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El puritanismo fue un avivamiento del cristianismo en Inglaterra que se originó durante el reinado de Elizabeth I, y que culminó 100 años más tarde, durante el reinado de Carlos II. La Iglesia de Inglaterra se había separado de la Iglesia Católica en la época de Enrique VIII, el padre de Elizabeth, porque el Papa no le permitió divorciarse de Catalina de Aragón, la hija de los reyes católicos de España.

Así nace la Iglesia Anglicana, una Iglesia inglesa, de la cual el rey se proclama cabeza. Eso trae como resultados algunos cambios en la Iglesia de Inglaterra, que se hacen más profundos durante el reinado de Eduardo VI.

Al morir Eduardo siendo apenas un adolescente, María, su hermana (hija de Enrique VIII con Catalina de Aragón), es coronada como reina, y ésta vuelve al catolicismo, provocando que muchos protestantes huyeran a la Europa continental por causa de la persecución; muchos de ellos abrazan allí las doctrinas calvinistas.

Al morir María, Elizabeth, su media hermana, es coronada reina; ésta vuelve al protestantismo muy probablemente por conveniencia (siendo hija de Ana Bolena, la segunda esposa de Enrique VIII, era considerada una bastarda por los católicos que no reconocieron como válido el divorcio de Catalina).

Durante el reinado de Elizabeth muchos de los protestantes que huyeron a Europa continental, regresan a Inglaterra con la esperanza de que la Reforma fuera más profunda. Pero pronto se desilusionan. La supuesta reforma de Elizabeth era meramente externa y no llegaba al corazón de lo que el Nuevo Testamento enseñaba que una iglesia debía ser. A esos disidentes se les comenzó a llamar puritanos.

De ahí en adelante ese grupo de hombres (puritanos) trató de hacer una verdadera y profunda reforma en Inglaterra, no sin recibir mucha persecución por parte de los reyes de Inglaterra. Tan fuerte llegó a ser la persecución que en el año 1622, algunos tuvieron que huir hacia las colonias americanas.

La Confesión de Fe Bautista de 1689 es puritana. Y, ¿eso qué significa en la práctica?

En primer lugar, ellos predicaban la libertad de conciencia, es decir, que ningún hombre está obligado a seguir los dictados que otros hombres le quieren imponer si no está revelado en la Palabra de Dios, en oposición al catolicismo, al anglicanismo, al legalismo y al tradicionalismo (Cap. 21.2).

En segundo lugar, los puritanos creían que la adoración que honra a Dios debía ser regulada por Cristo en Su Palabra, de tal manera que solo tenemos derecho a incluir en nuestros cultos aquello que Dios ha ordenado expresa o implícitamente (22.1). En palabras más simples: “Lo que se ordena es correcto, y lo que no se ordena es erróneo” (G. I. Williamson; cit. por Samuel Waldrom; Exposición de la Confesión Bautista de Fe de 1689; pg. 273). También debemos incluir en este punto el lugar que los puritanos designaban al Sabath cristiano como el día designado por Dios para adorarle en una forma especial (cap. 22. 7, 8).

Finalmente, los puritanos también enseñaban la prioridad de una religión experimental, en oposición a un mero ritualismo.

© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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