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A la muerte de Aristóteles, en el 322 a.C., el panorama intelectual ateniense era muy confuso por las diversas teorías filosóficas y religiosas que estaban en boga.

Eso trajo como consecuencia que algunos comenzaran a poner en duda la posibilidad de encontrar la verdad fuera de toda duda.

La misma Academia de Platón cayó en esa situación en el siglo III a.C., estando al frente de ella un maestro llamado Arcesilaus. Este rechazó la metafísica de Platón y negó que la verdad pudiese ser conocida con certeza. Esta corriente filosófica es conocida como “escepticismo” (del griego skepsis que significa “dudar, titubear, vacilar”).

Los escépticos eran enemigos del dogma, al que consideraban como una enfermedad. Sin dogmas, decían ellos, las personas son capaces de vivir una vida apacible siguiendo sus propios instintos e inclinaciones, y sin dejarse mover por las convicciones de otros.

De más está decir que esta doctrina no quedó enterrada en el pasado; el escepticismo es una de las creencias más populares del hombre postmoderno. La ausencia de convicciones ha llegado a ser sinónimo de un intelecto sofisticado y de una mente abierta.

Ahora bien, es importante señalar que el escéptico realmente cree algo y que lo que cree dogmáticamente.

Como bien ha señalado B. A. G. Fuller: “El papel del escepticismo es recordar a los hombres que es imposible conocer algo con absoluta certeza. Pero si este es el caso, ¿cómo podemos conocer esa declaración con certeza?… Si su alegato es verdadero, entonces podemos estar seguro al menos de una cosa, de su propio alegato, y si podemos estar seguros de lo que ellos alegan, el alegato debe ser falso. El escepticismo es auto contradictorio”.

En otras palabras, es absurdo afirmar que podemos estar seguros de que no podemos estar seguros de nada, y negar dogmáticamente la posibilidad de ser dogmáticos.

Por otra parte, todo aquel que niega que la verdad pueda ser conocida, en realidad pretende poseer un gran conocimiento.

¿Qué diríamos de una persona que luego de examinar un complicadísimo problema matemático afirma que ese problema no tiene solución? Deberíamos suponer que tal persona posee un gran conocimiento de matemática.

De igual modo, afirmar que la verdad no puede ser conocida presupone, paradójicamente, un conocimiento muy amplio de todas las cosas. Aunque vestido con un ropaje intelectual, el escepticismo es una filosofía absurda, autodestructiva y muy pretensiosa.

© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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