Después de la Reforma Protestante, el legado más importante que Martin Lutero ha dejado se encuentran en sus libros y comentarios bíblicos que escribió. Sus enseñanzas y escritos se han constituido en un tesoro teológico para las todas generaciones cristianas después de su muerte.
Sin embargo, pensar que el único aporte que nos deja Lutero está limitado a cuestiones doctrinales, es minimizar otro aspecto de igual importancia: Su carácter piadoso y testimonio.
En este sentido, las distintas biografías acerca de Lutero nos ofrecen mucha información de su vida personal, incluso de su intimidad como un hombre de familia. Martin Lutero siempre fue un creyente dedicado a la oración y a la lectura de la biblia. Sus devociones personales son una marca distintiva del reformador. Algunos de sus biógrafos decían que Lutero pasaba orando entre dos a tres horas diarias.
No obstante, su celo por las cosas de Dios y las disciplinas espirituales fue tal, que también lo procuró para su familia desde que se casó. El no solo estaba preocupado de su vida espiritual, sino también por la de los suyos.
Cierto día, Lutero animó a su esposa Catalina a que leyese diligentemente las Sagradas Escrituras. Para su sorpresa ella le respondió diciendo:
-ya oigo y leo bastante*
La respuesta de su esposa lo dejó perplejo y turbado. Pero luego lanzó un suspiro y la reprendió duramente por estar ya cansada, advirtiéndole no caer en fastidio de la palabra de Dios.
La reprimenda de Lutero no debe ser vista con ligereza, porque expresa con elocuencia el carácter protector que los creyentes debemos mostrar por nuestras familias. En este caso, por las cosas de Dios. Nuestra responsabilidad no solo se limita a nosotros, sino aun en velar por el crecimiento espiritual de los nuestros.
Debemos ser prontos en identificar la pereza y la tibieza en nuestro circulo familiar para confrontarla. La indiferencia hacia las cosas de Dios es algo que no debe ser ignorado y de ser necesario confrontado de inmediato.
No debemos olvidar las palabras que el Señor encargó Israel con respecto a las familias:
Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. (Deuteronomio 6:6-9)
A modo de reflexión, quiero plantear estas preguntas:
¿Cuantas veces nos hemos preocupado por el estado espiritual de nuestras familias? ¿Cuantas veces hemos protestado cuando hemos visto apatía e indiferencia hacia las cosas de Dios? ¿Cuando fue la última vez que tuvimos un tiempo devocional en familia? ó ¿estamos tomando un tiempo para orar y leer la palabra en familia?
Sin duda, el deseo de Lutero de ver a su familia crecer en el temor de Dios es un ejemplo a imitar, especialmente en tiempos cuando las familias han perdido su devoción por el Señor.
Que Dios nos conceda gracia y sabiduría en esta tarea.
Lutero sigue hablando.
*Nota: Martin Lutero: Su vida y su obra – Editorial Clie.
