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Bud and leaves of a fig treeEra la semana de la fiesta de la Pascua. Miles y miles de peregrinos venían de todas partes a la ciudad de Jerusalén, a tal punto que las autoridades religiosas emitían un edicto para extender temporalmente los límites de la ciudad, hasta incluir algunas villas cercanas como Betania y Betfagé.

El relato que encontramos en el capítulo 11 del evangelio de Marcos comienza con la entrada triunfal de Jesús en la ciudad, en los versículos 1 al 11, el llamado domingo de ramos. Y Marcos incluye una nota al final de esta sección que nos provee una clave para comenzar a comprender lo que sucede a continuación con la higuera y en el templo: Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce” (Mr. 11:11). Jesús echó un vistazo general a lo que estaba pasando en el templo y, como veremos en un momento, hubo algo allí que llamó poderosamente Su atención. Pero ya era tarde, dice el texto, y decidieron regresar a pasar la noche en la aldea de Betania.

El lunes en la mañana Jesús regresa con Sus discípulos a Jerusalén, y es entonces cuando ocurre Su extraño encuentro con una higuera (Mr. 11:12-14). Los árboles de higuera son muy comunes y muy apreciados en la nación de Israel. Sus higos más grandes y maduros se recogen entre Agosto y Octubre. Dado que este episodio ocurrió durante la fiesta de la pascua, es decir en el mes de Abril, todavía no era tiempo de higos, como Marcos aclara en el vers. 13.

Sin embargo, para fines de Marzo comienzan a aparecer juntamente con las hojas de primavera una brevas comestibles que nacen de los brotes del año anterior, y que los árabes conocen como taksh. Cuando una higuera tenía muchas hojas, pero no se encontraba en ella ninguna de esas brevas, era un indicativo de que esa higuera seguramente iba a ser estéril durante toda la estación de higos de ese año.

Y eso fue precisamente lo que ocurrió en esta ocasión. Jesús y los discípulos salieron de Betania temprano en la mañana, muy probablemente sin haber desayunado, y ven en la distancia esta higuera llena de hojas. Esto les hace pensar que encontrarían en ella algunas brevas para comer. Pero al llegar a la higuera se dan cuenta que era puro follaje sin fruto. En otras palabras, este árbol prometía mucho, pero en realidad no tenía nada que ofrecer. Era pura fachada, pero completamente estéril. Y el Señor Jesucristo decide convertirla en un objeto de enseñanza para Sus discípulos, que seguramente estaban familiarizados con el simbolismo de la higuera en el AT, como una figura de la relación de Dios con Su pueblo.

Por ejemplo, en el capítulo 8 del libro de Deuteronomio, cuando el pueblo de Israel se encontraba aún en el desierto, Dios les describe la tierra prometida como una tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales… tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados” (Deut. 8:7-8). Los judíos asociaban la higuera con la bendición de Dios. Pero de la misma manera, asociaban una higuera sin frutos con el juicio divino. Hablando del castigo que vendría sobre la nación de Israel por causa de sus pecados, Dios les dice en Jeremías 8:13 que sus vides quedarían sin uvas, y sus higueras sin hojas y sin higos. Y el mismo Señor Jesucristo habría de usar esta figura de una higuera estéril con la misma connotación de castigo y de juicio (comp. Lc. 13:6-9).

Los judíos creían estar bien con Dios, porque todavía llevaban a cabo fielmente sus rituales religiosos en el templo de Jerusalén; pero toda esa religiosidad era como esta higuera: tenía muchas hojas, pero no daba ningún fruto. Si hubieran leído con fe el mensaje de sus propios profetas, se habrían dado cuenta que el juicio de Dios estaba a punto de caer sobre ellos. Pero lamentablemente no lo vieron venir hasta que fue demasiado tarde.

En esa misma semana el pueblo de Israel sellaría su rebelión contra Dios crucificando al Mesías. Y unos años más tarde sufrirían uno de los castigos más severos de toda su historia como nación cuando Tito destruyera la ciudad y el templo en el 70 d. C. De manera que la maldición de la higuera estéril no era otra cosa que una especie de parábola profética del juicio de Dios que habría de caer sobre el sistema religioso de Israel. Dice en el vers. 20 de Marcos que la higuera que Jesús maldijo se secó completamente. Algo estaba a punto de ocurrir con la nación; y la purificación del templo que ocurrió inmediatamente después nos explica la razón de ese juicio. Pero eso lo veremos en nuestra próxima entrada.

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