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La frontera entre Panamá y Colombia alberga una selva tropical y pantanosa de difícil acceso, conocida como la selva o tapón del Darién. En los últimos años, esta región se ha convertido en el escenario de una crisis humanitaria provocada por la masiva cantidad de personas que intentan cruzar la selva con la esperanza de una vida mejor.

¿Qué deberíamos saber los creyentes sobre esto y cómo podemos orar?

Una crisis humanitaria

El año 2022 se registró una cifra récord de migrantes irregulares que intentaron cruzar la espesa selva en la región del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá. En enero de este año, el Gobierno de Panamá y el Servicio Nacional de Migración revelaron que alrededor de 248 284 personas atravesaron el Darién, la mayoría intentando llegar hasta Estados Unidos.

Los países con más migrantes han sido Venezuela (150 327), Ecuador (29 356), Haití (22 435), Cuba (5961) y Colombia (5064). El resto lo componen personas de otros países de Sudamérica, e incluso de otros continentes. Se estima que migrantes de otros treinta y cinco países también intentaron pasar por el Darién. Esta cifra del 2022 representa un incremento del 85,6 % respecto al año anterior.

El 2023 inició con cifras similares a las del récord del año pasado, lo que señala que este año podría ser tan dramático como el anterior. En los primeros cuarenta días del 2023, se registraron más de 31 mil migrantes en la selva del Darién, de los cuales 12 585 eran de Haití, 8240 de Ecuador y 3535 de Venezuela. El Servicio Nacional de Migración de Panamá actualizó los datos el 1 de marzo y la cifra había subido a 48 089, superando la cantidad registrada por las autoridades panameñas en los primeros cinco meses del año pasado. Si este ritmo de incremento se mantiene, el 2023 podría ser el año de un nuevo récord de migrantes irregulares en la selva del Darién.

La labor de la iglesia no solo es orar y compartir el evangelio, sino también que el evangelio que se predica sea percibido a través de obras concretas

Estos números delatan la frágil situación social y política de los países de la región, que empuja a muchas personas a la peligrosa aventura de alcanzar el «sueño americano» por tierra. Aunque las miradas están puestas en el éxodo venezolano, que es el foco de atención internacional desde hace dos décadas, la cantidad de ecuatorianos resulta alarmante por su incremento acelerado.

En años anteriores, los ciudadanos de Ecuador que intentaban llegar a Estados Unidos tomaban vuelos hasta México o Guatemala y desde allí avanzaban hasta la frontera estadounidense. Pero desde que estos últimos países cambiaron su política migratoria, el Darién se convirtió en la ruta principal de los ecuatorianos que escogen emigrar de esta manera, a pesar de su alta peligrosidad, y es que la escalada de violencia y las secuelas de la pandemia constituyen para muchos razones suficientes para empujarlos a emprender el camino por el Darién.

El caso de los haitianos también representa un desafío para las políticas migratorias de la región, porque la enorme mayoría inicia su viaje por tierra desde Chile. Esta situación extraña se debe a la gran cantidad de haitianos que emigraron a dicho país durante casi una década en búsqueda de una vida mejor. Pero luego del estallido social de 2019-2020, la pandemia por COVID-19 y las modificaciones en la política migratoria del país andino, miles de haitianos se lanzaron a la ruta por tierra hacia la frontera con Estados Unidos, con la esperanza de ser acogidos por aquel país.

Este gran afluente de personas en una situación tan vulnerable hace posible historias trágicas, desde el drama humano de quienes logran atravesar la selva espesa, hasta quienes desaparecen en la travesía o pierden la vida en los ríos de la región, trayendo dolor a miles de familias. Sin contar a los que se aprovechan de la desesperación para cometer crímenes que van desde estafas y asaltos, hasta el tráfico de personas o de drogas a través de los migrantes.

¿Cómo orar?

Aunque hay mucho que la iglesia de Latinoamérica puede hacer, no minimizamos el poder de la oración. Por esa razón, el pastor Brayan Allin, de la Iglesia Bíblica Palabra de Verdad en Apartadó (Antioquia, Colombia) nos comparte algunos motivos de oración que podemos tener en cuenta, además de orar por las personas que emprenden la travesía de cruzar el Darién:

Oremos por las autoridades de los países involucrados.

La migración es un fenómeno interno y externo, que sucede en todos los países. Por tanto, las autoridades que Dios ha puesto, desde el presidente hasta los gobernadores y alcaldes, tienen incidencia debido a las políticas públicas y sanitarias que toman y ejecutan. Oremos por las autoridades, para que tomen decisiones con sabiduría. Que la gracia común de Dios limite a aquellos que usan el sufrimiento para cometer cohecho (Éx 23.8) y que las disposiciones que tomen aseguren el cuidado, el sustento diario y la integridad vital de los padres, madres, niños, jóvenes y adolescentes que migran (Ro 13:1-7).

Oremos por la iglesia y las oportunidades de servicio que Dios provea.

Nuestra iglesia fue plantada hace cinco años. Durante este tiempo, recibimos varios hermanos migrantes que, por la providencia de Dios, llegaron directamente a nuestra iglesia. Dios nos dio la oportunidad de servirles proveyendo alimento y un lugar de paso donde dormir. También pudimos ofrecerles asesoría en relación con procesos administrativos migratorios que ellos requerían, como permisos especiales, atención en salud, legalización de documentos de estudios, entre otros trámites.

Comparto esta experiencia porque la labor de la iglesia no solo es orar y compartir el evangelio, algo que es vertebral en nuestra misión, sino también que ese evangelio que se predica sea conocido por los demás acompañado de obras concretas. (Stg 2:14-17; 1 P 2:12). Oremos para que la iglesia pueda buscar e identificar oportunidades de servicio dentro y fuera del lugar de reunión. Recordemos las palabras de nuestro Señor Jesucristo: es más bienaventurado dar que recibir (Hch 20:35).

Oremos para que podamos recordar el evangelio continuamente.

Aunque existen más motivos por los cuales orar, tengamos presente que necesitamos recordar el evangelio. Somos peregrinos y extranjeros en este mundo al cual no pertenecemos (Heb 11:13). Caminamos hacia una patria celestial (v. 16) y aguardamos la manifestación de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo (Tit 2:13). Recordar la obra de nuestro Señor a nuestro favor para nuestra salvación, adopción y nueva ciudadanía celestial, debe causarnos un sentido de empatía, amor, servicio, no solo por la imagen de Dios en aquellos que migran (Stg 3:9), sino también porque nosotros éramos por naturaleza «extranjeros y advenedizos» lo mismo que los demás (Ef 2:3, 19). Amas porque fuiste amado, sirves porque fuiste servido, recibes porque fuiste recibido, y todo por gracia.

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