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Cuando Oprah Winfrey aceptó el premio por sus logros y trayectoria durante la ceremonia de los Globos de Oro 2018, en su discurso de aceptación dijo: «Lo que sé con certeza es que decir tu verdad es la herramienta más poderosa que todos tenemos». 

Tu verdad. Esas dos palabras están tan arraigadas en nuestro léxico actual que no somos capaces de reconocer la pesadilla incoherente que representan. Entre otras cosas, la filosofía de «tu verdad» destruye familias cuando un padre de repente decide que «su verdad» lo está llamando a una nueva amante, a una nueva familia o tal vez incluso a un nuevo género. Es una filosofía que puede destruir sociedades enteras, ya que siempre habrá enfrentamientos entre la verdad de una persona y la verdad de otra, y desprovisto de razón alguna, el poder es quién escoge la ganadora.

Nuestra era de la posverdad presenta al ser individual como la fuente principal de la verdad: «sigue tu corazón», «vive tu verdad», etc. La autenticidad y el individualismo expresivo son valores principales. Todo tipo de autoridad que exista fuera de nosotros mismos es cuestionada y su valor se mide en cuánto nos sirven y nos validan. Las instituciones existen para afirmarnos, no para formarnos.

Más aún, seguimos nuestro corazón que es «más engañoso que todo… y sin remedio» (Jr 17: 9) a nuestro propio riesgo, sometiéndonos a los caprichos y las contradicciones de nuestras emociones volubles. Decir «vive tu verdad» suena liberador, sin los límites restrictivos de la policía moral y las instituciones aburridas. Pero en realidad es una carga.

Un camino solitario y deprimente

«Tu verdad» también impone al individuo una carga increíble de autojustificarse a sí mismo. Si todos somos proyectos hechos por nosotros mismos cuyos destinos son totalmente nuestros para descubrir e implementar, la vida se convierte en una carrera de ratas de individualidad que se enfoca en nuestro desempeño. La autonomía de «vive tu verdad» es tan agotadora como incoherente. Como señala el sociólogo francés Alain Ehrenberg en La fatiga de ser uno mismo, la persona que se crea a sí misma resulta frágil y «fatigada de su soberanía». La depresión es el resultado inevitable y «la contraparte inexorable del ser humano que es su propio soberano».

La mayoría de las veces, la autonomía de «tu verdad» conduce a la soledad. Sugiere erróneamente que podemos vivir sin las trabas y sin la influencia de las diversas estructuras que nos rodean (familias, iglesias, culturas, biología, etc.). Pero se vuelve imposible formar una comunidad cuando cada uno es su propia isla, sin la necesidad de depender de verdades más amplias o de formar parte de una historia más grande.

La autonomía de «tu verdad» la mayoría de las veces conduce a la soledad… se vuelve imposible formar una comunidad cuando cada uno es su propia isla

Estas ideas eran impensables en épocas pasadas, cuando «vivir por tu cuenta» era muy peligroso. Por ejemplo, en las culturas agrarias el poder de lo colectivo es fundamental. Todos desempeñan un papel vital e interdependiente en el campo. Se necesitan el uno al otro para sobrevivir. La identidad de una persona se entiende de manera natural en función de cómo cada uno se relaciona con el todo. En ese sentido, la idea de la autonomía total no solo es tonta y extraña; es mortal.

Somos formados por otros

En su excelente libro, The World Beyond Your Head (El mundo más allá de tu cabeza), Matthew B. Crawford desafía la idea de que todo lo que está fuera de tu mente es una amenaza potencial para el yo. Su tesis es que los entornos en los que existimos forman al yo en lugar de hacerlo transigir. Los seres humanos no son solo cerebros en cubetas. Estamos situados en mundos reales que no inventamos y somos capaces de conocernos, no a través de proyecciones abstractas o autoconcepciones, sino en nuestro «contexto situacional»: «Vivimos en un mundo que ya ha sido nombrado por nuestros predecesores y estaba saturado con sentido antes de nuestra llegada».

Somos formados por otros desde la cuna hasta la tumba. Al contrario de lo que sugeriría el mundo de «mira hacia adentro», el mundo afuera de nuestra mente define nuestra existencia en maneras que no debemos ignorar. En lugar de ver esto como opresivo o simplemente fingir (tontamente) que este no es el caso, deberíamos aceptar esta situación como un regalo: la verdad viene, en gran parte, desde afuera de nosotros.

Podemos elegir las fuentes en donde buscamos la verdad. Podemos elegir cómo sintetizar la verdad y aplicarla como sabiduría en las circunstancias cotidianas. Pero no podemos elegir si algo es verdad o no. No inventamos la verdad, ni la determinamos. Buscamos y aceptamos la verdad con gratitud, aun cuando está en desacuerdo con nuestros sentimientos o preferencias.

Gracias a Dios por esto.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Nota del editor: 

Este artículo es un extracto adaptado del libro de Brett McCracken: The Wisdom Pyramid (La piramide de la sabiduría) (Crossway, 2021).

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