La historia de la Segunda Guerra Mundial es objeto de fascinación para chicos y grandes. Incontables libros, documentales, pinturas y museos se han dedicado a relatar los terribles acontecimientos de uno de los conflictos armados más sangrientos de la historia. Reconocemos que no podemos permitirnos olvidar.
Aunque al visitar la historia de esta guerra es probable que nuestro interés se dirija a los líderes de ambos lados del conflicto —personajes como Adolf Hitler, Benito Mussolini, Winston Churchill o Franklin D. Roosevelt— no debemos perder de vista la participación de aquellos que no tenían ningún poder político, pero contaban con un poder mayor: el poder del Espíritu de Dios. Entre ellos se encuentran Corrie ten Boom y su familia. En busca de la esperanza: El refugio de Corrie Ten Boom (B&H Español, 2025), la nueva novela de Mario Escobar, nos cuenta la historia de estos creyentes, quienes han inspirado a cristianos de todo el mundo por más de cinco décadas.
Escobar añade la vida de Corrie a los numerosos volúmenes que ha escrito relatando la historia de la iglesia. En busca de la esperanza es una manera ligera de introducirse al devastador periodo de la Segunda Guerra Mundial. El libro es de fácil lectura; aunque cuenta con treinta capítulos, no son extensos y se avanza a través de ellos con fluidez.

En busca de la esperanza
Mario Escobar
En busca de la esperanza: El refugio de Corrie Ten Boom (B&H Español, 2025), la nueva novela de Mario Escobar, nos cuenta la historia de estos creyentes, quienes han inspirado a cristianos de todo el mundo por más de cinco décadas.
Vemos la narrativa desde la perspectiva de Corrie y es este, quizá sorpresivamente, el principal reproche que tengo del libro; me hubiera gustado que tomara un punto de vista diferente… ¿quizá desde los ojos de Nollie, una de sus hermanas? Después de todo, El refugio secreto, la famosa memoria de Corrie ten Boom, ya nos presenta su perspectiva de los hechos. Es posible, sin embargo, que muchos jamás hayan escuchado el nombre Corrie, mucho menos leído sus libros. Escobar desea que nuevas generaciones sean impactadas por la historia de esta mujer sencilla y fiel.
Los Ten Boom fueron, como se dice de muchos otros héroes de la fe, gente ordinaria utilizada por un Dios extraordinario. Vivían en la ciudad de Haarlem, Países Bajos, durante la ocupación Nazi en la Segunda Guerra Mundial. En esa época, la casa Ten Boom albergaba tres ocupantes legales: Casper, el patriarca, y sus hijas Corrie y Betsie. El hogar había estado más lleno anteriormente: la esposa de Casper, Cornelia, murió casi veinte años antes de la invasión alemana y dos hijos se casaron para formar familias propias (un quinto varón, Hendrik, falleció con solo seis meses de edad).
Pero en 1940, Casper, Corrie y Betsie atendían el negocio familiar solos: Casper y Corrie reparaban relojes y Betsie se ocupaba de las labores del hogar. No se imaginaban que pronto esa pequeña familia de tres acabaría sirviendo a unas 800 personas perseguidas. Estos hombres y mujeres pasarían por el hogar de los Ten Boom en grupos de tres a cinco personas, escondiéndose en el refugio secreto del cuarto de Corrie cuando la amenaza de los Nazis se acercaba.
Pero los Ten Boom no empezaron construyendo un escondite para los judíos de Harlem. Su ministerio comenzó de manera mucho más modesta: lo que ofrecían era consuelo. Sus palabras amables y oración eran un bálsamo para aquellos que estaban siendo perseguidos. Con todo, no pasó mucho tiempo antes de que tuvieran que decidir si arriesgarían sus vidas para servir al prójimo o si permanecerían al margen.
«Si el diablo no nos puede convertir en gente mala», cuenta Corrie, «nos convertirá en gente ocupada» (p. 7). La historia de los Ten Boom nos da testimonio de lo que puede suceder cuando los creyentes levantan la mirada de sí mismos para perdonar y amar como han sido perdonados y amados.
Esta no es una historia de «súper cristianos», aunque el amor que Corrie tiene por su padre y su hermana a veces haga que parezca que vienen de otro planeta; es una historia sobre cómo luce obedecer a Jesús cuando puede costarte la vida y cuando todo en tu interior te impulsa a correr en el sentido contrario.
De hecho, Corrie —a través de las páginas de Escobar— no duda en mostrarnos sus debilidades. La narrativa empieza con la relojera encontrándose con un oficial alemán después de la guerra. Aunque su primer pensamiento es que aquel hombre no merecía su perdón, Corrie rinde su resentimiento y le extiende la mano: «Dios nos perdona a todos. ¿Quién soy yo para no hacerlo?» (p. xviii).
Esa lucha por vencer la amargura y perdonar acompaña a Corrie desde el principio de su historia. Después de que un pretendiente le rompiera el corazón en su juventud, Casper, su padre, le advirtió: «Ante la desolación que sientes, únicamente puedes hacer dos cosas: convertirte en una mujer fría y amargada o pedir a Dios que canalice ese amor hacia los demás» (p. 17). Corrie decidió amar.
«La libertad no era estar fuera de los muros de una cárcel o de las alambradas de un campo. Durante todo aquel tiempo, a pesar de los barrotes, sabíamos que nuestras almas eran completamente libres» (p. 158).
Y tú, ¿decidirás amar?
Cuando leemos sobre los horrores de la Segunda Guerra Mundial, es casi inevitable que, como cristianos, miremos las valerosas acciones de los Ten Boom y nos imaginemos que actuaríamos igual que ellos si tuviéramos que atravesar una situación similar. Después de todo, Jesús nos llama a servir al vulnerable como si lo sirviéramos a Él, ¿no? (Mt 25:35-40).
Me pregunto si nos hemos detenido a considerar que, a pesar de que la mayoría de nosotros no estamos en medio de una guerra, nos sobran oportunidades para expresar el amor de Cristo a los desvalidos de nuestras comunidades. ¿Hemos decidido amar?
En busca de la esperanza nos recuerda el gran impacto que andar en sencilla obediencia al Señor puede tener sobre incontables vidas. Corrie y su familia eran creyentes como tú y como yo. Tenían el mismo Padre, fueron salvados por el mismo sacrificio del Hijo y vivieron impulsados por el mismo Espíritu Santo que resucitó a Jesús y que nos dio vida cuando estábamos muertos en nuestros pecados (Ef 1-2).
Ellos simplemente eligieron amar y servir incluso cuando su carne les empujaba a odiar y huir. No todos los Ten Boom alcanzaron a ver el fruto de sus esfuerzos. Nosotros quizá tampoco lo hagamos. Pero vale la pena. Sigamos sembrando semillas aunque no nos toque ver el fruto.