×

Como hemos visto en las entradas anteriores, los padres cristianos podemos exasperar a nuestros hijos y provocarlos a ira.

Y aunque eso puede suceder por ignorancia, en la mayoría de los casos hay otra razón envuelta. Irónicamente, se trata de la misma razón por la que muchos hijos se sienten airados con sus padres: los ídolos del corazón. Por eso alguien dijo una vez que el corazón del problema es un problema del corazón.

Como puede suceder con cualquier otro pecado, la idolatría puede atrapar a un creyente en un momento dado (comp. 1Cor. 10:6-7, 11-14; 1Jn. 5:21). Y si no tratamos apropiadamente con ese problema, estaremos muy mal equipados para luchar con la idolatría de nuestros hijos.

¿Cuáles son los ídolos más comunes que suelen impactar negativamente nuestra paternidad? Paul Tripp menciona 4.

El primero es el ídolo de la comodidad. Cuando los padres están controlados por este ídolo, y su máxima aspiración es una vida quieta, reposada, totalmente predecible, constantemente se sentirán frustrados en la crianza de sus hijos.

Imaginemos a un padre regresando a casa después de un largo día de trabajo, anhelando con ansias una noche descanso y tranquilidad, pero al llegar a su hogar se encuentra con que dos de sus hijos están enredados en una discusión.

El padre que quiere vivir como si estuviera en un resort se sentirá fastidiado; aquel que tiene una perspectiva bíblica de la paternidad muy probablemente se sentirá fastidiado también, pero luchará con ese sentimiento de hastío, y aprovechará el momento como una buena oportunidad para seguir tratando con el corazón de sus hijos.

El segundo es el ídolo del respeto. ¿Alguna vez han escuchado a un padre decirle a su hijo, “Yo voy a hacer que tú me respetes aunque sea la última cosa que yo haga”? Este tipo de expresiones pueden estar indicando que ese padre o esa madre han hecho del respeto una meta en sí misma.

Y cuando eso sucede perdemos la perspectiva de las cosas. Comenzamos a ver las dificultades de nuestros hijos como una afrenta personal. El padre no se ve a sí mismo como un agente para guiar a sus hijos al temor de Dios, porque su corazón está atrapado por el ídolo del respeto.

Los padres deben enseñar a sus hijos a respetar la autoridad paterna. Eso es imprescindible para su desarrollo. Pero ese respeto es un medio para lograr un fin superior. La meta es el temor de Dios, a quien nosotros como padres representamos.

El tercero es muy similar al anterior: el ídolo de la apreciación. Y otra vez: los hijos deben aprender a apreciar a sus padres. Eso es saludable para ellos. Los hijos no pueden crecer con la idea de que todo se les debe, y de que nosotros no somos más que siervos inútiles que lo que debíamos hacer hicimos.

Pero debemos tener mucho cuidado no sea que convirtamos la apreciación en un ídolo. Nosotros no hacemos todo lo que hacemos por nuestros hijos teniendo como meta que nos aprecien. Y es muy fácil para un padre o una madre caer en esta trampa, porque son muchas y muy variadas las cosas que hacemos a diario por nuestros hijos.

Y ¿saben lo que ocurre cuando los padres comienzan a buscar la aprobación de sus hijos? Una de dos: o dejamos de hacer aquellas cosas que sabemos que debemos hacer por el bien de sus almas porque no queremos correr el riesgo de que dejen de apreciarnos, o haremos lo que tenemos que hacer, pero viviremos amargados si no nos aprecian.

El tipo de relación que debemos cultivar con nuestros hijos no puede ser una relación de negocios: “Yo te sirvo, tú me aprecias”. No. El amor de nosotros como padres debe ser un reflejo del amor de Dios, y Él nos ama de pura gracia.

Es bueno que los hijos aprendan a apreciar a sus padres, y por eso vamos a enseñarles desde pequeños a cultivar ese sentido de apreciación. Pero no debe ser nuestra meta como padres tener el aprecio de nuestros hijos.

En cuarto y último lugar, Paul Tripp menciona el ídolo del éxito. Muchos padres abordan la paternidad pensando que si hacen lo correcto, sus hijos llegarán a ser un buen departamento de publicidad para ellos. Y cuando eso no ocurre, se amargan.

Y esa amargura a su vez exaspera a sus hijos, y muchas veces los lleva a pensar que, no importa lo que hagan, nunca van a poder llenar la medida de lo que sus padres esperan de ellos.

¿Se dan cuenta cómo la idolatría produce el tipo de padre que exaspera y provoca a ira a sus hijos? Y ¿saben cuál es la solución divina al problema de la idolatría? El evangelio de la gracia de Dios en Cristo. Pero eso lo veremos, si el Señor lo permite, en nuestra próxima entrada.

© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

CARGAR MÁS
Cargando