstancia con el descanso que da el saber en manos de quién estamos.

En las situaciones difíciles y dolorosas, el Señor reina. Recordamos que Él reina, no solo en lo cotidiano, sino también en esos momentos inesperados y difíciles de la vida:

  • Cuando la enfermedad se asoma, el Señor reina.
  • Cuando el dinero no alcanza, el Señor reina.
  • Cuando alguien nos abandona, el Señor reina.
  • Cuando somos tratados injustamente, el Señor reina.
  • Cuando alguien que amamos se ha ido, el Señor reina.

Recordar que el Dios bueno, sabio, justo, todopoderoso y lleno de amor es quien reina no es una pócima mágica que eliminará el dolor de estas circunstancias, pero sí será un ancla para nuestras almas en medio de la tempestad.

Es motivo de gozo.

El Salmo 97:1 no solo nos dice que el Señor es quien reina, también llama a todo lo creado a gozarse en medio de esta realidad. La respuesta de nuestro corazón ante el reconocimiento del gobierno del Señor no debe ser de resignación, sino de regocijo porque no hay nadie mejor para reinar: no hay nadie como Él y no hay nadie sobre Él.

Saber que Él reina debe llenarnos de gozo porque Jesús no solo gobierna nuestras vidas, Él reina sobre el mundo entero y lo hace para Su gloria y nuestro bien. Debe llenarnos de gozo porque Aquel que reina es también quien no se avergüenza de llamarnos hermanos (He 2:11), es nuestro Abogado (1 Jn 2:1), nuestro Intercesor (He 7:25), quien se dio a Sí mismo como rescate por nuestros pecados (Jn 13:1).

Que el Señor nos ayude a descansar y regocijarnos en que Él reina.

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